No queremos otra piñata
No lograron las utopías sandinistas, pero promueven la anarquía en Costa Rica
Profesor universitario
A los que no lograron realizar sus utopías con la Revolución Sandinista –la Revolución Perdida, según Ernesto Cardenal– los vemos ahora con mucha motivación para promover inestabilidad y anarquía en Costa Rica. La estrategia es bastante simple pero sistemática: desprestigiar al Tribunal Supremo de Elecciones, boicotear a la Asamblea Legislativa, entorpecer la labor del Poder Ejecutivo, paros inoperantes, injustificados y muchas veces guiados por intereses endogámicos. ¿Qué esperamos? ¿Otra piñata en Centroamérica?
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Y, al hablar de “otra piñata”, me refiero a la labor premeditada de desequilibrar la conciencia popular y de tratar de traerse abajo la democracia costarricense. En el fondo, es un problema de doble moral, por cuanto los “piñateros ticos” reencarnaron (o se reciclaron) como “pequeña burguesía intelectual” que aparenta aborrecer el desarrollo de un modelo de libre mercado y comercio, pero que es entusiasta consumidora de bienes y servicios generados por el libre mercado, esos productos que T.W. Adorno denominó “cultura de masas”.
La new left tica educa a sus hijos en las mejores y más caras universidades de Estados Unidos, a costa de becas y de fondos estatales que pagamos todos los costarricenses, mientras se refugian en las universidades públicas estatales amparados en derechos constitucionales. Tienen doble moral, de pequeño burgués intelectual, y nos quieren vender su ideita de “lucha solidaria”, dizque a favor de las clases media y trabajadora, “lucha solidaria” que realizan desde mesas repletas de alimentos de primera y escritorios de lujo.
Como bien les canta el cantor: “Así cualquiera decide aplaudir, la caravana en harapos, de todos los pobres…”.
Del insulto a la mentira. Mientras aplauden a los pobres, nos quieren hundir en la ingobernabilidad, nos quieren llevar a la anarquía. Irrespetando la investidura de cualquiera, se dan el lujo de degradar al Presidente de la República –a un Nobel de la Paz– a tirano, desprestigian a los magistrados, a los ministros los convierten en serviles, a los profesionales en ejercicio liberal los convierten en el hazmerreír, y al trabajador honrado lo convierten en gran víctima de la democracia.
A los que votaron por el SÍ en el referendo los convirtieron en “pecadores”, pues algunos “curitas” también se apuntaron al zafarrancho. Apuestan a su “revolución posmoderna”, en la que todo se vale, sin importar los medios, desde el insulto hasta la mentira sistemática y la intimidación.
Una “piñata a la tica” es lo que están implementando estos grupos, y es lo que menos queremos los costarricenses y los extranjeros que vivimos en este lindo país. Con todo y sus problemas, no queremos transformar a Costa Rica en satélite del triunvirato Chávez-Morales-Castro. Los “chavistas ticos” saben muy bien lo que podemos perder y tienen bien claro lo que pueden ganar, si bien ignoran lo que es una dictadura, puesto que solo conocen conceptualmente a las dictaduras, por medio de libritos de autores sudamericanos comprados en la calle de la Amargura.
Señores y señoras, en Costa Rica no nos engañamos, el cuento de que filibusterismo es lo mismo que empresarialidad está más que trillado. No podemos arrodillarnos hoy y pedir perdón a la Virgencita de los Ángeles si mañana vamos a seguir promoviendo el odio y la división en los corazones. Como bien dice el Salmo 1 que escribiera Ernesto Cardenal, allá en la década de 1970: “Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano ni delata a su compañero”.
No lograron las utopías sandinistas, pero promueven la anarquía en Costa Rica
Profesor universitario
A los que no lograron realizar sus utopías con la Revolución Sandinista –la Revolución Perdida, según Ernesto Cardenal– los vemos ahora con mucha motivación para promover inestabilidad y anarquía en Costa Rica. La estrategia es bastante simple pero sistemática: desprestigiar al Tribunal Supremo de Elecciones, boicotear a la Asamblea Legislativa, entorpecer la labor del Poder Ejecutivo, paros inoperantes, injustificados y muchas veces guiados por intereses endogámicos. ¿Qué esperamos? ¿Otra piñata en Centroamérica?
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Y, al hablar de “otra piñata”, me refiero a la labor premeditada de desequilibrar la conciencia popular y de tratar de traerse abajo la democracia costarricense. En el fondo, es un problema de doble moral, por cuanto los “piñateros ticos” reencarnaron (o se reciclaron) como “pequeña burguesía intelectual” que aparenta aborrecer el desarrollo de un modelo de libre mercado y comercio, pero que es entusiasta consumidora de bienes y servicios generados por el libre mercado, esos productos que T.W. Adorno denominó “cultura de masas”.
La new left tica educa a sus hijos en las mejores y más caras universidades de Estados Unidos, a costa de becas y de fondos estatales que pagamos todos los costarricenses, mientras se refugian en las universidades públicas estatales amparados en derechos constitucionales. Tienen doble moral, de pequeño burgués intelectual, y nos quieren vender su ideita de “lucha solidaria”, dizque a favor de las clases media y trabajadora, “lucha solidaria” que realizan desde mesas repletas de alimentos de primera y escritorios de lujo.
Como bien les canta el cantor: “Así cualquiera decide aplaudir, la caravana en harapos, de todos los pobres…”.
Del insulto a la mentira. Mientras aplauden a los pobres, nos quieren hundir en la ingobernabilidad, nos quieren llevar a la anarquía. Irrespetando la investidura de cualquiera, se dan el lujo de degradar al Presidente de la República –a un Nobel de la Paz– a tirano, desprestigian a los magistrados, a los ministros los convierten en serviles, a los profesionales en ejercicio liberal los convierten en el hazmerreír, y al trabajador honrado lo convierten en gran víctima de la democracia.
A los que votaron por el SÍ en el referendo los convirtieron en “pecadores”, pues algunos “curitas” también se apuntaron al zafarrancho. Apuestan a su “revolución posmoderna”, en la que todo se vale, sin importar los medios, desde el insulto hasta la mentira sistemática y la intimidación.
Una “piñata a la tica” es lo que están implementando estos grupos, y es lo que menos queremos los costarricenses y los extranjeros que vivimos en este lindo país. Con todo y sus problemas, no queremos transformar a Costa Rica en satélite del triunvirato Chávez-Morales-Castro. Los “chavistas ticos” saben muy bien lo que podemos perder y tienen bien claro lo que pueden ganar, si bien ignoran lo que es una dictadura, puesto que solo conocen conceptualmente a las dictaduras, por medio de libritos de autores sudamericanos comprados en la calle de la Amargura.
Señores y señoras, en Costa Rica no nos engañamos, el cuento de que filibusterismo es lo mismo que empresarialidad está más que trillado. No podemos arrodillarnos hoy y pedir perdón a la Virgencita de los Ángeles si mañana vamos a seguir promoviendo el odio y la división en los corazones. Como bien dice el Salmo 1 que escribiera Ernesto Cardenal, allá en la década de 1970: “Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano ni delata a su compañero”.