A ver, maes, hablemos de esta vara porque tiene tela que cortar. Después de semanas de silencio y con la familia del doctor Yerri Estrada comiéndose las uñas hasta el codo, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo decide que es un buen día para montar un show mediático. ¿La razón? Porque los gringos se pusieron necios y les exigieron una prueba de vida. Y así, como por arte de magia, aparecen unas fotos del mae en El 19 Digital, el megáfono oficialista. Vestido de azul, con la cabeza rapada y en una visita familiar que huele a montaje desde aquí hasta el lago Cocibolca. ¡Qué despiche!
Diay, ¿y cuál es el "crimen" de Estrada, un médico de 30 años con doble nacionalidad? Según la narrativa sandinista, el mae es un "golpista". El mismo cuento chino que le aplican a cualquiera que se atreva a pensar diferente desde las protestas masivas de 2018. Para el Departamento de Estado gringo, su único pecado fue "defender la libertad durante manifestaciones cívicas pacíficas". Básicamente, por no agachar la cabeza. En la Nicaragua de hoy, tener criterio propio es un delito que se paga con cárcel, tortura y desaparición. Honestamente, el pobre doctor está bien salado; caer en las garras de un régimen paranoico es la peor de las suertes.
Y aquí la vara se pone aún más interesante, sobre todo para nosotros. Mientras Washington alza la voz y le reclama directamente a Murillo si está "tan insegura de sí misma" que no puede mostrar a un detenido, ¿qué hace Costa Rica? Pues, lo de siempre: seguir el caso "a través del consulado" y escudarse en la "confidencialidad". Nadie pide que le declaremos la guerra al vecino, pero la tibieza a veces desespera. Es una torta diplomática monumental: tienes a un ciudadano tico (aunque también nica) secuestrado por una dictadura, y la respuesta oficial es un susurro. Entiendo la prudencia, pero hay una línea muy delgada entre la diplomacia y la irrelevancia.
No podemos analizar esto sin ver el cuadro completo del novelón de los Ortega-Murillo. Con un Daniel Ortega que en cada aparición pública se ve más frágil y enfermo, la paranoia del régimen está por las nubes. La "transición anticipada" del poder a su esposa, Rosario Murillo, ha desatado una nueva ola represiva. No soportan la más mínima crítica, porque saben que su proyecto dinástico se sostiene con alfileres. Cualquier plan de una Nicaragua libre o democrática, para ellos, es un plan que debe irse al traste a punta de cárcel y violencia. El caso de Estrada no es aislado, es un síntoma de un poder que se sabe moribundo y, por eso mismo, más peligroso que nunca.
Al final del día, las fotos que soltaron no calman a nadie. Todo lo contrario. Son un mensaje mafioso, una demostración de poder. "Lo tenemos, está vivo porque nosotros queremos y podemos hacer con él lo que nos dé la gana". La cabeza rapada, el uniforme de preso, la visita cronometrada… eso no es una prueba de vida, maes, es una amenaza televisada. Es el régimen sacando pecho y diciéndole al mundo, y sobre todo a Costa Rica, que las reglas de la civilización no aplican en su finca particular. La pregunta queda en el aire, y me gustaría saber qué piensan ustedes en el foro: Más allá de la indignación que todos sentimos, ¿qué creen que debería hacer Costa Rica? ¿Seguimos con el "deje así" diplomático o ya es hora de ponernos más serios con los vecinos del norte?
Diay, ¿y cuál es el "crimen" de Estrada, un médico de 30 años con doble nacionalidad? Según la narrativa sandinista, el mae es un "golpista". El mismo cuento chino que le aplican a cualquiera que se atreva a pensar diferente desde las protestas masivas de 2018. Para el Departamento de Estado gringo, su único pecado fue "defender la libertad durante manifestaciones cívicas pacíficas". Básicamente, por no agachar la cabeza. En la Nicaragua de hoy, tener criterio propio es un delito que se paga con cárcel, tortura y desaparición. Honestamente, el pobre doctor está bien salado; caer en las garras de un régimen paranoico es la peor de las suertes.
Y aquí la vara se pone aún más interesante, sobre todo para nosotros. Mientras Washington alza la voz y le reclama directamente a Murillo si está "tan insegura de sí misma" que no puede mostrar a un detenido, ¿qué hace Costa Rica? Pues, lo de siempre: seguir el caso "a través del consulado" y escudarse en la "confidencialidad". Nadie pide que le declaremos la guerra al vecino, pero la tibieza a veces desespera. Es una torta diplomática monumental: tienes a un ciudadano tico (aunque también nica) secuestrado por una dictadura, y la respuesta oficial es un susurro. Entiendo la prudencia, pero hay una línea muy delgada entre la diplomacia y la irrelevancia.
No podemos analizar esto sin ver el cuadro completo del novelón de los Ortega-Murillo. Con un Daniel Ortega que en cada aparición pública se ve más frágil y enfermo, la paranoia del régimen está por las nubes. La "transición anticipada" del poder a su esposa, Rosario Murillo, ha desatado una nueva ola represiva. No soportan la más mínima crítica, porque saben que su proyecto dinástico se sostiene con alfileres. Cualquier plan de una Nicaragua libre o democrática, para ellos, es un plan que debe irse al traste a punta de cárcel y violencia. El caso de Estrada no es aislado, es un síntoma de un poder que se sabe moribundo y, por eso mismo, más peligroso que nunca.
Al final del día, las fotos que soltaron no calman a nadie. Todo lo contrario. Son un mensaje mafioso, una demostración de poder. "Lo tenemos, está vivo porque nosotros queremos y podemos hacer con él lo que nos dé la gana". La cabeza rapada, el uniforme de preso, la visita cronometrada… eso no es una prueba de vida, maes, es una amenaza televisada. Es el régimen sacando pecho y diciéndole al mundo, y sobre todo a Costa Rica, que las reglas de la civilización no aplican en su finca particular. La pregunta queda en el aire, y me gustaría saber qué piensan ustedes en el foro: Más allá de la indignación que todos sentimos, ¿qué creen que debería hacer Costa Rica? ¿Seguimos con el "deje así" diplomático o ya es hora de ponernos más serios con los vecinos del norte?