Seamos honestos, a todos nos cuadra encontrar una buena oferta. Esa sensación de llevarse un chunche a un precio que parece un regalo es casi un deporte nacional. Pero, ¿qué pasa cuando esa “ganga” es en realidad la punta de un iceberg de ilegalidad que nos puede salir carísimo? Diay, eso es justamente lo que acaba de quedar al descubierto con los operativos del MEIC, Hacienda y Salud en varios outlets del país. Y agárrense, porque los números son para sentarse a llorar: de 23 comercios visitados, 22 –o sea, un salvaje 96%– estaban operando al margen de la ley. ¡Qué despiche!
La Cámara de Comercio, por medio de su Observatorio de Comercio Ilícito (OBCI), ya pegó el grito al cielo, y con toda la razón del mundo. Ricardo Carvajal, el director, lo puso clarísimo: estos negocios se jactan de precios bajísimos porque, simple y sencillamente, no les da la gana de cumplir con las reglas del juego. Mientras el comercio formal se faja pagando impuestos, sacando permisos sanitarios y respondiendo por garantías, estos otros juegan con la cancha inclinada. Es una competencia desleal que ahoga al que sí hace las varas bien y, de paso, le ve la cara al consumidor.
Pero aquí es donde la vara se pone realmente fea. No estamos hablando solo de que los audífonos que compró dejen de sonar en una semana y no tenga a quién reclamarle. El operativo decomisó más de 3.500 productos que son una ruleta rusa para la salud. Imagínense: medicamentos sin registro, suplementos alimenticios de dudosa procedencia, cosméticos que a saber qué traen y hasta plaguicidas de uso doméstico vendidos como si fueran confites. Comprar uno de estos productos no es un ahorro, es jugarse que la salud se vaya al traste por unos cuantos colones. Es jalarse una torta monumental sin siquiera saberlo.
Y si usted cree que esto es nuevo, pues no. El año pasado, en un operativo similar, se encontraron más de 30 irregularidades y se decomisaron 1.700 chereques sin registro sanitario. O sea, el problema no solo persiste, sino que empeora. Lo que sí es el colmo del descaro, y aquí es donde uno no sabe si reír o llorar, es que cuando Diario Extra le preguntó al MEIC cuántos de estos outlets operan en el país, ¿saben qué respondieron? Que no saben. Que le pregunten a Hacienda. Mae, en serio. La entidad que supuestamente debe fiscalizar ni siquiera tiene un mapa del problema que enfrenta. Es como un bombero que no sabe dónde está el incendio.
Al final, el panorama es preocupante. Tenemos un montón de comercios vendiendo humo (y a veces veneno), consumidores en riesgo, empresas formales asfixiadas y, al parecer, autoridades que no tienen del todo claro su propio brete. El respaldo de la Cámara de Comercio a estos operativos es clave, pero es apenas una curita en una herida que necesita cirugía mayor. Necesitamos controles más fuertes, sí, pero también un poco más de malicia como consumidores para entender que, a veces, lo barato sale carísimo.
Diay, foreros, ¿qué opinan de esta vara? ¿Es culpa del consumidor por buscar lo barato, de los maes que montan estos negocios chuecos, o del Gobierno por no hacer bien su trabajo? ¿Han tenido alguna mala experiencia en uno de estos outlets? ¡Cuenten todo!
La Cámara de Comercio, por medio de su Observatorio de Comercio Ilícito (OBCI), ya pegó el grito al cielo, y con toda la razón del mundo. Ricardo Carvajal, el director, lo puso clarísimo: estos negocios se jactan de precios bajísimos porque, simple y sencillamente, no les da la gana de cumplir con las reglas del juego. Mientras el comercio formal se faja pagando impuestos, sacando permisos sanitarios y respondiendo por garantías, estos otros juegan con la cancha inclinada. Es una competencia desleal que ahoga al que sí hace las varas bien y, de paso, le ve la cara al consumidor.
Pero aquí es donde la vara se pone realmente fea. No estamos hablando solo de que los audífonos que compró dejen de sonar en una semana y no tenga a quién reclamarle. El operativo decomisó más de 3.500 productos que son una ruleta rusa para la salud. Imagínense: medicamentos sin registro, suplementos alimenticios de dudosa procedencia, cosméticos que a saber qué traen y hasta plaguicidas de uso doméstico vendidos como si fueran confites. Comprar uno de estos productos no es un ahorro, es jugarse que la salud se vaya al traste por unos cuantos colones. Es jalarse una torta monumental sin siquiera saberlo.
Y si usted cree que esto es nuevo, pues no. El año pasado, en un operativo similar, se encontraron más de 30 irregularidades y se decomisaron 1.700 chereques sin registro sanitario. O sea, el problema no solo persiste, sino que empeora. Lo que sí es el colmo del descaro, y aquí es donde uno no sabe si reír o llorar, es que cuando Diario Extra le preguntó al MEIC cuántos de estos outlets operan en el país, ¿saben qué respondieron? Que no saben. Que le pregunten a Hacienda. Mae, en serio. La entidad que supuestamente debe fiscalizar ni siquiera tiene un mapa del problema que enfrenta. Es como un bombero que no sabe dónde está el incendio.
Al final, el panorama es preocupante. Tenemos un montón de comercios vendiendo humo (y a veces veneno), consumidores en riesgo, empresas formales asfixiadas y, al parecer, autoridades que no tienen del todo claro su propio brete. El respaldo de la Cámara de Comercio a estos operativos es clave, pero es apenas una curita en una herida que necesita cirugía mayor. Necesitamos controles más fuertes, sí, pero también un poco más de malicia como consumidores para entender que, a veces, lo barato sale carísimo.
Diay, foreros, ¿qué opinan de esta vara? ¿Es culpa del consumidor por buscar lo barato, de los maes que montan estos negocios chuecos, o del Gobierno por no hacer bien su trabajo? ¿Han tenido alguna mala experiencia en uno de estos outlets? ¡Cuenten todo!