¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez. Resulta que el Ministerio de Hacienda decidió ponerle freno al presupuesto para mantener y mejorar nuestras queridas carreteras cantonales. Sí, esas que usamos día y noche, cargadas de buses, camionetas y hasta tractores. Un despiche total, porque mientras tanto, los impuestos a los combustibles siguen subiendo como espuma.
Para ponerlo claro, hablamos de unas 38.000 kilómetros de vías secundarias y terciarias que dan la vuelta al país. ¿Y qué les destinan? Pues unos míseros ¢119 millones. ¡Una ganga, eh! Pero no para los municipios, que ya están sudando frío pensando cómo van a arreglar baches, echar grava y mantener todo funcionando, especialmente ahora que la temporada de lluvias está a la vuelta de la esquina y los aguaceros nos quieren hacer la vida imposible.
Karen Porras, que dirige la Unión Nacional de Gobiernos Locales (UNGL), no se anduvo con rodeos y le soltó la bomba. Dijo que ni siquiera los ¢119 millones cumplen con lo que la ley dice que deberían recibir los ayuntamientos. Según ella, entre el impuesto a los combustibles se recolectan ¢635.562 millones, y la ley indica que un 22.25% de eso debería ir a las municipalidades, lo que serían aproximadamente ¢141.412 millones. ¡Pero no!, Hacienda sigue aferrada a sus ¢119.031 millones, la misma cifra del año pasado. ¡Qué vara!
Y para colmo, este año aumentaron la recaudación del impuesto a los combustibles en ¢5 mil millones, pero el presupuesto para las carreteras siguió igual. ¡No se puede creer! Esto significa que estamos perdiendo una oportunidad de oro para mejorar nuestra infraestructura vial y evitar que las cosas se pongan aún peor. Porque díganle a alguien que conoce las carreteras de Costa Rica... ¡son un brete mantenerlas en condiciones decentes!
Bernal Vargas, jefe de la Asociación Nacional de Alcaldías e Intendentes (ANAI), tampoco se quedó callado. Advirtió que este panorama podría cambiar en 2026, siempre y cuando Hacienda siga aumentando la recaudación del impuesto a los combustibles. Eso sí, añadió que todo depende de varios factores, como por ejemplo, el creciente número de carros eléctricos que circulan por nuestras calles. Imagínate, menos autos usando gasolina, menos dinero para arreglar las carreteras… ¡Un círculo vicioso!
Pero no todo está perdido. El Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (LANAMME-UCR) ha estado gritándolo a los cuatro vientos: nuestras carreteras cantonales son súper vulnerables. Sus estudios revelan que muchas de ellas son de lastre o tierra, con drenajes deficientes y poca atención al mantenimiento. ¡Un desastre esperando a ocurrir! Especialmente cuando llueve a cántaros y los ríos se desbordan llevándose pedazos de carretera. Erick Acosta, del LANAMME, insiste en que la falta de planificación y conservación preventiva nos sale caro a la larga. Es mucho más barato invertir en mantenimiento preventivo que tener que reparar emergencias constantemente.
Además de eso, recomiendan que los gobiernos locales fortalezcan su capacidad técnica, implementen planes viales a largo plazo y, sobre todo, inviertan en obras de drenaje. Porque un buen sistema de drenaje puede prolongar la vida útil de cualquier carretera, aunque sea de lastre. En fin, un llamado urgente a la acción para que el gobierno central escuche a los municipios y se dé cuenta de la importancia de invertir en nuestras carreteras cantonales. Al final, son estas vías las que conectan a las comunidades rurales con los centros urbanos, y son esenciales para nuestro desarrollo económico y social.
Con todo este panorama, ¿usted cree que el gobierno central tomará cartas en el asunto y aumentará el presupuesto para el mantenimiento de las carreteras cantonales, o seguiremos viendo cómo nuestras vías se deterioran cada vez más? ¿Cuál es la solución que usted propone para salir de este embrollo y asegurar que tengamos carreteras seguras y funcionales para todos?
Para ponerlo claro, hablamos de unas 38.000 kilómetros de vías secundarias y terciarias que dan la vuelta al país. ¿Y qué les destinan? Pues unos míseros ¢119 millones. ¡Una ganga, eh! Pero no para los municipios, que ya están sudando frío pensando cómo van a arreglar baches, echar grava y mantener todo funcionando, especialmente ahora que la temporada de lluvias está a la vuelta de la esquina y los aguaceros nos quieren hacer la vida imposible.
Karen Porras, que dirige la Unión Nacional de Gobiernos Locales (UNGL), no se anduvo con rodeos y le soltó la bomba. Dijo que ni siquiera los ¢119 millones cumplen con lo que la ley dice que deberían recibir los ayuntamientos. Según ella, entre el impuesto a los combustibles se recolectan ¢635.562 millones, y la ley indica que un 22.25% de eso debería ir a las municipalidades, lo que serían aproximadamente ¢141.412 millones. ¡Pero no!, Hacienda sigue aferrada a sus ¢119.031 millones, la misma cifra del año pasado. ¡Qué vara!
Y para colmo, este año aumentaron la recaudación del impuesto a los combustibles en ¢5 mil millones, pero el presupuesto para las carreteras siguió igual. ¡No se puede creer! Esto significa que estamos perdiendo una oportunidad de oro para mejorar nuestra infraestructura vial y evitar que las cosas se pongan aún peor. Porque díganle a alguien que conoce las carreteras de Costa Rica... ¡son un brete mantenerlas en condiciones decentes!
Bernal Vargas, jefe de la Asociación Nacional de Alcaldías e Intendentes (ANAI), tampoco se quedó callado. Advirtió que este panorama podría cambiar en 2026, siempre y cuando Hacienda siga aumentando la recaudación del impuesto a los combustibles. Eso sí, añadió que todo depende de varios factores, como por ejemplo, el creciente número de carros eléctricos que circulan por nuestras calles. Imagínate, menos autos usando gasolina, menos dinero para arreglar las carreteras… ¡Un círculo vicioso!
Pero no todo está perdido. El Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (LANAMME-UCR) ha estado gritándolo a los cuatro vientos: nuestras carreteras cantonales son súper vulnerables. Sus estudios revelan que muchas de ellas son de lastre o tierra, con drenajes deficientes y poca atención al mantenimiento. ¡Un desastre esperando a ocurrir! Especialmente cuando llueve a cántaros y los ríos se desbordan llevándose pedazos de carretera. Erick Acosta, del LANAMME, insiste en que la falta de planificación y conservación preventiva nos sale caro a la larga. Es mucho más barato invertir en mantenimiento preventivo que tener que reparar emergencias constantemente.
Además de eso, recomiendan que los gobiernos locales fortalezcan su capacidad técnica, implementen planes viales a largo plazo y, sobre todo, inviertan en obras de drenaje. Porque un buen sistema de drenaje puede prolongar la vida útil de cualquier carretera, aunque sea de lastre. En fin, un llamado urgente a la acción para que el gobierno central escuche a los municipios y se dé cuenta de la importancia de invertir en nuestras carreteras cantonales. Al final, son estas vías las que conectan a las comunidades rurales con los centros urbanos, y son esenciales para nuestro desarrollo económico y social.
Con todo este panorama, ¿usted cree que el gobierno central tomará cartas en el asunto y aumentará el presupuesto para el mantenimiento de las carreteras cantonales, o seguiremos viendo cómo nuestras vías se deterioran cada vez más? ¿Cuál es la solución que usted propone para salir de este embrollo y asegurar que tengamos carreteras seguras y funcionales para todos?
