Mae, si pensaban que la política tica ya no podía ponerse más... pintoresca, Pueblo Soberano siempre encuentra la forma de subir la parada. Diay, la última vara que se jalaron parece sacada de un reality show, pero con implicaciones que dan de todo menos risa. Imagínense la escena: los fiscales del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), esos maes que tienen el brete de asegurarse que todo vaya en orden, están tranquilos en una asamblea del PPSO el pasado 7 de setiembre. De repente, se les planta de frente Virginia Corrales, la vocal 1 del partido, y les arma un despiche marca mayor. No fue un reclamo cualquiera, no. Según el informe oficial del TSE, la señora llegó en un “tono amenazante” a pedirles cuentas. ¡Qué torta!
Y aquí es donde la vara se pone buena. ¿Por qué estaba tan molesta doña Virginia? Resulta que los mismos fiscalizadores habían estado en otra asamblea el 24 de agosto y, como es su deber, documentaron todo lo que vieron. Y vaya que vieron. En ese informe anterior, dejaron constancia de un “cruce de palabras” entre Corrales y otro delegado, Carlos Vásquez. Según el documento, ella actuó de una “manera muy malcriada y gritando por toda la sala”. Lo más carga del asunto es que, al encarar a los fiscales, Corrales supuestamente les tiró la carta de la “violencia de género”, alegando que al consignar su comportamiento la estaban violentando. Una jugada, como mínimo, atrevida, cuando el reclamo era por documentar un hecho público.
Claro, uno se pregunta qué tan grave fue ese “cruce de palabras” para que la cosa escalara a este nivel. Gracias al periodismo, tenemos los detalles, y mae... esto ya parece patio de escuela. El mismo delegado, Vásquez, confirmó el pleito y no se guardó nada. Contó que Corrales le gritaba “comunista y chancletudo del Frente Amplio”, a lo que él respondía con un elegante “vieja bruja”. Con ese nivel de debate, ¿quién necesita propuestas políticas? Es un sainete en toda regla. Los fiscalizadores, en lugar de engancharse, le dijeron a Corrales que si tenía alguna queja, la presentara formalmente ante el TSE, pero que a ellos los dejara hacer su brete en paz y sin esos aires.
Ahora, si este episodio les suena a un evento aislado, es porque quizás no han seguido de cerca la trayectoria de los protagonistas. Virginia Corrales no es una figura nueva en el ojo del huracán. Recordemos que su nombre ya había sonado fuerte en 2023, cuando el famoso personaje “Piero Calandrelli” la señaló por haberle pagado (a través de un tercero, para variar) para que le diera pelota y exaltara a Pueblo Soberano en redes sociales. Es decir, ya hay un patrón de comportamiento que, por lo menos, levanta una que otra ceja. Este nuevo altercado con el TSE no hace más que añadir otra capa a un perfil político que parece sentirse más cómodo en la confrontación que en el consenso.
Al final, más allá del chisme y del novelón, este incidente deja preguntas serias sobre la mesa. ¿Qué clase de cultura política se está cocinando dentro de agrupaciones como Pueblo Soberano, donde amenazar a un fiscal del TSE parece ser una opción viable? Cuando los insultos reemplazan a las ideas y la intimidación al diálogo, el que pierde es el sistema democrático entero. Los fiscales del TSE estaban ahí para garantizar la transparencia, un pilar fundamental de nuestra democracia, y se toparon con un intento de amedrentamiento. Diay, maes, la cosa está color de hormiga. ¿Ustedes qué opinan? ¿Es esto solo el “calor del momento” en un partido polémico o es un síntoma de algo mucho más podrido en nuestra política? ¡Los leo!
Y aquí es donde la vara se pone buena. ¿Por qué estaba tan molesta doña Virginia? Resulta que los mismos fiscalizadores habían estado en otra asamblea el 24 de agosto y, como es su deber, documentaron todo lo que vieron. Y vaya que vieron. En ese informe anterior, dejaron constancia de un “cruce de palabras” entre Corrales y otro delegado, Carlos Vásquez. Según el documento, ella actuó de una “manera muy malcriada y gritando por toda la sala”. Lo más carga del asunto es que, al encarar a los fiscales, Corrales supuestamente les tiró la carta de la “violencia de género”, alegando que al consignar su comportamiento la estaban violentando. Una jugada, como mínimo, atrevida, cuando el reclamo era por documentar un hecho público.
Claro, uno se pregunta qué tan grave fue ese “cruce de palabras” para que la cosa escalara a este nivel. Gracias al periodismo, tenemos los detalles, y mae... esto ya parece patio de escuela. El mismo delegado, Vásquez, confirmó el pleito y no se guardó nada. Contó que Corrales le gritaba “comunista y chancletudo del Frente Amplio”, a lo que él respondía con un elegante “vieja bruja”. Con ese nivel de debate, ¿quién necesita propuestas políticas? Es un sainete en toda regla. Los fiscalizadores, en lugar de engancharse, le dijeron a Corrales que si tenía alguna queja, la presentara formalmente ante el TSE, pero que a ellos los dejara hacer su brete en paz y sin esos aires.
Ahora, si este episodio les suena a un evento aislado, es porque quizás no han seguido de cerca la trayectoria de los protagonistas. Virginia Corrales no es una figura nueva en el ojo del huracán. Recordemos que su nombre ya había sonado fuerte en 2023, cuando el famoso personaje “Piero Calandrelli” la señaló por haberle pagado (a través de un tercero, para variar) para que le diera pelota y exaltara a Pueblo Soberano en redes sociales. Es decir, ya hay un patrón de comportamiento que, por lo menos, levanta una que otra ceja. Este nuevo altercado con el TSE no hace más que añadir otra capa a un perfil político que parece sentirse más cómodo en la confrontación que en el consenso.
Al final, más allá del chisme y del novelón, este incidente deja preguntas serias sobre la mesa. ¿Qué clase de cultura política se está cocinando dentro de agrupaciones como Pueblo Soberano, donde amenazar a un fiscal del TSE parece ser una opción viable? Cuando los insultos reemplazan a las ideas y la intimidación al diálogo, el que pierde es el sistema democrático entero. Los fiscales del TSE estaban ahí para garantizar la transparencia, un pilar fundamental de nuestra democracia, y se toparon con un intento de amedrentamiento. Diay, maes, la cosa está color de hormiga. ¿Ustedes qué opinan? ¿Es esto solo el “calor del momento” en un partido polémico o es un síntoma de algo mucho más podrido en nuestra política? ¡Los leo!