¡Ay, patético! Siempre igual, ¿verdad? La Unión Europea, moviéndose con su rollo de acuerdos ambientales. Esta vez, se pusieron las pilas y lograron un pacto para bajar un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2040. Suenan bien las cosas, diay, pero siempre hay un "pero". A ver qué sale de este brete.
La verdad es que, desde hace tiempo, la UE se ha posicionado como líder en temas climáticos, dejando atrás a otros gigantes como China, Estados Unidos e India, que sí tienen sus emisiones bajo el brazo. Han bajado sus emisiones un 37% respecto a 1990, eso sí es cargarle a la responsabilidad, mae. Pero ahora, con este nuevo acuerdo, quieren ir a toda máquina, aunque algunos países estén arrastrando los pies, como siempre.
Lo que más me llama la atención es que han permitido que el 5% de las metas de reducción puedan contarse utilizando bonos de carbono comprados a proyectos fuera de Europa. ¡Qué carga! Esto abre la puerta a que algunas empresas simplemente paguen para “lavar” su conciencia en lugar de cambiar realmente sus procesos. Algunos activistas ya le están tirándole con todo, diciendo que están sacando la campaña anti-cambio climático del continente y llevándola a buscar soluciones baratas en otros lugares.
Y ni hablar de Polonia y Hungría, que siempre le meten el dedo en la llaga. Por ellos, el sistema de comercio de emisiones para el transporte por carretera y la calefacción de edificios se retrasó hasta el 2028. ¡Tremendo despiche! Uno esperaría que estas cosas fueran prioritarias, pero parece que prefieren mantener sus intereses económicos a corto plazo, sin pensar en el futuro.
Ahora, si la cosa se pone fea, podrían llegar a permitir que otro 5% de los objetivos se compensen con créditos de los mercados internacionales de carbono. ¡Esto huele a chamaco! Parece que están buscando atajos y excusas para no tener que hacer cambios reales en sus economías. Deberían ponerle más ganas al asunto, que no estamos jugando con canicas.
Pero ojo, que esto todavía tiene que pasar por la aprobación formal de los 27 estados miembros de la UE y del Parlamento Europeo. Ahí pueden surgir sorpresas, y es posible que el acuerdo final sea diferente al que se firmó hoy. Unos políticos tiran pa’ un lado, otros pa’ el otro, pura jugada. A veces da pena ver cómo se manejan estos asuntos, pero bueno, así es el mundo, ¿qué vamos a hacer?
Si nos ponemos a pensar, Costa Rica, con su visión de país sostenible, debería estar observando de cerca lo que pasa en Europa. Tenemos mucho que aprender de sus aciertos y también de sus errores. Quizás podríamos proponerles alguna idea, compartir nuestras experiencias en cuanto a energías renovables y conservación de nuestros bosques. Sería una oportunidad de oro para fortalecer nuestra imagen internacional.
En fin, este acuerdo es un paso importante, pero queda claro que aún hay mucho camino por recorrer. ¿Ustedes creen que la Unión Europea logrará cumplir su promesa de reducir las emisiones en un 90% para 2040, o terminarán recurriendo a trucos y excusas para evitar asumir responsabilidades? Cuéntenme qué piensan, chunches!
La verdad es que, desde hace tiempo, la UE se ha posicionado como líder en temas climáticos, dejando atrás a otros gigantes como China, Estados Unidos e India, que sí tienen sus emisiones bajo el brazo. Han bajado sus emisiones un 37% respecto a 1990, eso sí es cargarle a la responsabilidad, mae. Pero ahora, con este nuevo acuerdo, quieren ir a toda máquina, aunque algunos países estén arrastrando los pies, como siempre.
Lo que más me llama la atención es que han permitido que el 5% de las metas de reducción puedan contarse utilizando bonos de carbono comprados a proyectos fuera de Europa. ¡Qué carga! Esto abre la puerta a que algunas empresas simplemente paguen para “lavar” su conciencia en lugar de cambiar realmente sus procesos. Algunos activistas ya le están tirándole con todo, diciendo que están sacando la campaña anti-cambio climático del continente y llevándola a buscar soluciones baratas en otros lugares.
Y ni hablar de Polonia y Hungría, que siempre le meten el dedo en la llaga. Por ellos, el sistema de comercio de emisiones para el transporte por carretera y la calefacción de edificios se retrasó hasta el 2028. ¡Tremendo despiche! Uno esperaría que estas cosas fueran prioritarias, pero parece que prefieren mantener sus intereses económicos a corto plazo, sin pensar en el futuro.
Ahora, si la cosa se pone fea, podrían llegar a permitir que otro 5% de los objetivos se compensen con créditos de los mercados internacionales de carbono. ¡Esto huele a chamaco! Parece que están buscando atajos y excusas para no tener que hacer cambios reales en sus economías. Deberían ponerle más ganas al asunto, que no estamos jugando con canicas.
Pero ojo, que esto todavía tiene que pasar por la aprobación formal de los 27 estados miembros de la UE y del Parlamento Europeo. Ahí pueden surgir sorpresas, y es posible que el acuerdo final sea diferente al que se firmó hoy. Unos políticos tiran pa’ un lado, otros pa’ el otro, pura jugada. A veces da pena ver cómo se manejan estos asuntos, pero bueno, así es el mundo, ¿qué vamos a hacer?
Si nos ponemos a pensar, Costa Rica, con su visión de país sostenible, debería estar observando de cerca lo que pasa en Europa. Tenemos mucho que aprender de sus aciertos y también de sus errores. Quizás podríamos proponerles alguna idea, compartir nuestras experiencias en cuanto a energías renovables y conservación de nuestros bosques. Sería una oportunidad de oro para fortalecer nuestra imagen internacional.
En fin, este acuerdo es un paso importante, pero queda claro que aún hay mucho camino por recorrer. ¿Ustedes creen que la Unión Europea logrará cumplir su promesa de reducir las emisiones en un 90% para 2040, o terminarán recurriendo a trucos y excusas para evitar asumir responsabilidades? Cuéntenme qué piensan, chunches!
