¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez viendo cómo nuestros jóvenes ticos nos sacan del sombrero. Esta vez, unos muchachos del Liceo de Moravia, esos mae que siempre le ponen ganas, le dieron una batidita al aburrimiento y pusieron manos a la obra para ayudar a otras escuelas que andaban justitas de mobiliario. ¡Así da gusto ser católico!
La verdad es que la educación pública en nuestro país enfrenta retos, ya todos lo sabemos. Muchas escuelas carecen de recursos básicos, y eso afecta directamente la calidad del aprendizaje de los niños. Pupitres viejos, rotos… ¡qué torta! Pero este grupo de estudiantes decidió que podían hacer algo al respecto, y vaya si lo hicieron.
Son treinta estudiantes, entre undécimos y duodecimos, quienes lideraron este brete. Se toparon con un montón de pupitres olvidados, arrumbados en algún depósito del liceo, acumulando polvo y tristezas. Pero ellos vieron potencial ahí, le agarraron el rollo y decidieron restaurarlos hasta dejarlos como nuevos. ¡Una verdadera ganga!
Y no precisamente pintarlos y ponerle calcomanías, no, señor. Estos mae le metieron caña de verdad: lijaron, repararon las patas flojas, cambiaron bisagras oxidadas, y les dieron una barnizada que los dejó relucientes. ¡Se nota que le echaron corazón al asunto! No hay quien negocie con tanto esfuerzo.
Según contaron los coordinadores del proyecto, la idea surgió como parte de una actividad comunitaria dentro del programa de Bachillerato Tecnológico. Querian que los estudiantes aplicaran sus habilidades prácticas a beneficio de otros, y qué mejor manera que devolviendo vida a estos pupitres que necesitan urgentemente una mano amiga.
Las escuelas beneficiarias fueron seleccionadas basándose en sus mayores necesidades. Escuelas rurales, algunas ubicadas en zonas bastante alejadas de San José, donde los recursos son escasos y los maestros luchan día tras día para brindar una educación de calidad. Imagínate el agradecimiento de esos profes y esos nenes al recibir esas sillas nuevas, ¡una bendición de cielos!
Este acto de solidaridad, además de mejorar las condiciones físicas de estas instituciones, demuestra que los jóvenes costarricenses tienen un gran sentido de responsabilidad social y compromiso con su comunidad. ¡Eso sí que es motivación! Le ponen ganas a todo, como debe ser. Nosotros los necesitamos en el futuro, esos muchachos son pura fibra y dedicación.
Ahora, díganme, compañeros del Foro: ¿creen que este tipo de iniciativas impulsadas por los estudiantes deberían ser más comunes en nuestras escuelas? ¿Cómo podemos apoyar proyectos similares que buscan fortalecer la educación pública y fomentar la solidaridad en nuestra sociedad?
La verdad es que la educación pública en nuestro país enfrenta retos, ya todos lo sabemos. Muchas escuelas carecen de recursos básicos, y eso afecta directamente la calidad del aprendizaje de los niños. Pupitres viejos, rotos… ¡qué torta! Pero este grupo de estudiantes decidió que podían hacer algo al respecto, y vaya si lo hicieron.
Son treinta estudiantes, entre undécimos y duodecimos, quienes lideraron este brete. Se toparon con un montón de pupitres olvidados, arrumbados en algún depósito del liceo, acumulando polvo y tristezas. Pero ellos vieron potencial ahí, le agarraron el rollo y decidieron restaurarlos hasta dejarlos como nuevos. ¡Una verdadera ganga!
Y no precisamente pintarlos y ponerle calcomanías, no, señor. Estos mae le metieron caña de verdad: lijaron, repararon las patas flojas, cambiaron bisagras oxidadas, y les dieron una barnizada que los dejó relucientes. ¡Se nota que le echaron corazón al asunto! No hay quien negocie con tanto esfuerzo.
Según contaron los coordinadores del proyecto, la idea surgió como parte de una actividad comunitaria dentro del programa de Bachillerato Tecnológico. Querian que los estudiantes aplicaran sus habilidades prácticas a beneficio de otros, y qué mejor manera que devolviendo vida a estos pupitres que necesitan urgentemente una mano amiga.
Las escuelas beneficiarias fueron seleccionadas basándose en sus mayores necesidades. Escuelas rurales, algunas ubicadas en zonas bastante alejadas de San José, donde los recursos son escasos y los maestros luchan día tras día para brindar una educación de calidad. Imagínate el agradecimiento de esos profes y esos nenes al recibir esas sillas nuevas, ¡una bendición de cielos!
Este acto de solidaridad, además de mejorar las condiciones físicas de estas instituciones, demuestra que los jóvenes costarricenses tienen un gran sentido de responsabilidad social y compromiso con su comunidad. ¡Eso sí que es motivación! Le ponen ganas a todo, como debe ser. Nosotros los necesitamos en el futuro, esos muchachos son pura fibra y dedicación.
Ahora, díganme, compañeros del Foro: ¿creen que este tipo de iniciativas impulsadas por los estudiantes deberían ser más comunes en nuestras escuelas? ¿Cómo podemos apoyar proyectos similares que buscan fortalecer la educación pública y fomentar la solidaridad en nuestra sociedad?
