¡Aguante! Resulta que ahora el New York Times, esos gringos, se dieron cuenta de algo que nosotros, los nacionales, llevamos tiempo digiriendo: viajar en Costa Rica no tiene por qué costar un riñón. Publicaron una guía para “tacaños” – como ellos le dicen –, llena de tips para ahorrarle lana a la cartera sin perderse las cositas bonitas que nuestro país tiene para ofrecer. Un poco tarde, pero bienvenido seas el dato, ¿eh?
La verdad, con tanto turista pagando precios inflados, ya uno casi se olvida que todavía era posible disfrutar de este paraíso sin hipotecarse. Pero The New York Times, con su columnista Elaine Glusac, parece haber descubierto la pólvora. Según ella, la clave está en moverse fuera de la temporada alta, buscar opciones de transporte terrestre y aventurarse por rutas menos conocidas. ¡Diay!, pensándolo bien, esto no es ningún secreto, pero tenerlo avalado por un medio así le da otra vibra.
El artículo pone énfasis en cómo el alquiler de carros cambia radicalmente de precio dependiendo de cuándo vayas. En febrero, te pueden pedir más de 600 verdes a la semana; en septiembre, bajan a unos 237. ¡Una diferencia abismal! Eso sí que es un chunche para los que estamos buscando sacarle provecho al brete y no gastarnos toda la paga en gasolina y alquiler. Y claro, nos recuerdan que mayo y noviembre son meses ideales para visitar, cuando la cosa se relaja un poquito y los precios se acomodan.
Pero no solo hablan de carros. También explotan la idea de ir a lugares menos mainstream, aquellos pueblos donde el turista masivo aún no ha llegado a imponer sus precios exorbitantes. Empiezan por el Volcán Poás, donde visitan la Hacienda Doka, un café que además de enseñarte cómo producen el grano, te echa unas degustaciones que ni hablar. Luego se fueron a dormir al Poas Volcano Lodge, un lugar con chimenea, senderos privados y unas tarifas más amigables que cualquier resort cinco estrellas en Tamarindo.
De ahí, la aventura continuó en San Gerardo de Dota, ese rincón mágico en la Cordillera de Talamanca famoso por sus bosques nubosos y, obvio, el quetzal. Ahí, gracias a los guías locales, lograron ver hasta ocho de esas aves hermosas en una mañana. Imagínate, ¡en Monteverde eso es prácticamente imposible si vas en temporada alta! Además, se hospedaron en el Savegre Hotel Natural Reserve & Spa, que te da acceso a senderos privados y a la naturaleza pura. Una verdadera ganga, vamos.
Después, pasaron por Dominical, un pueblito bohemio en el Pacífico Sur, donde los precios son mucho más razonables que en otras partes de la costa. Desde ahí, se lanzaron a conocer las Cataratas de Nauyaca, ¡de esas que te dejan boquiabierto!, y se subieron a un tour para avistar ballenas en Uvita, la puerta de entrada al Parque Nacional Marino Ballena. Definitivamente, se esforzaron por mostrar que Costa Rica tiene muchísimo más que lo que vemos en los folletos publicitarios.
Para terminar, hicieron una parada en el Parque Nacional Manuel Antonio, un clásico que nunca falla. Sí, hay mucha gente, pero el artículo recalca que en temporada baja la experiencia es mucho más tranquila, más relajada y, lo más importante, más barata. A pesar de alguna que otra lluvia – ¡qué le vamos a hacer, es temporada lluviosa! – el ahorro y la ausencia de multitudes compensan con creces cualquier inconveniente.
En fin, el artículo del New York Times confirma lo que muchos ya sabíamos: viajar barato en Costa Rica es totalmente factible. Se trata de cambiar un poco la mentalidad, alejarse de los clichés turísticos y estar dispuesto a explorar nuevos rincones. Ahora, dime tú, ¿cuál es tu truco favorito para viajar por Costa Rica sin gastar una fortuna? ¡Déjanos tus dicas en los comentarios!
La verdad, con tanto turista pagando precios inflados, ya uno casi se olvida que todavía era posible disfrutar de este paraíso sin hipotecarse. Pero The New York Times, con su columnista Elaine Glusac, parece haber descubierto la pólvora. Según ella, la clave está en moverse fuera de la temporada alta, buscar opciones de transporte terrestre y aventurarse por rutas menos conocidas. ¡Diay!, pensándolo bien, esto no es ningún secreto, pero tenerlo avalado por un medio así le da otra vibra.
El artículo pone énfasis en cómo el alquiler de carros cambia radicalmente de precio dependiendo de cuándo vayas. En febrero, te pueden pedir más de 600 verdes a la semana; en septiembre, bajan a unos 237. ¡Una diferencia abismal! Eso sí que es un chunche para los que estamos buscando sacarle provecho al brete y no gastarnos toda la paga en gasolina y alquiler. Y claro, nos recuerdan que mayo y noviembre son meses ideales para visitar, cuando la cosa se relaja un poquito y los precios se acomodan.
Pero no solo hablan de carros. También explotan la idea de ir a lugares menos mainstream, aquellos pueblos donde el turista masivo aún no ha llegado a imponer sus precios exorbitantes. Empiezan por el Volcán Poás, donde visitan la Hacienda Doka, un café que además de enseñarte cómo producen el grano, te echa unas degustaciones que ni hablar. Luego se fueron a dormir al Poas Volcano Lodge, un lugar con chimenea, senderos privados y unas tarifas más amigables que cualquier resort cinco estrellas en Tamarindo.
De ahí, la aventura continuó en San Gerardo de Dota, ese rincón mágico en la Cordillera de Talamanca famoso por sus bosques nubosos y, obvio, el quetzal. Ahí, gracias a los guías locales, lograron ver hasta ocho de esas aves hermosas en una mañana. Imagínate, ¡en Monteverde eso es prácticamente imposible si vas en temporada alta! Además, se hospedaron en el Savegre Hotel Natural Reserve & Spa, que te da acceso a senderos privados y a la naturaleza pura. Una verdadera ganga, vamos.
Después, pasaron por Dominical, un pueblito bohemio en el Pacífico Sur, donde los precios son mucho más razonables que en otras partes de la costa. Desde ahí, se lanzaron a conocer las Cataratas de Nauyaca, ¡de esas que te dejan boquiabierto!, y se subieron a un tour para avistar ballenas en Uvita, la puerta de entrada al Parque Nacional Marino Ballena. Definitivamente, se esforzaron por mostrar que Costa Rica tiene muchísimo más que lo que vemos en los folletos publicitarios.
Para terminar, hicieron una parada en el Parque Nacional Manuel Antonio, un clásico que nunca falla. Sí, hay mucha gente, pero el artículo recalca que en temporada baja la experiencia es mucho más tranquila, más relajada y, lo más importante, más barata. A pesar de alguna que otra lluvia – ¡qué le vamos a hacer, es temporada lluviosa! – el ahorro y la ausencia de multitudes compensan con creces cualquier inconveniente.
En fin, el artículo del New York Times confirma lo que muchos ya sabíamos: viajar barato en Costa Rica es totalmente factible. Se trata de cambiar un poco la mentalidad, alejarse de los clichés turísticos y estar dispuesto a explorar nuevos rincones. Ahora, dime tú, ¿cuál es tu truco favorito para viajar por Costa Rica sin gastar una fortuna? ¡Déjanos tus dicas en los comentarios!