¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que ayer, día 29 de octubre, miles de estudiantes de todo el país quedaron varados en medio de la Prueba Nacional Estandarizada. Imagínate el estrés, la preparación… y pum, se va todo al traste por un problemilla técnico. El MEP, claro, anda diciendo que fue un ‘incidente tecnológico global’, como si eso nos calmara a nosotros, que tenemos hijos estudiando.
Según el Ministerio, la falla afectó a 5,138 estudiantes, lo que representa casi el 10% del total que debía rendir la prueba. De esos, algunos lograron entrar, otros no tanto. El sistema, aparentemente, colapsó debido a problemas con los servidores que había contratado el MEP. Vamos, que pagamos por un servicio y no nos dieron ni chin ni changüero.
Y pa’ complicarle al asunto, el 83% de los estudiantes hizo la prueba en papel, así que ellos andan tranquilos. Pero los del 17% que le apostaron a la tecnología... ahí sí que se les cayó el mundo encima. Álvaro Artavia, el director de Gestión y Evaluación, salió a explicar que esto era “completamente fuera del control nacional”. ¡Pero a quién le importa eso ahora! A mis hijos les preocupa aprobar la prueba, no saber quién se equivocó en un contrato internacional.
El MEP dice que activó un plan de contingencia, y que van a dar otra oportunidad a estos estudiantes entre el 10 y el 14 de noviembre. Prometen que nadie se verá perjudicado, que los resultados saldrán en la misma fecha, y bla, bla, bla… Ya sabemos cómo funcionan estas cosas. Esperemos que sí cumplan, porque imagínate el bronco que se armaría si alargan el brete a nuestros jóvenes.
Ahora, bueno, entiendo que la gestión de cualquier implementación tecnológica a gran escala conlleva riesgos, pero hablando claro, ¡qué descuido! Uno esperaría que el Ministerio tuviera un plan B más sólido, especialmente para algo tan importante como la educación de nuestros niños. Este tipo de fallas deja ver que quizás estamos confiando demasiado en empresas externas sin tener suficientes garantías de que pueden cumplir con sus compromisos.
Se rumorea que están revisando los contratos con los proveedores para evitar que esto vuelva a pasar, pero vamos, que después de este fiasco, uno ya no sabe qué creer. Que pongan manos a la obra, porque esto ha generado mucha incertidumbre y frustración en la comunidad educativa. Los padres estamos más que preocupados, y los estudiantes, imagínate el aguijón que sienten por haber perdido tiempo y esfuerzo en un examen que, técnicamente, no pudieron terminar.
Y no olvidemos que este no es el único problema que enfrenta la educación pública en Costa Rica. Falta de recursos, maestros quemados, infraestructura deficiente… Esta falla es solo la cereza del pastel de un sistema que necesita urgentemente una revisión profunda. Tenemos que exigirle cuentas a nuestros representantes, porque la calidad de la educación es fundamental para el futuro de nuestro país. Además, hay que preguntarnos qué tan dependientes somos de tecnologías externas que pueden dejarnos secos en cualquier momento.
En fin, una situación lamentable que pone en evidencia las debilidades de nuestro sistema educativo. Ahora me pregunto, ¿cree usted que el MEP debería considerar seriamente limitar su dependencia de plataformas digitales para exámenes estandarizados, o que se trata simplemente de un ajuste menor en un sistema que, en general, funciona bien?
Según el Ministerio, la falla afectó a 5,138 estudiantes, lo que representa casi el 10% del total que debía rendir la prueba. De esos, algunos lograron entrar, otros no tanto. El sistema, aparentemente, colapsó debido a problemas con los servidores que había contratado el MEP. Vamos, que pagamos por un servicio y no nos dieron ni chin ni changüero.
Y pa’ complicarle al asunto, el 83% de los estudiantes hizo la prueba en papel, así que ellos andan tranquilos. Pero los del 17% que le apostaron a la tecnología... ahí sí que se les cayó el mundo encima. Álvaro Artavia, el director de Gestión y Evaluación, salió a explicar que esto era “completamente fuera del control nacional”. ¡Pero a quién le importa eso ahora! A mis hijos les preocupa aprobar la prueba, no saber quién se equivocó en un contrato internacional.
El MEP dice que activó un plan de contingencia, y que van a dar otra oportunidad a estos estudiantes entre el 10 y el 14 de noviembre. Prometen que nadie se verá perjudicado, que los resultados saldrán en la misma fecha, y bla, bla, bla… Ya sabemos cómo funcionan estas cosas. Esperemos que sí cumplan, porque imagínate el bronco que se armaría si alargan el brete a nuestros jóvenes.
Ahora, bueno, entiendo que la gestión de cualquier implementación tecnológica a gran escala conlleva riesgos, pero hablando claro, ¡qué descuido! Uno esperaría que el Ministerio tuviera un plan B más sólido, especialmente para algo tan importante como la educación de nuestros niños. Este tipo de fallas deja ver que quizás estamos confiando demasiado en empresas externas sin tener suficientes garantías de que pueden cumplir con sus compromisos.
Se rumorea que están revisando los contratos con los proveedores para evitar que esto vuelva a pasar, pero vamos, que después de este fiasco, uno ya no sabe qué creer. Que pongan manos a la obra, porque esto ha generado mucha incertidumbre y frustración en la comunidad educativa. Los padres estamos más que preocupados, y los estudiantes, imagínate el aguijón que sienten por haber perdido tiempo y esfuerzo en un examen que, técnicamente, no pudieron terminar.
Y no olvidemos que este no es el único problema que enfrenta la educación pública en Costa Rica. Falta de recursos, maestros quemados, infraestructura deficiente… Esta falla es solo la cereza del pastel de un sistema que necesita urgentemente una revisión profunda. Tenemos que exigirle cuentas a nuestros representantes, porque la calidad de la educación es fundamental para el futuro de nuestro país. Además, hay que preguntarnos qué tan dependientes somos de tecnologías externas que pueden dejarnos secos en cualquier momento.
En fin, una situación lamentable que pone en evidencia las debilidades de nuestro sistema educativo. Ahora me pregunto, ¿cree usted que el MEP debería considerar seriamente limitar su dependencia de plataformas digitales para exámenes estandarizados, o que se trata simplemente de un ajuste menor en un sistema que, en general, funciona bien?