Ay, Dios mío, qué bronca la que se armó allá en Estados Unidos. Resulta que los aeropuertos más grandes, esos donde la gente va pa' relajarse y volar a Disney, andan cancelando vuelos a diestra y siniestra. Todo por culpa de un cierre del gobierno federal, ¡pero uno que va por años ahora! Ya ni me sorprendo, porque parece que allá nunca consiguen ponerse de acuerdo.
La parada es así: los controladores de tráfico aéreo, esos que tienen la responsabilidad de que los aviones lleguen y salgan seguros, llevan semanas trabajando sin recibir su paguita. Imagínate tú, ahí batallando con el estrés, la presión, y encima pensando cómo le vas a hacer pa' pagar los servicios. Ni modo, algunos ya andan buscando chambas extras, y eso afecta la operación general de todo el sistema aéreo. Dicen que faltan entre dos mil y tres mil tipos, ¡una barbaridad!
Y ojo, que esto no es solo un problemita local. Estamos hablando de aeropuertos como Miami, Orlando, Fort Lauderdale, Nueva York, Chicago... ¡los puntos cardinales del cielo gringo! El Secretario de Transporte, Sean Duffy, salió a decir que están bajo mucha presión y que entienden la bronca que viven, pero bueno, palabras son palabras. Lo importante es que la seguridad de los vuelos no se vea comprometida, aunque eso signifique cancelaciones y retrasos.
El Aeropuerto Internacional de Miami, ese que mueve a medio continente, recibe casi sesenta millones de pasajeros al año. Piensa en cuánta gente depende de él para conectar con sus destinos, para ir a visitar familiares, para hacer negocios... Un recorte así les pega duro a las aerolíneas internacionales y a todos los que usan el aeropuerto como punto de conexión. Afortunadamente, dicen que todavía están operando con normalidad, pero la alcaldesa Daniella Levine Cava ya expresó su preocupación por el impacto económico que esto puede traerle al condado. Es que, vamos, el aeropuerto es como el corazón de la economía miamense, si falla el corazón, todo el cuerpo sufre.
Pero no todo es Miami, la cosa está clavada en todo el país. Parece que cuarenta aeropuertos van a tener que reducir su capacidad operativa. Desde Los Ángeles hasta Boston, pasando por Chicago y Dallas, nadie se salva. La FAA dice que lo hacen basándose en datos operativos y para evitar mayores problemas, pero claro, a los usuarios les da igual, ¡ellos quieren volar y llegar a tiempo!
Y aquí viene la vaina que nos preocupa a nosotros, los ticos: ¿esto nos va a afectar? Por ahora, los aeropuertos de Costa Rica dicen que todo está tranquilo, que no hay cancelaciones directas ni nada por el estilo. Pero bueno, sabiendo cómo son las cosas, nunca se sabe cuándo puede cambiar el viento. Los vuelos de conexión pueden verse alterados, los precios podrían subir, y el estrés de viajar, pues se multiplica.
Desde luego, toda esta situación pone en evidencia lo frágil que es el sistema global de transporte aéreo. Dependemos mucho de unos pocos actores, y cuando uno falla, todos sentimos el tirón. Además, demuestra que las decisiones políticas, aunque parezcan lejanas, pueden tener consecuencias reales en nuestras vidas. Este cierre del gobierno estadounidense es el más largo de la historia, y parece que no hay señales de que se vaya a resolver pronto. El Congreso anda pataleando, los políticos peleando, y mientras tanto, los viajeros nos quedamos con la incertidumbre y la posibilidad de perder nuestros vuelos. Una verdadera torta.
Ahora dime, ¿crees que deberíamos estar tomando precauciones extra ante esta situación, como reservar vuelos con más anticipación o considerar alternativas de viaje? ¿O crees que esto solo es un rumor exagerado que se irá disipando con el tiempo?
La parada es así: los controladores de tráfico aéreo, esos que tienen la responsabilidad de que los aviones lleguen y salgan seguros, llevan semanas trabajando sin recibir su paguita. Imagínate tú, ahí batallando con el estrés, la presión, y encima pensando cómo le vas a hacer pa' pagar los servicios. Ni modo, algunos ya andan buscando chambas extras, y eso afecta la operación general de todo el sistema aéreo. Dicen que faltan entre dos mil y tres mil tipos, ¡una barbaridad!
Y ojo, que esto no es solo un problemita local. Estamos hablando de aeropuertos como Miami, Orlando, Fort Lauderdale, Nueva York, Chicago... ¡los puntos cardinales del cielo gringo! El Secretario de Transporte, Sean Duffy, salió a decir que están bajo mucha presión y que entienden la bronca que viven, pero bueno, palabras son palabras. Lo importante es que la seguridad de los vuelos no se vea comprometida, aunque eso signifique cancelaciones y retrasos.
El Aeropuerto Internacional de Miami, ese que mueve a medio continente, recibe casi sesenta millones de pasajeros al año. Piensa en cuánta gente depende de él para conectar con sus destinos, para ir a visitar familiares, para hacer negocios... Un recorte así les pega duro a las aerolíneas internacionales y a todos los que usan el aeropuerto como punto de conexión. Afortunadamente, dicen que todavía están operando con normalidad, pero la alcaldesa Daniella Levine Cava ya expresó su preocupación por el impacto económico que esto puede traerle al condado. Es que, vamos, el aeropuerto es como el corazón de la economía miamense, si falla el corazón, todo el cuerpo sufre.
Pero no todo es Miami, la cosa está clavada en todo el país. Parece que cuarenta aeropuertos van a tener que reducir su capacidad operativa. Desde Los Ángeles hasta Boston, pasando por Chicago y Dallas, nadie se salva. La FAA dice que lo hacen basándose en datos operativos y para evitar mayores problemas, pero claro, a los usuarios les da igual, ¡ellos quieren volar y llegar a tiempo!
Y aquí viene la vaina que nos preocupa a nosotros, los ticos: ¿esto nos va a afectar? Por ahora, los aeropuertos de Costa Rica dicen que todo está tranquilo, que no hay cancelaciones directas ni nada por el estilo. Pero bueno, sabiendo cómo son las cosas, nunca se sabe cuándo puede cambiar el viento. Los vuelos de conexión pueden verse alterados, los precios podrían subir, y el estrés de viajar, pues se multiplica.
Desde luego, toda esta situación pone en evidencia lo frágil que es el sistema global de transporte aéreo. Dependemos mucho de unos pocos actores, y cuando uno falla, todos sentimos el tirón. Además, demuestra que las decisiones políticas, aunque parezcan lejanas, pueden tener consecuencias reales en nuestras vidas. Este cierre del gobierno estadounidense es el más largo de la historia, y parece que no hay señales de que se vaya a resolver pronto. El Congreso anda pataleando, los políticos peleando, y mientras tanto, los viajeros nos quedamos con la incertidumbre y la posibilidad de perder nuestros vuelos. Una verdadera torta.
Ahora dime, ¿crees que deberíamos estar tomando precauciones extra ante esta situación, como reservar vuelos con más anticipación o considerar alternativas de viaje? ¿O crees que esto solo es un rumor exagerado que se irá disipando con el tiempo?
