¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde en el campo tico. Parece mentira que un sector tan vital para nuestra economía y nuestra mesa esté siendo tratado como si fuera un chunche viejo. Ya nos vinieron las malas noticias y los agricultores están que se les caen los fajos de la preocupación porque parece que nadie los quiere escuchar.
La verdad, es que esto no es novedad. Hace años que el sector agrícola va perdiendo terreno, poquito a poco, hasta estar casi regalado frente a los tratados de libre comercio. Antes éramos autosuficientes en arroz y frijoles, ¡diay!, ahora tenemos que importar la mitad de lo que comemos. ¿Y qué vamos a hacer con eso?
Ahora, con el panorama mundial complicado y la inflación pegándole duro a todos, la cosa se pone aún más difícil. Según datos oficiales, el sector representa apenas el 12% del empleo en el país. Un número bajo que refleja la falta de inversión y apoyo gubernamental durante años. ¡Una verdadera pena!
Pero no todo está perdido, mae. Hay esperanza si empezamos a darle prioridad al campo. Lo primero que necesitamos es echarle mano al crédito agrícola, ponerle condiciones más amables para que nuestros campesinos puedan invertir en sus fincas y modernizarse. Además, hay que apoyar con asistencia técnica, capacitación y ayudarles a buscar nuevos mercados para sus productos. ¡Eso sí sería chivo!
También es crucial mejorar las carreteras vecinales, arreglarlas bien para que los agricultores puedan trasladar sus cosechas sin problemas. Porque ¿pa' qué cultivar si luego no puedes llevarlo al mercado? Una locura, ¡qué torta!
No podemos seguir ignorando la necesidad de impulsar el desarrollo rural. Necesitamos crear entornos de convivencia agradables en el campo, con viviendas dignas, servicios básicos, escuelas decentes y atención médica adecuada. De esa forma, se evitará que la gente se vaya al carretero buscando oportunidades, generando hacinamiento y pobreza en nuestras ciudades.
Y hablando de oportunidades, ¡qué carga ese sistema de información agrícola que tenemos! Está obsoleto, ineficaz. Necesitamos uno nuevo, moderno, que proporcione datos útiles a los agricultores y a los tomadores de decisiones. Imagínate, tener acceso a información actualizada sobre precios, demanda, tendencias del mercado… ¡Sería a todo dar!
En fin, compañeros, la situación es complicada, pero no insuperable. Tenemos que trabajar juntos, agricultores, gobierno, empresarios, académicos... Todos unidos para salvar nuestro sector agrícola y asegurar el futuro de nuestras familias rurales. ¿Ustedes creen que estamos dando la prioridad necesaria al sector agrícola, o seguimos dejando que se vaya al traste? ¡Díganme qué piensan ustedes en los comentarios!
La verdad, es que esto no es novedad. Hace años que el sector agrícola va perdiendo terreno, poquito a poco, hasta estar casi regalado frente a los tratados de libre comercio. Antes éramos autosuficientes en arroz y frijoles, ¡diay!, ahora tenemos que importar la mitad de lo que comemos. ¿Y qué vamos a hacer con eso?
Ahora, con el panorama mundial complicado y la inflación pegándole duro a todos, la cosa se pone aún más difícil. Según datos oficiales, el sector representa apenas el 12% del empleo en el país. Un número bajo que refleja la falta de inversión y apoyo gubernamental durante años. ¡Una verdadera pena!
Pero no todo está perdido, mae. Hay esperanza si empezamos a darle prioridad al campo. Lo primero que necesitamos es echarle mano al crédito agrícola, ponerle condiciones más amables para que nuestros campesinos puedan invertir en sus fincas y modernizarse. Además, hay que apoyar con asistencia técnica, capacitación y ayudarles a buscar nuevos mercados para sus productos. ¡Eso sí sería chivo!
También es crucial mejorar las carreteras vecinales, arreglarlas bien para que los agricultores puedan trasladar sus cosechas sin problemas. Porque ¿pa' qué cultivar si luego no puedes llevarlo al mercado? Una locura, ¡qué torta!
No podemos seguir ignorando la necesidad de impulsar el desarrollo rural. Necesitamos crear entornos de convivencia agradables en el campo, con viviendas dignas, servicios básicos, escuelas decentes y atención médica adecuada. De esa forma, se evitará que la gente se vaya al carretero buscando oportunidades, generando hacinamiento y pobreza en nuestras ciudades.
Y hablando de oportunidades, ¡qué carga ese sistema de información agrícola que tenemos! Está obsoleto, ineficaz. Necesitamos uno nuevo, moderno, que proporcione datos útiles a los agricultores y a los tomadores de decisiones. Imagínate, tener acceso a información actualizada sobre precios, demanda, tendencias del mercado… ¡Sería a todo dar!
En fin, compañeros, la situación es complicada, pero no insuperable. Tenemos que trabajar juntos, agricultores, gobierno, empresarios, académicos... Todos unidos para salvar nuestro sector agrícola y asegurar el futuro de nuestras familias rurales. ¿Ustedes creen que estamos dando la prioridad necesaria al sector agrícola, o seguimos dejando que se vaya al traste? ¡Díganme qué piensan ustedes en los comentarios!