Ay, mi gente, parece que la cosa está más turbia que café sin leche. Según los números fresquitos del Índice de Confianza del Consumidor (ICC), la mayoría de nosotros –casi el 40%, ¡léanle eso!– piensa que la economía del país está dando patadas al aire. No es novedad para nadie que las cosas no andan como deberían, pero ver esos porcentajes confirmándolo… bueno, te deja pensando si vamos a poder pagar hasta el pan.
La Universidad de Costa Rica, con su ICC de noviembre, nos ha puesto las cartas sobre la mesa. Aparentemente, la confianza general de los ticos sí dio un pequeño brinco, como medio punto, gracias al aguinaldo y esas ganas que tenemos de gastar al final del año. Pero, ¡ojo!, porque esa alegría dura poco. La evaluación de cómo está manejando la economía el gobierno sigue siendo más bien floja, así va la cosa. Desde mayo del 2023 que estamos viendo este panorama cuesta abajo, y parece que ni rastro de mejorarla.
Y hablando de números, ojo con esto: solo el 24,8% de la gente cree que el gobierno está haciendo un buen trabajo. ¡Menudo chinchorro! El resto, ya sea que piensan que cumplen “con lo necesario” (unos 29,6%) o simplemente prefieren no opinar (4,8%), no le dan mucha fe a estas políticas económicas. Esta brecha tan grande entre los que están contentos y los que no, nos muestra que hay una desconexión bastante seria entre lo que dicen los políticos y lo que realmente sentimos en nuestras casas.
Ahora bien, ¿qué significa todo esto para nosotros, la bola de naranjas? Pues básicamente, que seguirnos apretando el cinturón. Porque si la gente no confía en la economía, pues no van a estar muy dispuestos a gastar, y ahí se empieza a sentir en los negocios, en el empleo, en todo. Imaginen la preocupación de los pequeños comerciantes, que dependen de nuestro bolsillo para sobrevivir. Ya les cayó el empacho, mae.
Lo curioso es que, a pesar de toda esta desconfianza generalizada, sí hay algunos sectores que están un poquito más animados. Dicen que los de bajos ingresos, las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores tienen mejores perspectivas, aunque sea por el aguinaldo o por alguna esperanza en las próximas elecciones. Eso me da un rayito de sol en medio de tanta oscuridad, porque demuestra que todavía hay optimismo en algunos rincones de este país.
Pero no nos hagamos ilusiones demasiado rápido. Este ICC, con sus subidas y bajadas, nos recuerda que la economía es como el clima: cambia constantemente. Lo importante es entender qué está pasando y prepararnos para lo que venga. Porque si seguimos igual, con recortes y aumentos inesperados, pronto nos encontraremos con la factura más alta de todas.
Entendámonos, el aumento de la confianza general en el ICC es un alivio momentáneo, pero no borra el hecho de que la valoración de la gestión económica del gobierno sigue hundida. Es como ponerle espejo de campaña a un carro que tiene la llanta ponchada; da la apariencia de estar bien, pero el problema sigue ahí. Así que a mantener los ojos abiertos y no dejarnos engañar por las promesas vacías. La vara está alta, y esperamos ver acciones concretas que mejoren nuestra calidad de vida.
Bueno, mi gente, ahora les toca a ustedes. Con todos estos datos y reflexiones, ¿creen que el gobierno está tomando las medidas correctas para reactivar la economía? ¿Cuál sería su solución mágica para sacarlos de este brete? ¡Déjenme sus comentarios y veamos qué sale de esta conversación!
La Universidad de Costa Rica, con su ICC de noviembre, nos ha puesto las cartas sobre la mesa. Aparentemente, la confianza general de los ticos sí dio un pequeño brinco, como medio punto, gracias al aguinaldo y esas ganas que tenemos de gastar al final del año. Pero, ¡ojo!, porque esa alegría dura poco. La evaluación de cómo está manejando la economía el gobierno sigue siendo más bien floja, así va la cosa. Desde mayo del 2023 que estamos viendo este panorama cuesta abajo, y parece que ni rastro de mejorarla.
Y hablando de números, ojo con esto: solo el 24,8% de la gente cree que el gobierno está haciendo un buen trabajo. ¡Menudo chinchorro! El resto, ya sea que piensan que cumplen “con lo necesario” (unos 29,6%) o simplemente prefieren no opinar (4,8%), no le dan mucha fe a estas políticas económicas. Esta brecha tan grande entre los que están contentos y los que no, nos muestra que hay una desconexión bastante seria entre lo que dicen los políticos y lo que realmente sentimos en nuestras casas.
Ahora bien, ¿qué significa todo esto para nosotros, la bola de naranjas? Pues básicamente, que seguirnos apretando el cinturón. Porque si la gente no confía en la economía, pues no van a estar muy dispuestos a gastar, y ahí se empieza a sentir en los negocios, en el empleo, en todo. Imaginen la preocupación de los pequeños comerciantes, que dependen de nuestro bolsillo para sobrevivir. Ya les cayó el empacho, mae.
Lo curioso es que, a pesar de toda esta desconfianza generalizada, sí hay algunos sectores que están un poquito más animados. Dicen que los de bajos ingresos, las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores tienen mejores perspectivas, aunque sea por el aguinaldo o por alguna esperanza en las próximas elecciones. Eso me da un rayito de sol en medio de tanta oscuridad, porque demuestra que todavía hay optimismo en algunos rincones de este país.
Pero no nos hagamos ilusiones demasiado rápido. Este ICC, con sus subidas y bajadas, nos recuerda que la economía es como el clima: cambia constantemente. Lo importante es entender qué está pasando y prepararnos para lo que venga. Porque si seguimos igual, con recortes y aumentos inesperados, pronto nos encontraremos con la factura más alta de todas.
Entendámonos, el aumento de la confianza general en el ICC es un alivio momentáneo, pero no borra el hecho de que la valoración de la gestión económica del gobierno sigue hundida. Es como ponerle espejo de campaña a un carro que tiene la llanta ponchada; da la apariencia de estar bien, pero el problema sigue ahí. Así que a mantener los ojos abiertos y no dejarnos engañar por las promesas vacías. La vara está alta, y esperamos ver acciones concretas que mejoren nuestra calidad de vida.
Bueno, mi gente, ahora les toca a ustedes. Con todos estos datos y reflexiones, ¿creen que el gobierno está tomando las medidas correctas para reactivar la economía? ¿Cuál sería su solución mágica para sacarlos de este brete? ¡Déjenme sus comentarios y veamos qué sale de esta conversación!