¡Ay, Dios mío! Parece que estamos retrocediendo en el tiempo, ¿eh? La provincia de Puntarenas está dando señales de alerta con un aumento considerable en los embarazos adolescentes y las infecciones de transmisión sexual (ITS) entre los jóvenes. La CCSS soltó los números y, díganlo en voz alta, no son bonitos. Tenemos que ponernos las pilas, porque esto nos afecta a todos.
Según datos oficiales, entre 2020 y 2024 se registraron 3.542 adolescentes embarazadas en la región, con Barranca y Quepos liderando la lista de preocupación. Barranca, con 473 embarazos, y Aguirre-Quepos, con 459, son donde el problema se hace más evidente. Y eso es solo contando quienes buscaron ayuda médica; seguramente hay muchas más varas que no aparecen en los registros.
La Dra. Karolina Montero, psicóloga clínica, pintó el panorama con tristeza. Nos cuenta que en el primer semestre de 2025 ya se atendieron 339 adolescentes que fueron a su primera consulta por embarazo. ¡Imagínense la magnitud del problema! Anteriormente, estábamos viendo una tendencia positiva, una disminución gradual de estos casos, pero parece que ahora hemos dado un paso atrás, y vaya si ha sido grande.
¿Y qué pasó? Pues que la educación sexual en las escuelas, que era una de las claves para bajar esos números, parece haberse ido al traste. La doctora Montero señaló que esa educación y la disponibilidad de métodos anticonceptivos eran factores cruciales en la disminución anterior. Ahora, con la falta de programas efectivos, los adolescentes están más vulnerables y las consecuencias son devastadoras.
Pero no todo está perdido, mae. La Dra. Jessie Sandí Alvarado, enfermera especialista en salud mental, nos explica que están poniendo manos a la obra con algunas estrategias nuevas. Una de ellas es capacitar al personal de salud para que puedan brindar consejería y hacer tamizajes de riesgo (ETRA). Este ETRA es un cuestionario que evalúa diferentes áreas de riesgo en los adolescentes, desde violencia hasta adicciones, para poder ofrecerles la ayuda adecuada.
Además, están buscando acreditar a los médicos y enfermeras obstetras en la colocación de métodos anticonceptivos de larga duración, como el Implanon y los DIUs. Esto facilitaría el acceso a estos métodos y evitaría embarazos no deseados. Lo más innovador es que están trabajando en un plan piloto para capacitar también a los docentes del MEP, ¡para que ellos mismos puedan hablar con los estudiantes sobre estos temas delicados!
La Dra. Ana Gómez, psicóloga del PAIA, nos comenta que esta iniciativa de capacitar a los maestros es clave. Muchos adolescentes se sienten más cómodos hablando con sus profesores que con profesionales de la salud. Si los maestros están preparados, pueden detectar problemas a tiempo y derivarlos a los servicios adecuados. Se trata de crear una red de apoyo integral para los jóvenes, que involucre a toda la comunidad educativa y de salud.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros como sociedad? Con tanto ruido mediático y tanta desinformación, ¿cómo aseguramos que nuestros hijos e hijas tengan acceso a una educación sexual completa y basada en evidencia? ¿Creen que la responsabilidad recae únicamente en el gobierno y las instituciones, o deberíamos involucrarnos más como padres, familiares y miembros de la comunidad? Demos el rollo y comenten qué ideas tienen para revertir esta situación que, seamos honestos, ¡nos da un susto tremendo!
Según datos oficiales, entre 2020 y 2024 se registraron 3.542 adolescentes embarazadas en la región, con Barranca y Quepos liderando la lista de preocupación. Barranca, con 473 embarazos, y Aguirre-Quepos, con 459, son donde el problema se hace más evidente. Y eso es solo contando quienes buscaron ayuda médica; seguramente hay muchas más varas que no aparecen en los registros.
La Dra. Karolina Montero, psicóloga clínica, pintó el panorama con tristeza. Nos cuenta que en el primer semestre de 2025 ya se atendieron 339 adolescentes que fueron a su primera consulta por embarazo. ¡Imagínense la magnitud del problema! Anteriormente, estábamos viendo una tendencia positiva, una disminución gradual de estos casos, pero parece que ahora hemos dado un paso atrás, y vaya si ha sido grande.
¿Y qué pasó? Pues que la educación sexual en las escuelas, que era una de las claves para bajar esos números, parece haberse ido al traste. La doctora Montero señaló que esa educación y la disponibilidad de métodos anticonceptivos eran factores cruciales en la disminución anterior. Ahora, con la falta de programas efectivos, los adolescentes están más vulnerables y las consecuencias son devastadoras.
Pero no todo está perdido, mae. La Dra. Jessie Sandí Alvarado, enfermera especialista en salud mental, nos explica que están poniendo manos a la obra con algunas estrategias nuevas. Una de ellas es capacitar al personal de salud para que puedan brindar consejería y hacer tamizajes de riesgo (ETRA). Este ETRA es un cuestionario que evalúa diferentes áreas de riesgo en los adolescentes, desde violencia hasta adicciones, para poder ofrecerles la ayuda adecuada.
Además, están buscando acreditar a los médicos y enfermeras obstetras en la colocación de métodos anticonceptivos de larga duración, como el Implanon y los DIUs. Esto facilitaría el acceso a estos métodos y evitaría embarazos no deseados. Lo más innovador es que están trabajando en un plan piloto para capacitar también a los docentes del MEP, ¡para que ellos mismos puedan hablar con los estudiantes sobre estos temas delicados!
La Dra. Ana Gómez, psicóloga del PAIA, nos comenta que esta iniciativa de capacitar a los maestros es clave. Muchos adolescentes se sienten más cómodos hablando con sus profesores que con profesionales de la salud. Si los maestros están preparados, pueden detectar problemas a tiempo y derivarlos a los servicios adecuados. Se trata de crear una red de apoyo integral para los jóvenes, que involucre a toda la comunidad educativa y de salud.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros como sociedad? Con tanto ruido mediático y tanta desinformación, ¿cómo aseguramos que nuestros hijos e hijas tengan acceso a una educación sexual completa y basada en evidencia? ¿Creen que la responsabilidad recae únicamente en el gobierno y las instituciones, o deberíamos involucrarnos más como padres, familiares y miembros de la comunidad? Demos el rollo y comenten qué ideas tienen para revertir esta situación que, seamos honestos, ¡nos da un susto tremendo!