¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez. Parece que algunos diputados ya están pensando en cómo asegurar su futuro… en la Asamblea Legislativa, claro. No precisamente dedicándose a legislar, sino buscando reelegirse aprovechando sus contactos dentro del aparato estatal. De cara a las elecciones del 2026, la movida es clara: muchos funcionarios, asesores y gente del círculo cercano de los diputados andan lustrando zapatos para meterse en una curul. ¡Qué carga!
Según un repaso que le dieron los muchachos de El Observador, rondamos las 45 personas que trabajan en la Asamblea y sueñan con tener su propia silla. Sí, señor, 45. Y eso sin sumar a los propios diputados que ya están barajeando cartas para volver a entrarle al brete legislativo. Es una práctica que, según parece, es “normal” –dicen– pero a uno le huele raro que tanta gente quiera agarrarle el gusto al privilegio.
Tenemos a Ariel Robles del Frente Amplio, Eli Feinzaig del Liberal Progresista, Fabricio Alvarado de Nueva República y Luz Mary Alpízar de Progreso Social Democrático, todos ellos ya apuntando a la presidencia, pero ojo, también con la mira puesta en asegurarse una curul. Porque si no sale la de presidente, pues que no falte la de diputado, diay. Y luego, ahí abajo, esperando su turno, tenemos a los 45 asistentes, asesores y demás personal que creen que merecen estar tomando decisiones por nosotros. ¡No me hagan reír!
Lo que más sorprende es la cantidad de asesores que se están postulando. Nueva República encabeza la lista con 17 aspirantes, seguido por el Liberal Progresista con 7. Imagínate, 17 personas que te cobran el salario como asesor para luego meterlos en la lista de candidatos a diputado. Que alguien me explique cómo justifica eso la ética pública... Esto es como si te contrataran para limpiar el piso y luego te exigieran que seas gerente general.
Y no es que esto sea algo nuevo. Muchos de los diputados que hoy estamos viendo en la Asamblea llegaron justamente desde esos puestos de asesores. Daniela Rojas, Alejandro Pacheco, Yonder Salas, David Segura y Jonathan Acuña son ejemplos claros de cómo el camino hacia una curul puede pasar por el despacho de un diputado. Pero bueno, quién soy yo para juzgar, supongo que también hay que saber moverse en estos asuntos. Igual, me da una pena ver cómo se convierte la Asamblea en una especie de vivero para futuros diputados.
Las provincias también juegan un papel importante en esta jugada. Nueva República busca mantener sus 7 escaños, y para ello está desplegando toda su artillería en cinco de las siete provincias del país. El Liberal Progresista, por su lado, confía en sus 7 asesores para asegurar su espacio en el Congreso. Y así, poco a poco, vemos cómo el panorama político se va aclarando, aunque no necesariamente de la manera que nos gustaría a la mayoría de los ciudadanos. A fin de cuentas, seguimos lidiando con lo mismo: una clase política que parece más preocupada por su propio futuro que por el bienestar del país.
Con la apertura oficial de la campaña electoral, los partidos deberán presentar sus listas definitivas al Tribunal Electoral. Ahí veremos quiénes logran finalmente meterse en la pelea. Y es que, como dice el dicho, “quien mucho abarca, poco aprieta”. Esperemos que esta vez, los votantes podamos elegir con cabeza y darle una lección a estos políticos que parecen creer que la Asamblea Legislativa es su patio trasero. Además, recordemos que ocho diputados van a tener papeles importantes en las campañas, ¡qué gran distracción de lo que realmente importa!
Ahora, díganme: ¿Ustedes creen que esta práctica de promover asesores a diputados es saludable para nuestra democracia, o simplemente es una muestra más de clientelismo político? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a tolerar que el acceso al poder se base más en conexiones personales que en méritos y propuestas genuinas? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero leer qué piensa el pueblo sobre este asunto. ¡Vamos a armar un buen debate!
Según un repaso que le dieron los muchachos de El Observador, rondamos las 45 personas que trabajan en la Asamblea y sueñan con tener su propia silla. Sí, señor, 45. Y eso sin sumar a los propios diputados que ya están barajeando cartas para volver a entrarle al brete legislativo. Es una práctica que, según parece, es “normal” –dicen– pero a uno le huele raro que tanta gente quiera agarrarle el gusto al privilegio.
Tenemos a Ariel Robles del Frente Amplio, Eli Feinzaig del Liberal Progresista, Fabricio Alvarado de Nueva República y Luz Mary Alpízar de Progreso Social Democrático, todos ellos ya apuntando a la presidencia, pero ojo, también con la mira puesta en asegurarse una curul. Porque si no sale la de presidente, pues que no falte la de diputado, diay. Y luego, ahí abajo, esperando su turno, tenemos a los 45 asistentes, asesores y demás personal que creen que merecen estar tomando decisiones por nosotros. ¡No me hagan reír!
Lo que más sorprende es la cantidad de asesores que se están postulando. Nueva República encabeza la lista con 17 aspirantes, seguido por el Liberal Progresista con 7. Imagínate, 17 personas que te cobran el salario como asesor para luego meterlos en la lista de candidatos a diputado. Que alguien me explique cómo justifica eso la ética pública... Esto es como si te contrataran para limpiar el piso y luego te exigieran que seas gerente general.
Y no es que esto sea algo nuevo. Muchos de los diputados que hoy estamos viendo en la Asamblea llegaron justamente desde esos puestos de asesores. Daniela Rojas, Alejandro Pacheco, Yonder Salas, David Segura y Jonathan Acuña son ejemplos claros de cómo el camino hacia una curul puede pasar por el despacho de un diputado. Pero bueno, quién soy yo para juzgar, supongo que también hay que saber moverse en estos asuntos. Igual, me da una pena ver cómo se convierte la Asamblea en una especie de vivero para futuros diputados.
Las provincias también juegan un papel importante en esta jugada. Nueva República busca mantener sus 7 escaños, y para ello está desplegando toda su artillería en cinco de las siete provincias del país. El Liberal Progresista, por su lado, confía en sus 7 asesores para asegurar su espacio en el Congreso. Y así, poco a poco, vemos cómo el panorama político se va aclarando, aunque no necesariamente de la manera que nos gustaría a la mayoría de los ciudadanos. A fin de cuentas, seguimos lidiando con lo mismo: una clase política que parece más preocupada por su propio futuro que por el bienestar del país.
Con la apertura oficial de la campaña electoral, los partidos deberán presentar sus listas definitivas al Tribunal Electoral. Ahí veremos quiénes logran finalmente meterse en la pelea. Y es que, como dice el dicho, “quien mucho abarca, poco aprieta”. Esperemos que esta vez, los votantes podamos elegir con cabeza y darle una lección a estos políticos que parecen creer que la Asamblea Legislativa es su patio trasero. Además, recordemos que ocho diputados van a tener papeles importantes en las campañas, ¡qué gran distracción de lo que realmente importa!
Ahora, díganme: ¿Ustedes creen que esta práctica de promover asesores a diputados es saludable para nuestra democracia, o simplemente es una muestra más de clientelismo político? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a tolerar que el acceso al poder se base más en conexiones personales que en méritos y propuestas genuinas? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero leer qué piensa el pueblo sobre este asunto. ¡Vamos a armar un buen debate!