¡Ay, Dios mío! Parece mentira, ¿verdad, maes?, pero así es. El Estado de la Nación nos dio un coscorrón de realidad este jueves: aunque los números pintan bonitos con una inflación controlada y un colón que está más contento que perezoso, la billetera del tico común y corriente sigue apretándole como un chunche viejo. ¿Se imaginan eso?
El informe, presentado con bombos y platillos, nos dice que el país tuvo una inflación del 0,8% en 2024, después de haber tenido un -1,77% el año anterior. Suena chévere, ¿no? Pero la realidad es que seguimos raspando piedras para llegar a fin de mes. Como dicen por ahí, "el arroz es para los pobres".
Luis Vargas Montoya, el investigador encargado de levantar el pulso económico, nos soltó la bomba: “La mejora es parcial y desigual”. En otras palabras, que mientras algunos están disfrutando de los frutos del crecimiento, otros siguen comiéndose humilde. Lo peor es que los que más lo necesitan, los hogares de menores ingresos, son los que cargan con el mayor peso del costo de vida.
Y ni hablar del tema de la comida, que ya es un brete aparte. Hasta un 40% de nuestros gastos familiares se va en comprar gallo, verduras y frijoles – lo básico, vamos. Eso sí que duele, parce. ¡Imagínate! Casi la mitad de la plata que gana uno pa’ pagar cuentas se va en alimentar a la familia. ¡Qué vara!
Pero la cosa no termina ahí. Resulta que nuestro colón, que últimamente se cree el rey del mundo, apreciándose contra el dólar, está afectando a nuestras exportaciones. Países como Chile, México, República Dominicana y Colombia se ven mucho más competitivos para el comercio internacional. ¡Esto nos pega fuerte!, porque la exportación es como el pulmón de nuestra economía.
Además, el Estado de la Nación también puso el dedo en la llaga sobre las finanzas públicas. El balance primario, que es como el termómetro de la salud económica del país, anda cada vez más flojo. A pesar de la reforma fiscal de 2018, parece que estamos volviendo a meter la pata. Vargas alertó que el gobierno solamente puede controlar el gasto público, y la tendencia actual no pinta nada bien, señores.
Otro dato que me hizo fruncir el ceño es que, entre 2006 y 2022, los salarios reales apenas crecieron un 13%. ¡Eso es irse al traste! Mientras tanto, la productividad laboral aumentó un 20%. Así, ¿cómo esperamos que la gente mejore su calidad de vida si el fruto del esfuerzo no se traduce en mayores ingresos? Esto alimenta la desigualdad, parce. Es un círculo vicioso que nos tiene agarrados de las golas.
En resumen, parece que estamos navegando aguas turbulentas. Tenemos una economía estable en papel, pero la realidad es que muchos ticos siguen sudando la gota gorda para sobrevivir. Ahora la gran pregunta es: ¿qué medidas urgentes debemos tomar como país para asegurar que el crecimiento económico se traduzca en bienestar para todos, y no solo para unos pocos privilegiados? ¿Ustedes qué opinan, compañeros del Foro? ¿Creen que el Gobierno está haciendo lo suficiente para ayudar a los más necesitados?
El informe, presentado con bombos y platillos, nos dice que el país tuvo una inflación del 0,8% en 2024, después de haber tenido un -1,77% el año anterior. Suena chévere, ¿no? Pero la realidad es que seguimos raspando piedras para llegar a fin de mes. Como dicen por ahí, "el arroz es para los pobres".
Luis Vargas Montoya, el investigador encargado de levantar el pulso económico, nos soltó la bomba: “La mejora es parcial y desigual”. En otras palabras, que mientras algunos están disfrutando de los frutos del crecimiento, otros siguen comiéndose humilde. Lo peor es que los que más lo necesitan, los hogares de menores ingresos, son los que cargan con el mayor peso del costo de vida.
Y ni hablar del tema de la comida, que ya es un brete aparte. Hasta un 40% de nuestros gastos familiares se va en comprar gallo, verduras y frijoles – lo básico, vamos. Eso sí que duele, parce. ¡Imagínate! Casi la mitad de la plata que gana uno pa’ pagar cuentas se va en alimentar a la familia. ¡Qué vara!
Pero la cosa no termina ahí. Resulta que nuestro colón, que últimamente se cree el rey del mundo, apreciándose contra el dólar, está afectando a nuestras exportaciones. Países como Chile, México, República Dominicana y Colombia se ven mucho más competitivos para el comercio internacional. ¡Esto nos pega fuerte!, porque la exportación es como el pulmón de nuestra economía.
Además, el Estado de la Nación también puso el dedo en la llaga sobre las finanzas públicas. El balance primario, que es como el termómetro de la salud económica del país, anda cada vez más flojo. A pesar de la reforma fiscal de 2018, parece que estamos volviendo a meter la pata. Vargas alertó que el gobierno solamente puede controlar el gasto público, y la tendencia actual no pinta nada bien, señores.
Otro dato que me hizo fruncir el ceño es que, entre 2006 y 2022, los salarios reales apenas crecieron un 13%. ¡Eso es irse al traste! Mientras tanto, la productividad laboral aumentó un 20%. Así, ¿cómo esperamos que la gente mejore su calidad de vida si el fruto del esfuerzo no se traduce en mayores ingresos? Esto alimenta la desigualdad, parce. Es un círculo vicioso que nos tiene agarrados de las golas.
En resumen, parece que estamos navegando aguas turbulentas. Tenemos una economía estable en papel, pero la realidad es que muchos ticos siguen sudando la gota gorda para sobrevivir. Ahora la gran pregunta es: ¿qué medidas urgentes debemos tomar como país para asegurar que el crecimiento económico se traduzca en bienestar para todos, y no solo para unos pocos privilegiados? ¿Ustedes qué opinan, compañeros del Foro? ¿Creen que el Gobierno está haciendo lo suficiente para ayudar a los más necesitados?