Ay, mi gente, ya estamos en diciembre y todos empiezan a soñar con esos colonos del Gordo Navideño. Cada año la vaina se arma: filas kilométricas en la Banco Nacional, maes discutiendo qué número escoger... Pero resulta que, aunque nos guste la esperanza, la pura realidad es que las chances de llevarse la bolsa grande son más lejanas que un mono en la luna, díganle a quien diganle.
Un buen amigo mío, Maikol Solís, que es profe de mates en la UCR y anda metido en cositas complicadísimas allá en el CIMPA, me echó unas cuentas que me dejaron pensando. Resulta que el Gordo tiene 100 números y 1,000 series, lo que da 100,000 combinaciones posibles. Entonces, la probabilidad de que te toque el numerito es, agárrense, ¡una entre cien mil! Imagínense tres estadios nacionales repletos de gente y que solo una personita, sentada en cualquier butaca, se lleve el premio. ¡Eso sí que es poca chance!
Y para colmo, muchos creen que comprar más fracciones o enteros mejora sus posibilidades, pero ¡qué equivocado estaba ese pensamiento! Según el mismo Maikol, las emisiones no influyen en la probabilidad. Si compraste una fracción y otra persona compró la misma, ambos tienen la misma oportunidad. Lo único que cambia es cuánto te tocaría si le das al clavo. Así que, si le vas a echar toda la lana, mínimo asegúrate de ir bien preparado mentalmente porque se van a llevar una decepción si esperabas hacerse rico de la noche a la mañana.
Ahora, sé que algunos van a empezar a decir que 'hay que jugar con cabeza', que prefieren los números bajos o altos porque 'siempre han salido'. ¡Pero ay, ay, ay! El profe Solís explica que no hay truco ni fórmula mágica. Es como lanzar una moneda al aire: nunca sabes si va a caer cara o cruz, aunque tengas datos históricos. La tómbola funciona al azar, como tener cien mil bolitas en un barril y sacar una sin mirar. Simpleza pura, sin complicaciones.
Hablando de estadísticas, el mae me comentó que en los últimos sesenta y cinco años, han salido treinta y cuatro números entre cero y cuarenta y nueve, y veintinueve entre cincuenta y noventa y nueve. Pero él insiste que esas diferencias son mínimas y no significan nada. Dice que es como analizar si sale más sol que lluvia en un año: puede haber más días soleados, pero eso no garantiza que mañana salga el sol. Hay que esperar y ver cómo se desarrolla la cosa, brete a brete.
Claro, sabemos que la probabilidad es contra nosotros, que es una apuesta donde los bancos siempre ganan. Pero, ¿quién necesita la lógica en diciembre? Todos tenemos una necesidad imperiosa de creer que la suerte nos puede sonreír, aunque sea una vez al año. Ese sueño de cambiar la vida con unos cuantos colonos es parte de la magia navideña. Además, ¡es divertido comparar números con la familia y los amigos! Un poco de emoción nunca viene mal, ¿verdad?
Pero atención, mis queridos lectores. El matemático nos advierte que no debemos planear nuestras vidas alrededor de ganar el Gordo. Dice que la probabilidad es positiva, claro, que el evento podría suceder, pero es tan improbable que “yo no contaría con ese dinero para ningún plan del próximo año.” Más vale ahorrar pa’ alguna emergencia o invertir en algo seguro, a depender de la suerte de una tómbola, ¿me entienden?
En fin, ya saben, compren su boleta si quieren darle al gusto, sueñen con los colonos, pero sin perder la cordura. Al final, lo importante es disfrutar de estas fiestas en compañía de nuestros seres queridos. Ahora dime, ¿tú te compras el Gordo? ¿Y si te tocara, qué harías primero con esa fortuna inimaginable?
Un buen amigo mío, Maikol Solís, que es profe de mates en la UCR y anda metido en cositas complicadísimas allá en el CIMPA, me echó unas cuentas que me dejaron pensando. Resulta que el Gordo tiene 100 números y 1,000 series, lo que da 100,000 combinaciones posibles. Entonces, la probabilidad de que te toque el numerito es, agárrense, ¡una entre cien mil! Imagínense tres estadios nacionales repletos de gente y que solo una personita, sentada en cualquier butaca, se lleve el premio. ¡Eso sí que es poca chance!
Y para colmo, muchos creen que comprar más fracciones o enteros mejora sus posibilidades, pero ¡qué equivocado estaba ese pensamiento! Según el mismo Maikol, las emisiones no influyen en la probabilidad. Si compraste una fracción y otra persona compró la misma, ambos tienen la misma oportunidad. Lo único que cambia es cuánto te tocaría si le das al clavo. Así que, si le vas a echar toda la lana, mínimo asegúrate de ir bien preparado mentalmente porque se van a llevar una decepción si esperabas hacerse rico de la noche a la mañana.
Ahora, sé que algunos van a empezar a decir que 'hay que jugar con cabeza', que prefieren los números bajos o altos porque 'siempre han salido'. ¡Pero ay, ay, ay! El profe Solís explica que no hay truco ni fórmula mágica. Es como lanzar una moneda al aire: nunca sabes si va a caer cara o cruz, aunque tengas datos históricos. La tómbola funciona al azar, como tener cien mil bolitas en un barril y sacar una sin mirar. Simpleza pura, sin complicaciones.
Hablando de estadísticas, el mae me comentó que en los últimos sesenta y cinco años, han salido treinta y cuatro números entre cero y cuarenta y nueve, y veintinueve entre cincuenta y noventa y nueve. Pero él insiste que esas diferencias son mínimas y no significan nada. Dice que es como analizar si sale más sol que lluvia en un año: puede haber más días soleados, pero eso no garantiza que mañana salga el sol. Hay que esperar y ver cómo se desarrolla la cosa, brete a brete.
Claro, sabemos que la probabilidad es contra nosotros, que es una apuesta donde los bancos siempre ganan. Pero, ¿quién necesita la lógica en diciembre? Todos tenemos una necesidad imperiosa de creer que la suerte nos puede sonreír, aunque sea una vez al año. Ese sueño de cambiar la vida con unos cuantos colonos es parte de la magia navideña. Además, ¡es divertido comparar números con la familia y los amigos! Un poco de emoción nunca viene mal, ¿verdad?
Pero atención, mis queridos lectores. El matemático nos advierte que no debemos planear nuestras vidas alrededor de ganar el Gordo. Dice que la probabilidad es positiva, claro, que el evento podría suceder, pero es tan improbable que “yo no contaría con ese dinero para ningún plan del próximo año.” Más vale ahorrar pa’ alguna emergencia o invertir en algo seguro, a depender de la suerte de una tómbola, ¿me entienden?
En fin, ya saben, compren su boleta si quieren darle al gusto, sueñen con los colonos, pero sin perder la cordura. Al final, lo importante es disfrutar de estas fiestas en compañía de nuestros seres queridos. Ahora dime, ¿tú te compras el Gordo? ¿Y si te tocara, qué harías primero con esa fortuna inimaginable?