¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un bronco, imagínate, chavón. Resulta que ayer en la Asamblea Legislativa no hubo ni medio quórum. ¡Una torta monumental! De los 57 diputados que deberían estar ahí discutiendo el cuarto presupuesto extraordinario y otras cosas importantes, solo aparecieron 37. Varios ausentes, parece, prefiriendo ir a tomar café con el panaderito que trabajar.
La cosa es que el Presidente Legislativo, Don Rodrigo Arias, tuvo que cerrar las puertas del recinto a eso de las tres de la tarde, pues no había forma de seguir adelante. Pidió contar quién estaba presente y, bueno, la cifra fue decepcionante: 37 diputados contra los 38 mínimos requeridos por el reglamento. ¡Un fiasco total! Se dice que esto ya se ha convertido en costumbre, un verdadero pique para el país. La gente está harta de estas paradas.
El reglamento, para aquellos que les guste la burocracia, establece claramente que para que una sesión pueda empezar y funcionar correctamente, se necesita la presencia de al menos la mitad más uno de los diputados. En este caso, 38 de 57. Pero parece que algunos prefieren dedicarse a otras cositas que a legislar. Y claro, con estas ausencias constantes, las leyes se retrasan, los proyectos se estancan y el país se queda a medias.
Entre los ausentes encontramos figuras conocidas como Andrea Álvarez, Danny Vargas, y Horacio Alvarado, entre otros. Hasta la diputada Sofía Guillén está de licencia por maternidad, lo cual es entendible, ¡felicidades a ella!, pero el resto... diay, qué pena. También tenemos a Antonio Ortega, quien sigue recuperándose de una cirugía. Pero aún así, faltaban demasiados. Algunos dicen que es estrategia política, otros que simplemente no le importa el trabajo. Lo cierto es que da muy mala imagen.
Recordemos que hace apenas una semana, el plenario también tuvo que levantar sesión por falta de cuórum. Y si vamos un poco más atrás, el martes pasado cuatro de cinco comisiones no pudieron reunirse por la misma razón. Esto demuestra que hay un problema serio de compromiso y responsabilidad dentro de la Asamblea Legislativa. Algunos maes andan pensando más en la próxima elección que en servirle a la patria, ¿no creen?
Las consecuencias de esta falta de compromiso son claras: retraso en la aprobación del presupuesto, dificultades para implementar políticas públicas y, en general, un ambiente de incertidumbre económica y social. Además, le resta credibilidad a nuestras instituciones democráticas. Cuando los representantes del pueblo no cumplen con su deber, la confianza de la ciudadanía se erosiona. Y eso, señores, es grave.
Ahora los legisladores tendrán que esperar hasta el próximo lunes para retomar sus labores, esperando que la situación mejore. Algunos analistas sugieren que se debería considerar la posibilidad de aplicar sanciones a los diputados que incurren en ausencias injustificadas. Otros proponen revisar el reglamento para hacerlo más riguroso. Pero lo que está claro es que se necesita una solución urgente para evitar que esta situación se siga repitiendo. Esta maraña legislativa nos está costando caro, ¿y tú qué opinas?
¿Será que debemos exigir a nuestros diputados una mayor rendición de cuentas y transparencia? ¿O acaso deberíamos considerar mecanismos para facilitar la participación ciudadana en el proceso legislativo? Creo que este asunto merece toda nuestra atención y debate. ¿Ustedes, qué soluciones ven para ponerle fin a estos apagones legislativos y asegurar que la Asamblea cumpla su función esencial?
La cosa es que el Presidente Legislativo, Don Rodrigo Arias, tuvo que cerrar las puertas del recinto a eso de las tres de la tarde, pues no había forma de seguir adelante. Pidió contar quién estaba presente y, bueno, la cifra fue decepcionante: 37 diputados contra los 38 mínimos requeridos por el reglamento. ¡Un fiasco total! Se dice que esto ya se ha convertido en costumbre, un verdadero pique para el país. La gente está harta de estas paradas.
El reglamento, para aquellos que les guste la burocracia, establece claramente que para que una sesión pueda empezar y funcionar correctamente, se necesita la presencia de al menos la mitad más uno de los diputados. En este caso, 38 de 57. Pero parece que algunos prefieren dedicarse a otras cositas que a legislar. Y claro, con estas ausencias constantes, las leyes se retrasan, los proyectos se estancan y el país se queda a medias.
Entre los ausentes encontramos figuras conocidas como Andrea Álvarez, Danny Vargas, y Horacio Alvarado, entre otros. Hasta la diputada Sofía Guillén está de licencia por maternidad, lo cual es entendible, ¡felicidades a ella!, pero el resto... diay, qué pena. También tenemos a Antonio Ortega, quien sigue recuperándose de una cirugía. Pero aún así, faltaban demasiados. Algunos dicen que es estrategia política, otros que simplemente no le importa el trabajo. Lo cierto es que da muy mala imagen.
Recordemos que hace apenas una semana, el plenario también tuvo que levantar sesión por falta de cuórum. Y si vamos un poco más atrás, el martes pasado cuatro de cinco comisiones no pudieron reunirse por la misma razón. Esto demuestra que hay un problema serio de compromiso y responsabilidad dentro de la Asamblea Legislativa. Algunos maes andan pensando más en la próxima elección que en servirle a la patria, ¿no creen?
Las consecuencias de esta falta de compromiso son claras: retraso en la aprobación del presupuesto, dificultades para implementar políticas públicas y, en general, un ambiente de incertidumbre económica y social. Además, le resta credibilidad a nuestras instituciones democráticas. Cuando los representantes del pueblo no cumplen con su deber, la confianza de la ciudadanía se erosiona. Y eso, señores, es grave.
Ahora los legisladores tendrán que esperar hasta el próximo lunes para retomar sus labores, esperando que la situación mejore. Algunos analistas sugieren que se debería considerar la posibilidad de aplicar sanciones a los diputados que incurren en ausencias injustificadas. Otros proponen revisar el reglamento para hacerlo más riguroso. Pero lo que está claro es que se necesita una solución urgente para evitar que esta situación se siga repitiendo. Esta maraña legislativa nos está costando caro, ¿y tú qué opinas?
¿Será que debemos exigir a nuestros diputados una mayor rendición de cuentas y transparencia? ¿O acaso deberíamos considerar mecanismos para facilitar la participación ciudadana en el proceso legislativo? Creo que este asunto merece toda nuestra atención y debate. ¿Ustedes, qué soluciones ven para ponerle fin a estos apagones legislativos y asegurar que la Asamblea cumpla su función esencial?