Ay, Dios mío, parece que este año llegó Navidad con sabor a hartura generalizada, ¿eh? Todos esperamos esos momentos de paz, familia y regaloneos, pero aquí en Costa Rica, con estas Navidades políticas, uno ya ni sabe si reírse o llorar. El país entero estaba con los ojos puestos en el Gobierno, esperando ver si, por fin, iban a cumplir algunas de esas promesas que nos echaron encima durante la campaña. Pero, díganle a mis primos, que la cosa anda más turbia que un río con piedras.
Recordemos, queridos foreros, que hace unos meses prometieron bonos para los jubilados, mejoras en el sistema de salud y hasta un plan maestro para combatir el tráfico en la Gran Área Metropolitana. Sonaban tan bien en papel, ¡qué carga! Pero la realidad, como siempre, ha sido otra. Los jubilados siguen esperando su bono, los hospitales parecen escenarios de película postapocalíptica y el tráfico, pues… sigo perdiendo más tiempo en la autopista que viendo todas las temporadas de 'Narcos' juntas.
La caricatura de Mecho lo dice claro: un pesebre con los políticos disfrazados de pastores, mientras el niño Jesús espera pacientemente debajo de un árbol seco. Un golpe bajo, sí, pero también una verdad irrefutable. El problema no es la intención, ¿eh? Sino la ejecución. Parece que tienen más facilidad para hacer discursos bonitos que para poner manos a la obra. Uno se queda pensando qué brete les complica tanto cumplir lo que prometen.
Y no me vengan con que “la economía global está complicada” o “tenemos restricciones presupuestarias”. Eso ya suena a disco rayado. Otros países han salido adelante con peores condiciones y, aún así, logran darle una vida decente a sus ciudadanos. Aquí, parece que cualquier excusa vale para justificar el fracaso. Algunos incluso dicen que esto es una estrategia a propósito, para mantenerse en el poder a costa de la frustración popular. ¡Qué torta!
Pero no todo está perdido, vamos a tener esperanza. Siempre hay luz al final del túnel, como dicen por ahí. Tal vez, con suficiente presión ciudadana, puedan despertar de este letargo político y empezar a trabajar de verdad por el bienestar del país. Aunque, siendo honestos, no estoy muy convencido. Ya hemos visto tantas decepciones que uno se vuelve escéptico, diay.
Lo que sí preocupa es el impacto social de todo esto. Mientras los políticos se pelean por el poder y hacen promesas vacías, la gente común está sufriendo. Las familias luchan para llegar a fin de mes, los jóvenes ven pocas oportunidades de futuro y los ancianos viven con miedo a perder sus ahorros. Esto no puede seguir así. Necesitamos un cambio radical, una renovación completa de la clase política. Ya basta de mañitas y promesas falsas, queremos hechos concretos.
Ahora, es importante analizar qué medidas podemos tomar desde el pueblo para exigir cuentas a nuestros representantes. ¿Deberíamos organizarnos en protestas masivas? ¿Presionar a través de redes sociales? ¿Apoyar candidatos alternativos en las próximas elecciones? Todas estas opciones tienen sus pros y contras, pero lo cierto es que no podemos quedarnos cruzados de brazos. Tenemos que hacernos escuchar, porque sino, van a seguir haciendo de las suyas.
En fin, querido foro, esta Navidad me deja con un gusto amargo en la boca. No es solo por la comida pesada y el estrés de los regalos, sino por la sensación de que nos estamos jugando la tranquilidad del país. Entonces, amigos, ¿creen ustedes que todavía hay oportunidad de voltear la tortilla y lograr que el Gobierno cumpla sus promesas, o ya deberíamos estar preparando las maletas?
Recordemos, queridos foreros, que hace unos meses prometieron bonos para los jubilados, mejoras en el sistema de salud y hasta un plan maestro para combatir el tráfico en la Gran Área Metropolitana. Sonaban tan bien en papel, ¡qué carga! Pero la realidad, como siempre, ha sido otra. Los jubilados siguen esperando su bono, los hospitales parecen escenarios de película postapocalíptica y el tráfico, pues… sigo perdiendo más tiempo en la autopista que viendo todas las temporadas de 'Narcos' juntas.
La caricatura de Mecho lo dice claro: un pesebre con los políticos disfrazados de pastores, mientras el niño Jesús espera pacientemente debajo de un árbol seco. Un golpe bajo, sí, pero también una verdad irrefutable. El problema no es la intención, ¿eh? Sino la ejecución. Parece que tienen más facilidad para hacer discursos bonitos que para poner manos a la obra. Uno se queda pensando qué brete les complica tanto cumplir lo que prometen.
Y no me vengan con que “la economía global está complicada” o “tenemos restricciones presupuestarias”. Eso ya suena a disco rayado. Otros países han salido adelante con peores condiciones y, aún así, logran darle una vida decente a sus ciudadanos. Aquí, parece que cualquier excusa vale para justificar el fracaso. Algunos incluso dicen que esto es una estrategia a propósito, para mantenerse en el poder a costa de la frustración popular. ¡Qué torta!
Pero no todo está perdido, vamos a tener esperanza. Siempre hay luz al final del túnel, como dicen por ahí. Tal vez, con suficiente presión ciudadana, puedan despertar de este letargo político y empezar a trabajar de verdad por el bienestar del país. Aunque, siendo honestos, no estoy muy convencido. Ya hemos visto tantas decepciones que uno se vuelve escéptico, diay.
Lo que sí preocupa es el impacto social de todo esto. Mientras los políticos se pelean por el poder y hacen promesas vacías, la gente común está sufriendo. Las familias luchan para llegar a fin de mes, los jóvenes ven pocas oportunidades de futuro y los ancianos viven con miedo a perder sus ahorros. Esto no puede seguir así. Necesitamos un cambio radical, una renovación completa de la clase política. Ya basta de mañitas y promesas falsas, queremos hechos concretos.
Ahora, es importante analizar qué medidas podemos tomar desde el pueblo para exigir cuentas a nuestros representantes. ¿Deberíamos organizarnos en protestas masivas? ¿Presionar a través de redes sociales? ¿Apoyar candidatos alternativos en las próximas elecciones? Todas estas opciones tienen sus pros y contras, pero lo cierto es que no podemos quedarnos cruzados de brazos. Tenemos que hacernos escuchar, porque sino, van a seguir haciendo de las suyas.
En fin, querido foro, esta Navidad me deja con un gusto amargo en la boca. No es solo por la comida pesada y el estrés de los regalos, sino por la sensación de que nos estamos jugando la tranquilidad del país. Entonces, amigos, ¿creen ustedes que todavía hay oportunidad de voltear la tortilla y lograr que el Gobierno cumpla sus promesas, o ya deberíamos estar preparando las maletas?
