¡Ay, Dios mío! El caso del Banco Nacional sigue siendo un chinchorro que nadie quiere tocar a fondo. Resulta que mientras Ricardo Olivas, el mae que salió robándose más de tres mil doscientos millones de colones, está esperando a ver qué le pasa en el tribunal, los demás que supuestamente lo ayudaron siguen paseándose tranquilamente, ¿eh?
La Fiscalía Adjunta de Probidad, Transparencia y Anticorrupción (FAPTA) decidió separar los casos para poder acelerar el juicio contra Olivas. Parece que tenían prisa por sacarlo a cuentas, y entenderlo, está preso, mi pana. Pero eso dejó a los otros señores, esos que laburaban en el banco y que, al parecer, estaban medio cómplices, en una especie de limbo jurídico, ¿me entienden? Como si hubieran desaparecido.
Se habla de siete personas, incluyendo un supervisor de tesorería, otro de procesamiento de efectivo, unos evaluadores, un contador, el jefe de tesorería, un guarda de seguridad y otro supervisor más. ¡Una banda bien completa! Todos, aparentemente, metidos hasta el cuello en este maje, ¡pero ahora están tranquilos!
El fiscal Ronald Segura dice que quieren hacerle el juicio a Olivas rapidito, antes del ocho de marzo, cuando le acaba la prisión preventiva. Me imagino que está sudando frío el pobre tipo, aunque habrá hecho cositas muy malas para llegar a esa situación. Pero ¿qué pasa con los demás? ¿Van a quedar impunes así nomás? Eso sí me huele a changüeta.
Según la investigación, Olivas entraba fajos de billetes en sobres amarillos y se los llevaba caminando. ¡Como si nada! Un espectáculo, vamos. Y los otros, en lugar de detenerlo, parecían estar tapándole las huellas, manipulando documentos y dejando pasar las cosas. ¡Qué desfachatez!
El OIJ descubrió que Olivas acumularía más de cuatro mil quinientos cincuenta y seis millones de colones, y que casi el 72% de ese dinero lo sacó directo de las bóvedas del banco. ¡Imagínese la cantidad de papel moneda! Es un robo que te deja boquiabierto, mi hermano.
Ahora, la preocupación es que estos procesos judiciales suelen arrastrarse por años en Costa Rica. Uno teme que los cómplices se queden en la casa, disfrutando de su botín mientras el caso se estanca. La impunidad, diay, es nuestro mayor problema, y este caso parece encaminarse por ese lado… a menos que la Fiscalía ponga huevos y acelere la investigación.
En fin, es un caso que da mucho que pensar y nos obliga a preguntarnos: ¿Realmente estamos luchando contra la corrupción en serio, o simplemente estamos haciendo teatro? ¿Creen ustedes que la Fiscalía va a llevar a todos los responsables ante la justicia, o este caso terminará empañado por la lentitud y la burocracia? Compartan sus opiniones en el foro, ¡quiero saber qué piensan los panas!
La Fiscalía Adjunta de Probidad, Transparencia y Anticorrupción (FAPTA) decidió separar los casos para poder acelerar el juicio contra Olivas. Parece que tenían prisa por sacarlo a cuentas, y entenderlo, está preso, mi pana. Pero eso dejó a los otros señores, esos que laburaban en el banco y que, al parecer, estaban medio cómplices, en una especie de limbo jurídico, ¿me entienden? Como si hubieran desaparecido.
Se habla de siete personas, incluyendo un supervisor de tesorería, otro de procesamiento de efectivo, unos evaluadores, un contador, el jefe de tesorería, un guarda de seguridad y otro supervisor más. ¡Una banda bien completa! Todos, aparentemente, metidos hasta el cuello en este maje, ¡pero ahora están tranquilos!
El fiscal Ronald Segura dice que quieren hacerle el juicio a Olivas rapidito, antes del ocho de marzo, cuando le acaba la prisión preventiva. Me imagino que está sudando frío el pobre tipo, aunque habrá hecho cositas muy malas para llegar a esa situación. Pero ¿qué pasa con los demás? ¿Van a quedar impunes así nomás? Eso sí me huele a changüeta.
Según la investigación, Olivas entraba fajos de billetes en sobres amarillos y se los llevaba caminando. ¡Como si nada! Un espectáculo, vamos. Y los otros, en lugar de detenerlo, parecían estar tapándole las huellas, manipulando documentos y dejando pasar las cosas. ¡Qué desfachatez!
El OIJ descubrió que Olivas acumularía más de cuatro mil quinientos cincuenta y seis millones de colones, y que casi el 72% de ese dinero lo sacó directo de las bóvedas del banco. ¡Imagínese la cantidad de papel moneda! Es un robo que te deja boquiabierto, mi hermano.
Ahora, la preocupación es que estos procesos judiciales suelen arrastrarse por años en Costa Rica. Uno teme que los cómplices se queden en la casa, disfrutando de su botín mientras el caso se estanca. La impunidad, diay, es nuestro mayor problema, y este caso parece encaminarse por ese lado… a menos que la Fiscalía ponga huevos y acelere la investigación.
En fin, es un caso que da mucho que pensar y nos obliga a preguntarnos: ¿Realmente estamos luchando contra la corrupción en serio, o simplemente estamos haciendo teatro? ¿Creen ustedes que la Fiscalía va a llevar a todos los responsables ante la justicia, o este caso terminará empañado por la lentitud y la burocracia? Compartan sus opiniones en el foro, ¡quiero saber qué piensan los panas!