¡Ay, Dios mío! Esto sí que está feo. Quien iba pensando que un simple choque nos iba a tener así, varados como sardinas enlatadas en la Ruta 27. Desde tempranito este jueves, el tráfico está hecho un desmadre, afectando a muchísima gente que trata de llegar a sus bretes en Escazú y alrededores. Parece que las cosas no andan bien por estos lados, y la paciencia de muchos ya llegó a su límite.
Según nos comentan desde la página oficial de la Ruta 27, el problema empezó con un encontronazo a la altura del kilómetro 4 en San Rafael de Escazú, en dirección a Caldera. Imagínate la escena: un choque, unos carros dañados y, como si fuera poco, un embotellamiento kilométrico que ha dejado a todos boquiabiertos. La cosa es que ahora, cualquiera que intente pasar por ahí, se va a llevar una sorpresa desagradable: horas perdidas y nervios de punta.
Y claro, como buen tico que se precie, la gente buscando la forma de sortear el problema. Así que, la famosa Calle Vieja hacia Escazú se convirtió en la única vía viable, pero eso, amigos mios, trajo consigo otro problemón. ¡Ahora ahí también hay tráfico! Resulta que todos estamos tratando de meterle mano al mismo chunche y, por supuesto, esto solo empeora la situación general. De verdad, parece sacado de una película de comedia negra, pero nadie se ríe cuando estás atascado en medio del congestionamiento.
Hemos recibido varios mensajes de lectores que están atrapados en el lugar, expresando su frustración y contando cómo han perdido citas importantes y compromisos laborales. Uno de ellos, Don Raúl, nos escribió que llevaba casi dos horas parado y temía perderse la comida de su nieto. ¡Imagínatelo!, la pena que le da. Por eso digo, qué torta la situación. Un pequeño percance se convierte en una pesadilla para miles de personas que dependen de esa carretera para movilizarse diariamente.
Las autoridades de tránsito, dicen, están trabajando para controlar el tráfico y facilitar la salida de los vehículos accidentados. Pero la verdad es que la magnitud del problema es tal que cualquier solución rápida parece una utopía. Algunos sugieren que den por alto la calle vieja, pero de seguro sería aun peor. Se escuchan bocinas, se ven caras largas, y la tensión se palpa en el aire. Este tipo de situaciones siempre nos recuerda lo vulnerable que somos ante imprevistos en nuestra infraestructura vial.
Muchos se preguntan si realmente hemos aprendido algo de estas crisis recurrentes en la Ruta 27. ¿Es suficiente con poner más policías y tratar de organizar el tráfico a medias? ¿No deberíamos estar invirtiendo en soluciones más estructurales, como mejorar la capacidad de la carretera, construir nuevas vías alternativas o promover el uso del transporte público? Ya llevamos años lidiando con este problema y, aunque se han hecho algunos esfuerzos, todavía estamos lejos de resolverlo definitivamente. A este paso, vamos a seguir pasando vergüenza internacional por nuestras deficiencias en movilidad.
El caso es que mientras tanto, toca agachar la cabeza y esperar lo mejor. Porque, seamos honestos, pocos pueden permitirse el lujo de llegar tarde al trabajo o perderse un compromiso familiar por culpa del tráfico. Confiemos en que las autoridades hagan lo posible por solucionar el problema pronto y que todos podamos retomar nuestras actividades con normalidad. Aunque, siendo realistas, si vistes la calle vieja llena, te recomiendo buscar otra ruta... ¡a menos que tengas mucha, pero mucha paciencia!
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que las autoridades deberían invertir urgentemente en mejores opciones de movilidad para descongestionar la Ruta 27, o consideras que los choferos debemos ser más conscientes y responsables al volante para evitar estos accidentes que nos tienen pegados en el camino?
Según nos comentan desde la página oficial de la Ruta 27, el problema empezó con un encontronazo a la altura del kilómetro 4 en San Rafael de Escazú, en dirección a Caldera. Imagínate la escena: un choque, unos carros dañados y, como si fuera poco, un embotellamiento kilométrico que ha dejado a todos boquiabiertos. La cosa es que ahora, cualquiera que intente pasar por ahí, se va a llevar una sorpresa desagradable: horas perdidas y nervios de punta.
Y claro, como buen tico que se precie, la gente buscando la forma de sortear el problema. Así que, la famosa Calle Vieja hacia Escazú se convirtió en la única vía viable, pero eso, amigos mios, trajo consigo otro problemón. ¡Ahora ahí también hay tráfico! Resulta que todos estamos tratando de meterle mano al mismo chunche y, por supuesto, esto solo empeora la situación general. De verdad, parece sacado de una película de comedia negra, pero nadie se ríe cuando estás atascado en medio del congestionamiento.
Hemos recibido varios mensajes de lectores que están atrapados en el lugar, expresando su frustración y contando cómo han perdido citas importantes y compromisos laborales. Uno de ellos, Don Raúl, nos escribió que llevaba casi dos horas parado y temía perderse la comida de su nieto. ¡Imagínatelo!, la pena que le da. Por eso digo, qué torta la situación. Un pequeño percance se convierte en una pesadilla para miles de personas que dependen de esa carretera para movilizarse diariamente.
Las autoridades de tránsito, dicen, están trabajando para controlar el tráfico y facilitar la salida de los vehículos accidentados. Pero la verdad es que la magnitud del problema es tal que cualquier solución rápida parece una utopía. Algunos sugieren que den por alto la calle vieja, pero de seguro sería aun peor. Se escuchan bocinas, se ven caras largas, y la tensión se palpa en el aire. Este tipo de situaciones siempre nos recuerda lo vulnerable que somos ante imprevistos en nuestra infraestructura vial.
Muchos se preguntan si realmente hemos aprendido algo de estas crisis recurrentes en la Ruta 27. ¿Es suficiente con poner más policías y tratar de organizar el tráfico a medias? ¿No deberíamos estar invirtiendo en soluciones más estructurales, como mejorar la capacidad de la carretera, construir nuevas vías alternativas o promover el uso del transporte público? Ya llevamos años lidiando con este problema y, aunque se han hecho algunos esfuerzos, todavía estamos lejos de resolverlo definitivamente. A este paso, vamos a seguir pasando vergüenza internacional por nuestras deficiencias en movilidad.
El caso es que mientras tanto, toca agachar la cabeza y esperar lo mejor. Porque, seamos honestos, pocos pueden permitirse el lujo de llegar tarde al trabajo o perderse un compromiso familiar por culpa del tráfico. Confiemos en que las autoridades hagan lo posible por solucionar el problema pronto y que todos podamos retomar nuestras actividades con normalidad. Aunque, siendo realistas, si vistes la calle vieja llena, te recomiendo buscar otra ruta... ¡a menos que tengas mucha, pero mucha paciencia!
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que las autoridades deberían invertir urgentemente en mejores opciones de movilidad para descongestionar la Ruta 27, o consideras que los choferos debemos ser más conscientes y responsables al volante para evitar estos accidentes que nos tienen pegados en el camino?