¡Ay, Dios mío! Esto de la Ruta 32 parece que nunca va a terminar. Ya van como cuatro semanas que estamos así, tratando de llegar a Limón y volviendo a casa con el corazón en un puño. Lo que empezó siendo un deslizamiento menor, ahora es una novela digna de Mario Vargas Llosa, con árboles cayéndose, piedras rodando y el MOPT dando vueltas como pollo sin cabeza.
Para los que no estén enterados, la famosa Ruta 32, esa arteria vital que conecta San José con la costa Caribe, lleva cerrada prácticamente un mes, postergándose ya varias veces la tan esperada reapertura. Inicialmente, el problema era una roca descomunal que parecía decidida a quedarse ahí plantada, desafiando cualquier intento de quitarla. Se dynamitó, se limpió, se creyó que ya estaba solucionado... pero la naturaleza, como siempre, nos ha recordado quién manda aquí arriba.
Y es que, según el MOPT, ahora los problemas son árboles caídos y derrumbes producto de las lluvias torrenciales que han azotado la zona montañosa. Parece sacado de una película de terror, ¿verdad? Imaginen la escena: tú vas manejando, tranquilo, pensando en el helao que te vas a tomar al llegar a Puerto Viejo, y de repente ¡bam!, un árbol gigante bloqueando toda la vía. Pura adrenalina, diay.
La verdad es que esto está afectando a muchísima gente. Turistas varados, limonenses que no pueden recibir sus productos frescos, transportistas perdiendo dinero… ¡una torta! Además, la ruta alterna, la vieja, es un brete a todas horas, llena de curvas peligrosas y baches que te sacuden hasta el alma. No es precisamente un paseo dominical, mángue. Y ni hablar del tráfico que se genera en las zonas aledañas, donde todos intentamos buscarle la vuelta.
El MOPT, fiel a su estilo, sigue prometiendo que “en el momento en que se autorice la reapertura de la ruta 32 les estaremos informando”. Eso significa, básicamente, que mientras tanto seguiremos atascados. Uno ya empieza a pensar que van a tener que construir un túnel subterráneo, porque con esta situación, la Ruta 32 parece condenada a permanecer cerrada para siempre.
Lo curioso de todo esto es cómo el clima está jugando en contra. Dicen que estos fenómenos climáticos extremos son culpa del cambio global, y nosotros aquí, pegados en la Ruta 32, pagando los platos rotos. Parece que vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con esta incertidumbre, con el miedo constante de que un árbol se caiga encima o una piedra nos arruine el viaje. Una pena, realmente, porque la costa Caribe es uno de nuestros mayores atractivos turísticos y este tipo de situaciones le hacen mucho daño a la economía local.
Más allá de los inconvenientes prácticos, este cierre prolongado de la Ruta 32 pone de manifiesto la vulnerabilidad de nuestra infraestructura vial ante los efectos del clima. Necesitamos invertir en soluciones más resilientes, en sistemas de alerta temprana y en mantenimiento preventivo. Porque lamentablemente, esto no será la última vez que enfrentemos este tipo de situaciones. Si seguimos así, el país va a quedar atrás, con carreteras intransitables y un turismo en picada. Ojalá que las autoridades tomen cartas en el asunto y empiecen a trabajar seriamente para solucionar este problema de fondo.
En fin, la espera continúa. Mientras tanto, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el MOPT debería implementar medidas más drásticas para agilizar la reapertura de la Ruta 32, aunque eso implique gastar más recursos? ¿O deberían priorizar la seguridad de los usuarios, aunque eso signifique seguir esperando indefinidamente?
Para los que no estén enterados, la famosa Ruta 32, esa arteria vital que conecta San José con la costa Caribe, lleva cerrada prácticamente un mes, postergándose ya varias veces la tan esperada reapertura. Inicialmente, el problema era una roca descomunal que parecía decidida a quedarse ahí plantada, desafiando cualquier intento de quitarla. Se dynamitó, se limpió, se creyó que ya estaba solucionado... pero la naturaleza, como siempre, nos ha recordado quién manda aquí arriba.
Y es que, según el MOPT, ahora los problemas son árboles caídos y derrumbes producto de las lluvias torrenciales que han azotado la zona montañosa. Parece sacado de una película de terror, ¿verdad? Imaginen la escena: tú vas manejando, tranquilo, pensando en el helao que te vas a tomar al llegar a Puerto Viejo, y de repente ¡bam!, un árbol gigante bloqueando toda la vía. Pura adrenalina, diay.
La verdad es que esto está afectando a muchísima gente. Turistas varados, limonenses que no pueden recibir sus productos frescos, transportistas perdiendo dinero… ¡una torta! Además, la ruta alterna, la vieja, es un brete a todas horas, llena de curvas peligrosas y baches que te sacuden hasta el alma. No es precisamente un paseo dominical, mángue. Y ni hablar del tráfico que se genera en las zonas aledañas, donde todos intentamos buscarle la vuelta.
El MOPT, fiel a su estilo, sigue prometiendo que “en el momento en que se autorice la reapertura de la ruta 32 les estaremos informando”. Eso significa, básicamente, que mientras tanto seguiremos atascados. Uno ya empieza a pensar que van a tener que construir un túnel subterráneo, porque con esta situación, la Ruta 32 parece condenada a permanecer cerrada para siempre.
Lo curioso de todo esto es cómo el clima está jugando en contra. Dicen que estos fenómenos climáticos extremos son culpa del cambio global, y nosotros aquí, pegados en la Ruta 32, pagando los platos rotos. Parece que vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con esta incertidumbre, con el miedo constante de que un árbol se caiga encima o una piedra nos arruine el viaje. Una pena, realmente, porque la costa Caribe es uno de nuestros mayores atractivos turísticos y este tipo de situaciones le hacen mucho daño a la economía local.
Más allá de los inconvenientes prácticos, este cierre prolongado de la Ruta 32 pone de manifiesto la vulnerabilidad de nuestra infraestructura vial ante los efectos del clima. Necesitamos invertir en soluciones más resilientes, en sistemas de alerta temprana y en mantenimiento preventivo. Porque lamentablemente, esto no será la última vez que enfrentemos este tipo de situaciones. Si seguimos así, el país va a quedar atrás, con carreteras intransitables y un turismo en picada. Ojalá que las autoridades tomen cartas en el asunto y empiecen a trabajar seriamente para solucionar este problema de fondo.
En fin, la espera continúa. Mientras tanto, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el MOPT debería implementar medidas más drásticas para agilizar la reapertura de la Ruta 32, aunque eso implique gastar más recursos? ¿O deberían priorizar la seguridad de los usuarios, aunque eso signifique seguir esperando indefinidamente?
