¡Qué despiche, maes! En serio, a veces uno ya no sabe ni qué pensar. Estamos tratando de digerir el almuerzo del Día de la Madre y ¡PUM!, nos enteramos de una balacera mortal en Santa Ana. SANTA ANA. El lugar que muchos todavía ven como una especie de burbuja anti-chorizos, donde lo más peligroso que te puede pasar es que te cobren un ojo de la cara por un café. Pero no, la realidad nos acaba de pegar una cachetada para recordarnos que el país entero se está yendo al traste, y que ya no hay rincones seguros. Tres personas muertas. ¡Qué sal! Así, de la nada. La vara está más que fea, está color de hormiga.
Y diay, como era de esperarse, cuando huele a crisis (y a elecciones a la vuelta de la esquina), aparecen los políticos. Esta vez fue Fernando Zamora, el candidato presidencial, quien no perdió ni un segundo para montarse en la ola. El mae saltó en redes sociales con un mensaje casi de película de acción: “Señor Presidente: la población está al límite (...) Costa Rica se nos va de las manos”. Y con eso, sacó un plan de cinco puntos que suena, a primera vista, como música para los oídos de cualquiera que esté hasta la coronilla del miedo: restituir la PCD en puertos, convocar al Consejo de Seguridad, control territorial, retenes 24/7 y, la cereza del pastel, los famosos escáneres en Caldera.
Pero vamos a ver, maes, seamos honestos. ¿Cuántas veces hemos escuchado este mismo discurso? La vara de los escáneres, por ejemplo, tiene más años que el Saprissa y siempre se queda en promesas. Poner retenes 24/7 suena tuanis, pero ¿tenemos suficientes policías para eso sin descuidar todo lo demás? ¿O vamos a tener a tres güilas pelados de sueño cuidando una esquina mientras desarman diez bandas en otro lado? Ejecutar un "plan estratégico de control territorial" es un brete titánico que requiere una coordinación que, hasta ahora, el Estado ha demostrado no tener. Es fácil decirlo en un post de Facebook; otra cosa muy distinta es hacerlo funcionar sin que todo se vuelva un caos peor.
Lo que sí es innegable es que Zamora le está tirando directo al Poder Judicial, y ahí sí que le da en el clavo. Su crítica sobre la "pasividad" y los "nueve meses de impunidad" que se le regalan a los delincuentes es algo que todos sentimos. Parece que mientras los criminales operan con la agilidad de una startup tecnológica, el Estado se mueve con la velocidad de un perezoso con resaca. Es un despiche burocrático donde un papel vale más que la seguridad de la gente. En eso, politiquería aparte, el mae tiene un punto que duele, porque es verdad. La sensación de que los malos siempre van un paso adelante es asfixiante.
Al final, la pregunta del millón queda en el aire. ¿Estamos viendo a un líder preocupado que de verdad tiene un plan, o a un político con un olfato increíble para capitalizar la tragedia? Porque una cosa es señalar el problema que todos vemos, y otra muy diferente es tener la capacidad real de solucionarlo. El discurso es potente y conecta con el miedo colectivo, pero la historia nos ha enseñado a ser cínicos. El país no puede esperar nueve meses más, eso es un hecho. Pero tampoco podemos conformarnos con soluciones de carrera que suenan bien en campaña y luego se diluyen en la nada.
Diay, maes, ¿qué piensan ustedes? ¿Es Zamora un carga por poner el dedo en la llaga y exigir acción inmediata o es pura hablada de político que ya entró en modo campaña? ¿O pueden ser las dos varas al mismo tiempo? ¿Le compran este plan o sienten que es más de lo mismo que hemos escuchado hasta el cansancio?
Y diay, como era de esperarse, cuando huele a crisis (y a elecciones a la vuelta de la esquina), aparecen los políticos. Esta vez fue Fernando Zamora, el candidato presidencial, quien no perdió ni un segundo para montarse en la ola. El mae saltó en redes sociales con un mensaje casi de película de acción: “Señor Presidente: la población está al límite (...) Costa Rica se nos va de las manos”. Y con eso, sacó un plan de cinco puntos que suena, a primera vista, como música para los oídos de cualquiera que esté hasta la coronilla del miedo: restituir la PCD en puertos, convocar al Consejo de Seguridad, control territorial, retenes 24/7 y, la cereza del pastel, los famosos escáneres en Caldera.
Pero vamos a ver, maes, seamos honestos. ¿Cuántas veces hemos escuchado este mismo discurso? La vara de los escáneres, por ejemplo, tiene más años que el Saprissa y siempre se queda en promesas. Poner retenes 24/7 suena tuanis, pero ¿tenemos suficientes policías para eso sin descuidar todo lo demás? ¿O vamos a tener a tres güilas pelados de sueño cuidando una esquina mientras desarman diez bandas en otro lado? Ejecutar un "plan estratégico de control territorial" es un brete titánico que requiere una coordinación que, hasta ahora, el Estado ha demostrado no tener. Es fácil decirlo en un post de Facebook; otra cosa muy distinta es hacerlo funcionar sin que todo se vuelva un caos peor.
Lo que sí es innegable es que Zamora le está tirando directo al Poder Judicial, y ahí sí que le da en el clavo. Su crítica sobre la "pasividad" y los "nueve meses de impunidad" que se le regalan a los delincuentes es algo que todos sentimos. Parece que mientras los criminales operan con la agilidad de una startup tecnológica, el Estado se mueve con la velocidad de un perezoso con resaca. Es un despiche burocrático donde un papel vale más que la seguridad de la gente. En eso, politiquería aparte, el mae tiene un punto que duele, porque es verdad. La sensación de que los malos siempre van un paso adelante es asfixiante.
Al final, la pregunta del millón queda en el aire. ¿Estamos viendo a un líder preocupado que de verdad tiene un plan, o a un político con un olfato increíble para capitalizar la tragedia? Porque una cosa es señalar el problema que todos vemos, y otra muy diferente es tener la capacidad real de solucionarlo. El discurso es potente y conecta con el miedo colectivo, pero la historia nos ha enseñado a ser cínicos. El país no puede esperar nueve meses más, eso es un hecho. Pero tampoco podemos conformarnos con soluciones de carrera que suenan bien en campaña y luego se diluyen en la nada.
Diay, maes, ¿qué piensan ustedes? ¿Es Zamora un carga por poner el dedo en la llaga y exigir acción inmediata o es pura hablada de político que ya entró en modo campaña? ¿O pueden ser las dos varas al mismo tiempo? ¿Le compran este plan o sienten que es más de lo mismo que hemos escuchado hasta el cansancio?
