¡Aguante! Resulta que San Pedro de Montes de Oca está luciendo diferente, y no precisamente porque mandaron a pintar unos cuantos postes de luz. Una peña llamada En-Comunicación, junto con un montón de vecinos super pilas, se ha echado el brete de rescatar esos rinconcitos olvidados que andaban más feos que alma de cantor.
Todo esto arrancó hace unos meses, y la onda es darle una manito a los espacios públicos, limpiar la mugre, echarle una pinturita y poner unas plantitas que le den color. Parece cosita sencilla, pero créanme que el cambio es notable. Han aplicado la teoría de las ventanas rotas – ya saben, si un lugar está descuidado, atrae más problemas –, y parece que les está funcionando a pedir de boca.
Gabriela Zamora, la jefa de En-Comunicación, nos comentó que el movimiento #BrochaEnMano busca convertir esos lugares descuidados en sitios donde la gente quiera pasar el rato, sentirse segura y orgullosa de su barrio. “Cada brocha, cada voluntario, cada gesto cuenta”, dijo ella, y vaya que es cierto. Ya he visto cómo la gente aprovecha esos nuevos espacios para sentarse a platicar, leer un libro o simplemente disfrutar del aire fresco.
Hasta ahora, han trabajado en tres zonas clave cerca de la UCR: la pared sur de la iglesia de San Pedro, otro punto en Kennedy, y otra área en Barrio La Granja. Imagínate, decenas de personas se han ofrecido como voluntarias, dejando caer todo lo que tienen que hacer para apoyar este proyecto. Ese espíritu solidario, ¡qué carga!
Y no solo eso, también están buscando artistas y muralistas para agregarle aún más sabor a estos espacios. La idea es que cada mural refleje la identidad del barrio, sus historias, su gente… ¡algo que realmente conecte con la comunidad! Con un poquito de creatividad y mucho corazón, pueden transformar esos muros grises en lienzos llenos de color y significado.
En-Comunicación no se anda por enanos, está buscando alianzas con empresas, ayuntamientos y otras organizaciones para llevar #BrochaEnMano a otros cantones del país. Porque este modelo, señores, puede funcionar en cualquier parte. Un poco de cariño, esfuerzo y colaboración, y hasta el lugar más abandonado puede brillar como nuevo.
Claro, como en todo, hay retos. Conseguir recursos, mantener el entusiasmo de los voluntarios a largo plazo… Pero la energía que he visto en estas jornadas de trabajo es contagiosa. Se nota que la gente quiere cambiar su entorno, construir una comunidad más unida y vibrante. Es un ejemplo inspirador de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos, olvidándonos de las diferencias y enfocándonos en el bien común. ¡Es pura vaina!
Ahora sí, quiero saber qué piensan ustedes: ¿creen que iniciativas como #BrochaEnMano podrían replicarse en sus barrios? ¿Qué otras cosas podríamos hacer para revitalizar nuestros espacios públicos y fomentar un mayor sentido de comunidad?
Todo esto arrancó hace unos meses, y la onda es darle una manito a los espacios públicos, limpiar la mugre, echarle una pinturita y poner unas plantitas que le den color. Parece cosita sencilla, pero créanme que el cambio es notable. Han aplicado la teoría de las ventanas rotas – ya saben, si un lugar está descuidado, atrae más problemas –, y parece que les está funcionando a pedir de boca.
Gabriela Zamora, la jefa de En-Comunicación, nos comentó que el movimiento #BrochaEnMano busca convertir esos lugares descuidados en sitios donde la gente quiera pasar el rato, sentirse segura y orgullosa de su barrio. “Cada brocha, cada voluntario, cada gesto cuenta”, dijo ella, y vaya que es cierto. Ya he visto cómo la gente aprovecha esos nuevos espacios para sentarse a platicar, leer un libro o simplemente disfrutar del aire fresco.
Hasta ahora, han trabajado en tres zonas clave cerca de la UCR: la pared sur de la iglesia de San Pedro, otro punto en Kennedy, y otra área en Barrio La Granja. Imagínate, decenas de personas se han ofrecido como voluntarias, dejando caer todo lo que tienen que hacer para apoyar este proyecto. Ese espíritu solidario, ¡qué carga!
Y no solo eso, también están buscando artistas y muralistas para agregarle aún más sabor a estos espacios. La idea es que cada mural refleje la identidad del barrio, sus historias, su gente… ¡algo que realmente conecte con la comunidad! Con un poquito de creatividad y mucho corazón, pueden transformar esos muros grises en lienzos llenos de color y significado.
En-Comunicación no se anda por enanos, está buscando alianzas con empresas, ayuntamientos y otras organizaciones para llevar #BrochaEnMano a otros cantones del país. Porque este modelo, señores, puede funcionar en cualquier parte. Un poco de cariño, esfuerzo y colaboración, y hasta el lugar más abandonado puede brillar como nuevo.
Claro, como en todo, hay retos. Conseguir recursos, mantener el entusiasmo de los voluntarios a largo plazo… Pero la energía que he visto en estas jornadas de trabajo es contagiosa. Se nota que la gente quiere cambiar su entorno, construir una comunidad más unida y vibrante. Es un ejemplo inspirador de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos, olvidándonos de las diferencias y enfocándonos en el bien común. ¡Es pura vaina!
Ahora sí, quiero saber qué piensan ustedes: ¿creen que iniciativas como #BrochaEnMano podrían replicarse en sus barrios? ¿Qué otras cosas podríamos hacer para revitalizar nuestros espacios públicos y fomentar un mayor sentido de comunidad?