Ay, mae, qué bajón de clima nos cayó encima ayer en San Rafael de Heredia. Parecía que el cielo se le vino encima al pueblo entero. Pero entre tanta nube gris y gotera constante, David Carrión, con su ojo de halcón, capturó una foto que te pega directo al alma. Una postal melancólica, pero llena de belleza, que refleja cómo los quiteños sabemos encontrar magia incluso en los días más apagones.
Para ponerle contextito a la cosa, San Rafael siempre ha sido un lugar tranquilo, un pueblito donde la vida va a paso de hormiga. Conocido por sus cafetales y esas vistas que te quitan el hipo, es un refugio de paz lejos del bullicio capitalino. La lluvia, aunque a veces nos agüe la fiesta, forma parte de la identidad de este cantón heredeño; alimenta las plantaciones y refresca el ambiente caluroso que tanto nos atormenta.
Carrión, que pa’ eso anda siempre merodeando con su cámara, estaba ahí cuando empezó a caerse el chaparrón. Según me contó, sintió que era un momento especial, un instante que merecía ser inmortalizado. Y vaya si lo hizo. En la foto, se ven las casas empapadas, las calles brillando bajo la luz tenue, y una sensación general de recogimiento que te eriza hasta los pelos de la nuca.
Lo que más me gustó de la imagen, aparte de la composición, es cómo transmite toda una historia sin necesidad de muchas palabras. Uno puede imaginar a la gente adentro de sus casas, tomando un café caliente y platicando con los familiares mientras la lluvia golpea contra los cristales. Ese es el espíritu de San Rafael, mae: unión, sencillez y resiliencia ante cualquier adversidad, ¡hasta cuando la Vara te da un buen susto!
Y no solo se trata de la fotografía en sí, sino también del acto de compartirla. Carrión, que es pura bondad, abrió las puertas de su trabajo a todos los quiteños, invitándonos a enviar nuestras propias fotos de la lluvia. Me parece una iniciativa chiva, porque demuestra que hay mucha creatividad escondida en nuestro país, esperando ser descubierta. Un poquito de arte para levantar el ánimo en estos tiempos turbios.
Muchos comentan que la foto evoca recuerdos de la infancia, de esos días en casa viendo pelis de caricatura mientras caía la lluvia. Otros dicen que les recuerda a sus abuelos, que siempre decían que la lluvia limpia el alma. Y vaya que esto necesitamos ahorita, un buen baño de humildad y reflexión nacional. ¡Qué torta algunos temas que tenemos pendientes!
Ahora, claro, no todo es color de rosa. Algunos críticos señalan que la foto es demasiado melancólica, que podría haber capturado algo más alegre. Pero yo creo que eso es precisamente lo que la hace tan auténtica. La vida no siempre es fiesta, y a veces necesitamos reconocer el lado oscuro de las cosas para poder apreciar mejor los momentos buenos. Además, ¿quién dijo que la tristeza no puede ser bella?
En fin, la foto de David Carrión es mucho más que una simple imagen de lluvia. Es un retrato de San Rafael, de Costa Rica, de la condición humana. Nos invita a reflexionar sobre nuestra conexión con la naturaleza, sobre la importancia de la comunidad, y sobre la capacidad de encontrar esperanza incluso en los días más grises. ¿Ustedes qué opinan? ¿Les gustaría ver más iniciativas artísticas que promuevan la apreciación de la belleza cotidiana en nuestro país?
Para ponerle contextito a la cosa, San Rafael siempre ha sido un lugar tranquilo, un pueblito donde la vida va a paso de hormiga. Conocido por sus cafetales y esas vistas que te quitan el hipo, es un refugio de paz lejos del bullicio capitalino. La lluvia, aunque a veces nos agüe la fiesta, forma parte de la identidad de este cantón heredeño; alimenta las plantaciones y refresca el ambiente caluroso que tanto nos atormenta.
Carrión, que pa’ eso anda siempre merodeando con su cámara, estaba ahí cuando empezó a caerse el chaparrón. Según me contó, sintió que era un momento especial, un instante que merecía ser inmortalizado. Y vaya si lo hizo. En la foto, se ven las casas empapadas, las calles brillando bajo la luz tenue, y una sensación general de recogimiento que te eriza hasta los pelos de la nuca.
Lo que más me gustó de la imagen, aparte de la composición, es cómo transmite toda una historia sin necesidad de muchas palabras. Uno puede imaginar a la gente adentro de sus casas, tomando un café caliente y platicando con los familiares mientras la lluvia golpea contra los cristales. Ese es el espíritu de San Rafael, mae: unión, sencillez y resiliencia ante cualquier adversidad, ¡hasta cuando la Vara te da un buen susto!
Y no solo se trata de la fotografía en sí, sino también del acto de compartirla. Carrión, que es pura bondad, abrió las puertas de su trabajo a todos los quiteños, invitándonos a enviar nuestras propias fotos de la lluvia. Me parece una iniciativa chiva, porque demuestra que hay mucha creatividad escondida en nuestro país, esperando ser descubierta. Un poquito de arte para levantar el ánimo en estos tiempos turbios.
Muchos comentan que la foto evoca recuerdos de la infancia, de esos días en casa viendo pelis de caricatura mientras caía la lluvia. Otros dicen que les recuerda a sus abuelos, que siempre decían que la lluvia limpia el alma. Y vaya que esto necesitamos ahorita, un buen baño de humildad y reflexión nacional. ¡Qué torta algunos temas que tenemos pendientes!
Ahora, claro, no todo es color de rosa. Algunos críticos señalan que la foto es demasiado melancólica, que podría haber capturado algo más alegre. Pero yo creo que eso es precisamente lo que la hace tan auténtica. La vida no siempre es fiesta, y a veces necesitamos reconocer el lado oscuro de las cosas para poder apreciar mejor los momentos buenos. Además, ¿quién dijo que la tristeza no puede ser bella?
En fin, la foto de David Carrión es mucho más que una simple imagen de lluvia. Es un retrato de San Rafael, de Costa Rica, de la condición humana. Nos invita a reflexionar sobre nuestra conexión con la naturaleza, sobre la importancia de la comunidad, y sobre la capacidad de encontrar esperanza incluso en los días más grises. ¿Ustedes qué opinan? ¿Les gustaría ver más iniciativas artísticas que promuevan la apreciación de la belleza cotidiana en nuestro país?
