Maes, pónganse cómodos porque la novela política de este semestre acaba de soltar su capítulo más esperado. Si pensaban que la cosa estaba tibia en Cuesta de Moras, agárrense. El presidente de la Asamblea Legislativa, don Rodrigo Arias, acaba de salir a decir, sin pelos en la lengua y con una claridad que asusta, que su voto para levantarle el fuero al presidente Chaves es un rotundo SÍ. Y no un sí de compromiso, sino un “Sí, sin ninguna duda. Estoy clarísimo”. ¡Ahí nomás! La vara se puso seria, y el 22 de setiembre ya no es una fecha cualquiera en el calendario.
Para los que andan un poco perdidos en el arroz con mango que es este tema, les hago el resumen del chisme. A Chaves lo están investigando por un presunto delito de concusión en el famoso caso “BCIE-Cariñitos”. Diay, la acusación no es cualquier cosa, y la Comisión Especial que se montó para analizar el expediente recomendó quitarle la inmunidad para que la justicia haga su brete. El fuero, en palabras sencillas, es como un escudo que tienen los altos mandos para que no los puedan demandar por cualquier cosa mientras están en el poder y así evitar el acoso político. El problema es cuando ese escudo se puede estar usando para frenar una investigación seria. Y ahí es donde entra la votación del Plenario.
Lo que es un nivel es el timing y la firmeza de Arias. Él es el presidente del Congreso, pero también una figura de peso pesado en Liberación Nacional, una fracción que, hasta ahora, se había hecho la de a peso sobre su postura oficial. Que Arias se mande solo y con esa contundencia manda una señal potentísima. No es un diputado más; es el que lleva la batuta. Esto pone una presión enorme sobre el resto de su bancada y, por supuesto, sobre las demás. Ya no es una discusión abstracta, ahora tiene la cara y el voto del líder del primer poder de la República. ¡Qué jugada!
Ahora, que no cunda el pánico (o la fiesta, dependiendo del bando). Para que a Chaves le quiten la inmunidad se necesitan 38 votos. No son 30, no son 35, son 38. Y conseguir ese número en nuestro circo legislativo es una proeza. Aquí es donde empieza el verdadero ajedrez: las llamadas, las reuniones en pasillos, las promesas, los “jaloneos” de votos. El voto de Arias es clave, pero es solo uno. El verdadero brete está en convencer a otros 37 diputados de que es lo correcto. Y con un gobierno que sabe jugar rudo y una opinión pública totalmente polarizada, cada voto va a valer oro.
Este 22 de setiembre, entonces, vamos a ver de qué está hecha nuestra clase política. Veremos si la acusación tiene el peso suficiente para convencer a una supermayoría o si las lealtades partidarias y el miedo a la reacción del Ejecutivo pesan más. Si los diputados deciden levantar el fuero, sería un hecho sin precedentes en la historia reciente y una torta monumental para la administración Chaves Robles. Si no lo logran, el gobierno se anotará una victoria gigantesca y el mensaje será otro completamente distinto. Sea como sea, la mesa está servida.
Maes, más allá de si están a favor o en contra, ¿creen que la Asamblea logre conseguir los 38 votos? ¿O esto es puro show político y al final no pasa nada?
Para los que andan un poco perdidos en el arroz con mango que es este tema, les hago el resumen del chisme. A Chaves lo están investigando por un presunto delito de concusión en el famoso caso “BCIE-Cariñitos”. Diay, la acusación no es cualquier cosa, y la Comisión Especial que se montó para analizar el expediente recomendó quitarle la inmunidad para que la justicia haga su brete. El fuero, en palabras sencillas, es como un escudo que tienen los altos mandos para que no los puedan demandar por cualquier cosa mientras están en el poder y así evitar el acoso político. El problema es cuando ese escudo se puede estar usando para frenar una investigación seria. Y ahí es donde entra la votación del Plenario.
Lo que es un nivel es el timing y la firmeza de Arias. Él es el presidente del Congreso, pero también una figura de peso pesado en Liberación Nacional, una fracción que, hasta ahora, se había hecho la de a peso sobre su postura oficial. Que Arias se mande solo y con esa contundencia manda una señal potentísima. No es un diputado más; es el que lleva la batuta. Esto pone una presión enorme sobre el resto de su bancada y, por supuesto, sobre las demás. Ya no es una discusión abstracta, ahora tiene la cara y el voto del líder del primer poder de la República. ¡Qué jugada!
Ahora, que no cunda el pánico (o la fiesta, dependiendo del bando). Para que a Chaves le quiten la inmunidad se necesitan 38 votos. No son 30, no son 35, son 38. Y conseguir ese número en nuestro circo legislativo es una proeza. Aquí es donde empieza el verdadero ajedrez: las llamadas, las reuniones en pasillos, las promesas, los “jaloneos” de votos. El voto de Arias es clave, pero es solo uno. El verdadero brete está en convencer a otros 37 diputados de que es lo correcto. Y con un gobierno que sabe jugar rudo y una opinión pública totalmente polarizada, cada voto va a valer oro.
Este 22 de setiembre, entonces, vamos a ver de qué está hecha nuestra clase política. Veremos si la acusación tiene el peso suficiente para convencer a una supermayoría o si las lealtades partidarias y el miedo a la reacción del Ejecutivo pesan más. Si los diputados deciden levantar el fuero, sería un hecho sin precedentes en la historia reciente y una torta monumental para la administración Chaves Robles. Si no lo logran, el gobierno se anotará una victoria gigantesca y el mensaje será otro completamente distinto. Sea como sea, la mesa está servida.
Maes, más allá de si están a favor o en contra, ¿creen que la Asamblea logre conseguir los 38 votos? ¿O esto es puro show político y al final no pasa nada?