Maes, pónganse cómodos porque la novela de la Ruta 27 tiene un nuevo capítulo, y esta vez, es de los buenos. ¿Se acuerdan de todo el despiche con la calidad de la carretera, los hundimientos y esa sensación de que uno paga un marchamo completo en cada peaje? Bueno, parece que la justicia, aunque a veces tarda, finalmente llegó. Resulta que la gente de Autopistas del Sol, que ahora se hacen llamar Globalvia, se jalaron una torta monumental: intentaron jugar de vivos y demandaron al Estado para no pagar unas multas que tenían encima por, precisamente, no hacer bien su brete. ¡Qué torta!
La vara es que la concesionaria, muy quitada de pena, presentó una acción de inconstitucionalidad ante la Sala IV. Su argumento era, básicamente, que la multa que les clavaron era "exagerada" y "desproporcionada". O sea, en buen tico, estaban llorando porque les estaban cobrando por no cumplir con lo que prometieron. Alegaban que una multa fija, sin "graduación", violaba todos los principios habidos y por haber. Uno casi que se imagina a los abogados con el violín más pequeño del mundo. La cuestión es que llevaron su queja hasta la máxima instancia judicial del país, probablemente pensando que la jugada les iba a salir a cachete.
Pero aquí es donde la historia se pone tuanis. La Sala IV, en una decisión unánime (para que duela más), les mandó a decir que nanay, que de eso nada. ¡Qué nivel de respuesta la de los magistrados, en serio! Les recordaron, con todas las de ley, que un contrato de concesión de una obra pública de esta magnitud no es un juego de monopolio. Es una vara seria que afecta la seguridad y la vida de miles de personas todos los días. La Sala determinó que tener un régimen de sanciones bien estricto, con multas fijas y contundentes, es no solo necesario, sino legítimo para desincentivar los incumplimientos graves. En otras palabras, les dijeron: "Si no quieren multas, hagan bien el trabajo para el que se les paga".
Lo más carga del fallo es que les aclaran que estas multas no se aplican a lo loco. No es que un día alguien se levanta de mal humor y firma un papel. No, mae. Todo requiere un procedimiento administrativo, con derecho a la defensa y todas las garantías. O sea, tuvieron su chance de demostrar que todo estaba perfecto, pero diay, la realidad de la carretera habla por sí sola. Este fallo sienta un precedente importantísimo, porque le manda un mensaje claro a todas las empresas con concesiones públicas: el papelito aguanta mucho, pero el brete tiene que verse reflejado en la calle.
Al final del día, esta noticia es un respiro para todos los que usamos esa carretera y nos hemos sentido estafados más de una vez. Es una pequeña victoria del sentido común. Obviamente, esto no arregla los hundimientos de la noche a la mañana ni baja el precio del peaje, pero al menos demuestra que hay herramientas para exigir que se cumplan los contratos. Ahora la pelota queda en el lado de Globalvia, que tendrá que aflojar la plata y, con suerte, tomarse más en serio el mantenimiento. Pero bueno, ahora les pregunto a ustedes, foreros: ¿Creen que una multa de estas de verdad los hará mejorar el servicio, o es solo un manotazo de ahogado y en un par de años volveremos a estar en las mismas?
La vara es que la concesionaria, muy quitada de pena, presentó una acción de inconstitucionalidad ante la Sala IV. Su argumento era, básicamente, que la multa que les clavaron era "exagerada" y "desproporcionada". O sea, en buen tico, estaban llorando porque les estaban cobrando por no cumplir con lo que prometieron. Alegaban que una multa fija, sin "graduación", violaba todos los principios habidos y por haber. Uno casi que se imagina a los abogados con el violín más pequeño del mundo. La cuestión es que llevaron su queja hasta la máxima instancia judicial del país, probablemente pensando que la jugada les iba a salir a cachete.
Pero aquí es donde la historia se pone tuanis. La Sala IV, en una decisión unánime (para que duela más), les mandó a decir que nanay, que de eso nada. ¡Qué nivel de respuesta la de los magistrados, en serio! Les recordaron, con todas las de ley, que un contrato de concesión de una obra pública de esta magnitud no es un juego de monopolio. Es una vara seria que afecta la seguridad y la vida de miles de personas todos los días. La Sala determinó que tener un régimen de sanciones bien estricto, con multas fijas y contundentes, es no solo necesario, sino legítimo para desincentivar los incumplimientos graves. En otras palabras, les dijeron: "Si no quieren multas, hagan bien el trabajo para el que se les paga".
Lo más carga del fallo es que les aclaran que estas multas no se aplican a lo loco. No es que un día alguien se levanta de mal humor y firma un papel. No, mae. Todo requiere un procedimiento administrativo, con derecho a la defensa y todas las garantías. O sea, tuvieron su chance de demostrar que todo estaba perfecto, pero diay, la realidad de la carretera habla por sí sola. Este fallo sienta un precedente importantísimo, porque le manda un mensaje claro a todas las empresas con concesiones públicas: el papelito aguanta mucho, pero el brete tiene que verse reflejado en la calle.
Al final del día, esta noticia es un respiro para todos los que usamos esa carretera y nos hemos sentido estafados más de una vez. Es una pequeña victoria del sentido común. Obviamente, esto no arregla los hundimientos de la noche a la mañana ni baja el precio del peaje, pero al menos demuestra que hay herramientas para exigir que se cumplan los contratos. Ahora la pelota queda en el lado de Globalvia, que tendrá que aflojar la plata y, con suerte, tomarse más en serio el mantenimiento. Pero bueno, ahora les pregunto a ustedes, foreros: ¿Creen que una multa de estas de verdad los hará mejorar el servicio, o es solo un manotazo de ahogado y en un par de años volveremos a estar en las mismas?
