¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que llegaríamos a esto... Radio Sinfonola, una emisora que ha acompañado a todos los hogares costarricenses durante casi seis décadas, ha decidido tirar la toalla. Sí, leyeron bien, se van del aire indefinidamente. Y pa' colmo, echa la culpa al gobierno de Don Rodolfo, lo que obviamente ha levantado un gran revuelo en el país.
La noticia llegó como un balde de agua fría gracias a Carlos Lafuente, el gerente de la emisora, quien en un mensaje directo y sincero a la audiencia confesó que simplemente ya no podían sostenerse económicamente. Imagínense, después de tanto tiempo, de tantas canciones, de tantos programas que marcaron nuestra infancia y adolescencia, tener que cerrar las puertas por temas de pura plata. ¡Qué torta!
Según explican desde Sinfonola, todo esto se remonta a la subasta de bandas de radio y televisión que organizó la Sutel. Aunque la emisora siempre ha figurado entre las más escuchadas del país –¡y vaya que sí!, todos los viejos recuerdan las tardes escuchando rancheras con cafecito–, operan como una pequeña y mediana empresa, lo que les hace ser súper vulnerables ante esos requerimientos económicos descomodales. Parece que no hay manera de competir con los grandes capitales que tienen recursos ilimitados.
"Radio Sinfonola es una pyme, mi gente, una pyme que no tiene ni idea de cómo hacerle frente a estos cientos de millones que le exige el gobierno", lamentaba Lafuente en su mensaje. "Así las cosas, la frecuencia 90.3 pasará a manos de inversionistas extranjeros. Un capital extranjero, señores, comprándose nuestra cultura". ¡Y ahí nomás se puso la piel gallina a medio país, diay!
Este caso no es aislado, eh. Otras empresas del sector también han levantado la voz criticando duramente esta subasta, calificándola de ruinosa e irreal. Parece que la Sutel desconoce totalmente cómo funciona la radio tradicional en Costa Rica, donde muchas emisoras dependen del cariño y apoyo de su gente, y no de millonarios patrocinadores. Hay que entender que estas estaciones son parte de nuestra identidad, de nuestras raíces, ¡son como un chunche familiar!
Pero más allá de las cifras y los tecnicismos, lo que realmente duele es pensar en todo el legado que se va con Sinfonola. Todos recordaremos aquellas mañanas pegajosas escuchando boleros mientras tomábamos desayuno, o las tardes compartiendo risas con los locutores que se habían convertido en amigos. "El oyente es nuestro amigo, y dejar a un amigo nunca es fácil, como diría Don Agustín," reflexionaba Lafuente, buscando consuelo en citas clásicas.
Ahora, la gran interrogante es qué pasará con la frecuencia 90.3. Según la emisora, al no poder participar en la subasta, ésta quedará a disposición de inversionistas extranjeros, lo cual preocupa a muchos que defienden la permanencia de medios nacionales con identidad propia. ¿Será el principio de una ola de compras por parte de capitales extranjeros, desplazando a las radios tradicionales que hemos amado toda la vida? Es un brete el que tenemos enfrente, eso sí.
Entonces, mi gente, aquí está la pregunta grande: ¿Debería el Estado reconsiderar los requisitos financieros para las pequeñas emisoras de radio, o estamos condenados a ver cómo nuestra identidad cultural se diluye en manos de intereses puramente económicos? ¿Creen que la Sutel debería buscar alternativas para proteger a las radios tradicionales o es inevitable que sean reemplazadas por grandes conglomerados mediáticos? ¡Den su opinión en el foro, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto!
La noticia llegó como un balde de agua fría gracias a Carlos Lafuente, el gerente de la emisora, quien en un mensaje directo y sincero a la audiencia confesó que simplemente ya no podían sostenerse económicamente. Imagínense, después de tanto tiempo, de tantas canciones, de tantos programas que marcaron nuestra infancia y adolescencia, tener que cerrar las puertas por temas de pura plata. ¡Qué torta!
Según explican desde Sinfonola, todo esto se remonta a la subasta de bandas de radio y televisión que organizó la Sutel. Aunque la emisora siempre ha figurado entre las más escuchadas del país –¡y vaya que sí!, todos los viejos recuerdan las tardes escuchando rancheras con cafecito–, operan como una pequeña y mediana empresa, lo que les hace ser súper vulnerables ante esos requerimientos económicos descomodales. Parece que no hay manera de competir con los grandes capitales que tienen recursos ilimitados.
"Radio Sinfonola es una pyme, mi gente, una pyme que no tiene ni idea de cómo hacerle frente a estos cientos de millones que le exige el gobierno", lamentaba Lafuente en su mensaje. "Así las cosas, la frecuencia 90.3 pasará a manos de inversionistas extranjeros. Un capital extranjero, señores, comprándose nuestra cultura". ¡Y ahí nomás se puso la piel gallina a medio país, diay!
Este caso no es aislado, eh. Otras empresas del sector también han levantado la voz criticando duramente esta subasta, calificándola de ruinosa e irreal. Parece que la Sutel desconoce totalmente cómo funciona la radio tradicional en Costa Rica, donde muchas emisoras dependen del cariño y apoyo de su gente, y no de millonarios patrocinadores. Hay que entender que estas estaciones son parte de nuestra identidad, de nuestras raíces, ¡son como un chunche familiar!
Pero más allá de las cifras y los tecnicismos, lo que realmente duele es pensar en todo el legado que se va con Sinfonola. Todos recordaremos aquellas mañanas pegajosas escuchando boleros mientras tomábamos desayuno, o las tardes compartiendo risas con los locutores que se habían convertido en amigos. "El oyente es nuestro amigo, y dejar a un amigo nunca es fácil, como diría Don Agustín," reflexionaba Lafuente, buscando consuelo en citas clásicas.
Ahora, la gran interrogante es qué pasará con la frecuencia 90.3. Según la emisora, al no poder participar en la subasta, ésta quedará a disposición de inversionistas extranjeros, lo cual preocupa a muchos que defienden la permanencia de medios nacionales con identidad propia. ¿Será el principio de una ola de compras por parte de capitales extranjeros, desplazando a las radios tradicionales que hemos amado toda la vida? Es un brete el que tenemos enfrente, eso sí.
Entonces, mi gente, aquí está la pregunta grande: ¿Debería el Estado reconsiderar los requisitos financieros para las pequeñas emisoras de radio, o estamos condenados a ver cómo nuestra identidad cultural se diluye en manos de intereses puramente económicos? ¿Creen que la Sutel debería buscar alternativas para proteger a las radios tradicionales o es inevitable que sean reemplazadas por grandes conglomerados mediáticos? ¡Den su opinión en el foro, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto!
