Ay, mae, qué bajón. Nuestra selección juvenil de voleibol de playa regresó de México con sabor a poco, dejando atrás sueños de gloria en el Mundial Sub-21. No todo fue drama, claro, hubo algunos brillos, pero al final, se le fueron las ganas y no lograron avanzar de fase. Digamos que les faltó un empujoncito, ¿eh?
El certamen, que se llevó a cabo en Puebla, prometía ser una vitrina para nuestros jóvenes talentos. Equipos de todo el mundo llegaron listos para rifarle, y nuestros muchachos tampoco querían quedarse atrás. En la rama masculina, Araya y González mostraron destellos de calidad, ganándole sí a unos cuantos rivales, pero luego se encontraron con planteles de nivelazo que les apagaron las luces.
En el arranque, la cosa pintaba bien. Dos victorias seguidas contra Egipto y Mozambique levantaron el ánimo de la afición y pusieron a sonar el nombre de Costa Rica en el mundial. Parecía que íbamos a dar la sorpresa, que estos jovencitos iban a llevarnos lejos. Pero como dice el dicho, “el que madruga, Dios le ayuda”, y ahí entraron en juego equipos mucho más experimentados y preparados para la alta competencia.
Contra Estados Unidos, la diferencia de nivel quedó patente. Un 2-0 contundente evidenció la brecha que aún tenemos que cerrar para competir en igualdad de condiciones a nivel global. Luego, el partido contra Suiza sentenció su eliminación. Perdieron 2-0, confirmando que no llegarían a la siguiente ronda. No fue fácil para los nuestros, se esforzaron hasta el hartazgo, pero a veces, el voleibol es así, muy rápido y despiadado.
La rama femenina tampoco tuvo un destino diferente. Aliza Aguilar y Laura Molina demostraron gallardía y corazón, logrando una victoria inicial aplastante contra Venezuela. Pero después, las cosas se complicaron. Enfrentamientos contra Hungría, Tailandia y nuevamente Suiza terminaron en derrotas consecutivas. Y aunque lucharon con uñas y dientes, simplemente no pudieron superar la fuerza de sus rivales.
Más allá del resultado, hay motivos para el optimismo. Estos campeatos mundiales son escuelas de experiencia invaluable para nuestros jóvenes atletas. Ver cómo juegan los mejores del mundo, enfrentar la presión de la competencia internacional y aprender de los errores propios… eso no tiene precio. Además, la actuación de Julián Araya, quien viene de arrasar en el circuito NORCECA, nos da esperanza de que pronto tendremos figuras que representen a Costa Rica con orgullo en los escenarios internacionales.
Ahora, la tarea es seguir invirtiendo en programas de formación deportiva, mejorar nuestras instalaciones y brindarles a nuestros deportistas las herramientas necesarias para alcanzar su máximo potencial. El voleibol de playa tiene futuro en Costa Rica, si estamos dispuestos a ponerle el hombro. Necesitamos más apoyo, más entrenadores calificados y, sobre todo, más oportunidades para que nuestros jóvenes puedan demostrar de lo que son capaces. No podemos conformarnos con migajas, necesitamos darle impulso al deporte nacional, ¡diay!
En fin, el Mundial Sub-21 ya pasó factura, pero deja lecciones importantes. Ahora, me pregunto, ¿cree usted que Costa Rica debería enfocarse más en el voleibol de playa para poder competir seriamente en torneos internacionales, o considera que deberíamos priorizar otras disciplinas deportivas? Déjeme su opinión en los comentarios, quiero saber qué piensa mi gente.
El certamen, que se llevó a cabo en Puebla, prometía ser una vitrina para nuestros jóvenes talentos. Equipos de todo el mundo llegaron listos para rifarle, y nuestros muchachos tampoco querían quedarse atrás. En la rama masculina, Araya y González mostraron destellos de calidad, ganándole sí a unos cuantos rivales, pero luego se encontraron con planteles de nivelazo que les apagaron las luces.
En el arranque, la cosa pintaba bien. Dos victorias seguidas contra Egipto y Mozambique levantaron el ánimo de la afición y pusieron a sonar el nombre de Costa Rica en el mundial. Parecía que íbamos a dar la sorpresa, que estos jovencitos iban a llevarnos lejos. Pero como dice el dicho, “el que madruga, Dios le ayuda”, y ahí entraron en juego equipos mucho más experimentados y preparados para la alta competencia.
Contra Estados Unidos, la diferencia de nivel quedó patente. Un 2-0 contundente evidenció la brecha que aún tenemos que cerrar para competir en igualdad de condiciones a nivel global. Luego, el partido contra Suiza sentenció su eliminación. Perdieron 2-0, confirmando que no llegarían a la siguiente ronda. No fue fácil para los nuestros, se esforzaron hasta el hartazgo, pero a veces, el voleibol es así, muy rápido y despiadado.
La rama femenina tampoco tuvo un destino diferente. Aliza Aguilar y Laura Molina demostraron gallardía y corazón, logrando una victoria inicial aplastante contra Venezuela. Pero después, las cosas se complicaron. Enfrentamientos contra Hungría, Tailandia y nuevamente Suiza terminaron en derrotas consecutivas. Y aunque lucharon con uñas y dientes, simplemente no pudieron superar la fuerza de sus rivales.
Más allá del resultado, hay motivos para el optimismo. Estos campeatos mundiales son escuelas de experiencia invaluable para nuestros jóvenes atletas. Ver cómo juegan los mejores del mundo, enfrentar la presión de la competencia internacional y aprender de los errores propios… eso no tiene precio. Además, la actuación de Julián Araya, quien viene de arrasar en el circuito NORCECA, nos da esperanza de que pronto tendremos figuras que representen a Costa Rica con orgullo en los escenarios internacionales.
Ahora, la tarea es seguir invirtiendo en programas de formación deportiva, mejorar nuestras instalaciones y brindarles a nuestros deportistas las herramientas necesarias para alcanzar su máximo potencial. El voleibol de playa tiene futuro en Costa Rica, si estamos dispuestos a ponerle el hombro. Necesitamos más apoyo, más entrenadores calificados y, sobre todo, más oportunidades para que nuestros jóvenes puedan demostrar de lo que son capaces. No podemos conformarnos con migajas, necesitamos darle impulso al deporte nacional, ¡diay!
En fin, el Mundial Sub-21 ya pasó factura, pero deja lecciones importantes. Ahora, me pregunto, ¿cree usted que Costa Rica debería enfocarse más en el voleibol de playa para poder competir seriamente en torneos internacionales, o considera que deberíamos priorizar otras disciplinas deportivas? Déjeme su opinión en los comentarios, quiero saber qué piensa mi gente.
