Diay, maes. Hay noticias que uno lee y simplemente no calzan, que se sienten como un error en el sistema. La de hoy es una de esas. Entrar a redes sociales y ver el anuncio de que falleció José Ricardo Carballo, una de las voces de Pelando el Ojo, se siente como un baldazo de agua fría. Qué noticia más salada, de verdad. Para toda una generación, ese programa no es solo un show de radio; es el soundtrack oficial de las presas, del almuerzo en el brete o de las tardes haciendo tareas en el cole hace unos años. Es una de esas varas tan constantes en la vida tica que uno asume que siempre va a estar ahí, y cuando una de sus piezas clave falta, el silencio que deja es fuertísimo.
Pensemos un toque en lo que significa Pelando el Ojo. Es un fenómeno. Sobrevivir y mantenerse relevante por tantos años en el humor, que es algo tan cambiante, no es jugando. Norval, Froylán y todo el equipo crearon un universo que ya es parte de nuestro ADN. Y Carballo era una pieza fundamental de ese engranaje. La radio tiene esa magia, esa intimidad que no tiene la tele; las voces se te meten en la cabeza y se vuelven como de la familia. Uno reconoce los tonos, las pausas, la forma en que se ríen entre ellos. Por eso duele tanto. No se murió "un integrante de un programa", se murió una voz que nos ha acompañado por miles de horas, un mae cuyo talento era hacernos el día un poquito menos pesado.
El comunicado oficial del programa es corto, respetuoso y se nota que está escrito con el corazón en la mano. Hablan de su "alegría, talento y compañerismo". Y es que esa es la otra parte del despiche. Detrás del personaje y de las risas, había un equipo de compas que trabajaban juntos todos los días. Uno se puede imaginar el shock que debe ser para ellos llegar mañana a la cabina y que esa silla esté vacía. El humor en vivo, y más el de imitación, depende 100% de la química, de saber leer al otro, de tirarse una bola y saber que tu compañero la va a atrapar y te la va a devolver mejor. Perder eso de un día para otro es algo que debe pegar durísimo, más allá de lo profesional, en lo personal.
Es interesante ver cómo la gente reacciona en redes. Cientos de mensajes, todos compartiendo el mismo sentimiento de incredulidad y de cariño. Es en estos momentos que uno se da cuenta del impacto real que tienen estos artistas en la vida de la gente. No son solo entretenimiento; son compañía. Son el chiste que le contaste a tu tata, la imitación que repetiste con tus amigos, el motivo por el que soltaste una carcajada solo en medio de la presa de la General Cañas. La partida de Carballo deja un hueco en ese paisaje sonoro de Costa Rica. Un pedacito de la rutina de miles de personas hoy se fue al traste y va a costar acostumbrarse.
Al final, lo que queda es el recuerdo y el agradecimiento. Gracias a José Ricardo por tantas risas, por hacer el tráfico más soportable y por ponerle esa chispa al dial. Su talento se queda grabado no solo en la historia del programa, sino en la memoria de todos los que alguna vez sintonizamos Monumental para "pelar el ojo" un rato. La radio tica está de luto, y con toda la razón. Se nos fue uno de los buenos. Ahora, la vara es recordarlo de la mejor forma posible: con una sonrisa, aunque hoy cueste un poco sacarla.
Maes, para ustedes, ¿cuál es ese personaje o imitación de José Ricardo Carballo que se les viene a la mente de una vez y que nunca van a olvidar?
Pensemos un toque en lo que significa Pelando el Ojo. Es un fenómeno. Sobrevivir y mantenerse relevante por tantos años en el humor, que es algo tan cambiante, no es jugando. Norval, Froylán y todo el equipo crearon un universo que ya es parte de nuestro ADN. Y Carballo era una pieza fundamental de ese engranaje. La radio tiene esa magia, esa intimidad que no tiene la tele; las voces se te meten en la cabeza y se vuelven como de la familia. Uno reconoce los tonos, las pausas, la forma en que se ríen entre ellos. Por eso duele tanto. No se murió "un integrante de un programa", se murió una voz que nos ha acompañado por miles de horas, un mae cuyo talento era hacernos el día un poquito menos pesado.
El comunicado oficial del programa es corto, respetuoso y se nota que está escrito con el corazón en la mano. Hablan de su "alegría, talento y compañerismo". Y es que esa es la otra parte del despiche. Detrás del personaje y de las risas, había un equipo de compas que trabajaban juntos todos los días. Uno se puede imaginar el shock que debe ser para ellos llegar mañana a la cabina y que esa silla esté vacía. El humor en vivo, y más el de imitación, depende 100% de la química, de saber leer al otro, de tirarse una bola y saber que tu compañero la va a atrapar y te la va a devolver mejor. Perder eso de un día para otro es algo que debe pegar durísimo, más allá de lo profesional, en lo personal.
Es interesante ver cómo la gente reacciona en redes. Cientos de mensajes, todos compartiendo el mismo sentimiento de incredulidad y de cariño. Es en estos momentos que uno se da cuenta del impacto real que tienen estos artistas en la vida de la gente. No son solo entretenimiento; son compañía. Son el chiste que le contaste a tu tata, la imitación que repetiste con tus amigos, el motivo por el que soltaste una carcajada solo en medio de la presa de la General Cañas. La partida de Carballo deja un hueco en ese paisaje sonoro de Costa Rica. Un pedacito de la rutina de miles de personas hoy se fue al traste y va a costar acostumbrarse.
Al final, lo que queda es el recuerdo y el agradecimiento. Gracias a José Ricardo por tantas risas, por hacer el tráfico más soportable y por ponerle esa chispa al dial. Su talento se queda grabado no solo en la historia del programa, sino en la memoria de todos los que alguna vez sintonizamos Monumental para "pelar el ojo" un rato. La radio tica está de luto, y con toda la razón. Se nos fue uno de los buenos. Ahora, la vara es recordarlo de la mejor forma posible: con una sonrisa, aunque hoy cueste un poco sacarla.
Maes, para ustedes, ¿cuál es ese personaje o imitación de José Ricardo Carballo que se les viene a la mente de una vez y que nunca van a olvidar?