¡Ay, Dios mío! Otro temblorazo nos cayó encima este martes. Uno de 5.5 sacudió a varios cantones, principalmente en la Zona Sur, y bueno, digamos que algunos se agarraron de sus maices bien feísimo. El Observatorio Volcanológico, esos chinos del OVSICORI, dijeron que fue en Osa, a unos kilométricos de San Pedrillo, y con una profundidad rara, como de casi dos kilometros, lo que hizo que hasta acá en el centro lo sintiéramos como si fuera ahorita mismo.
Verdad que la geografía nuestra es un poquito complicada, ¿no? Entre las placas de Cocos y Caribe chocándose constantemente, pues ahí tenemos nuestro brete sísmico anual. No es que nos queramos terremotos, claro que no, pero vamos, ya estamos acostumbrados a sentirnos un poquito mareaditos de vez en cuando. Y ahora esto, justo cuando todos estábamos pensando en la cena, ¿quién necesita estrés?
Algunos dicen que fue un jalón rápido, otros aseguran que primero hubo un estruendo raro, cosa que pasa cuando el temblor es chiquito y cerca de la costa. En fin, cada quien lo vivió a su manera. Lo importante es que, aparentemente, todo quedó en susto. No hubo daños mayores ni nada grave que reportar, gracias a Dios, porque sino íbamos a estar todos hablando diferente, imagínate.
Pero ojo, que aunque no haya habido consecuencias esta vez, eso no significa que debamos bajar la guardia. Nuestros padres y abuelos nos decían: 'preparado el muerto, no le pegará'. Y tienen toda la razón. Tener listo el kit de emergencia, saber dónde es el punto seguro en la casa, conocer el plan familiar… cosas básicas que a veces olvidamos en la onda del día a día. Mejor prevenir que lamentar, ¿verdad?
Y hablando de preparativos, me acordé de mi tía Doña Lilia, que tiene el botiquín más completo que he visto en mi vida. Con vendas, gasas, alcohol, repelente, agua potable... ¡hasta linterna con manija! Dice que si llega el caso, ella va a estar lista para salvar a todo el vecindario. Bueno, quizás exagerando un poquito, pero su intención es buena, y eso es lo que cuenta. Además, alguien tiene que estar preparado, ¿no?
En la radio estaban dando entrevistas a funcionarios del gobierno recalcando la importancia de estar informados y seguir las indicaciones de las autoridades. Como que ya saben que nosotros los ticos somos un poco testarudos a veces y no hacemos caso hasta que el río rebosa. Pero bueno, mientras más gente esté consciente de los riesgos, mejor. Al final, todos queremos vivir tranquilos en este pedacito de paraíso, ¿no es cierto?
Esto, sumado a los temblores anteriores, nos recuerda que vivimos en una zona activa sísmicamente. No es precisamente lo ideal, pero tampoco podemos cambiarlo. Así que toca aceptar que los terremotos forman parte de nuestra realidad y aprender a convivir con ellos. Aunque eso no quiere decir que dejemos de asustarnos como niños pequeños cuando sentimos que la tierra se mueve, ¡claro que no!
Ahora, cuéntame, ¿tú cómo viviste el temblor? ¿Te agarraste de algo? ¿Tienes tu plan de emergencia listo? ¿Crees que deberíamos tomar más medidas preventivas ante estos eventos, o simplemente esperar a que pase lo peor? ¡Déjame tu comentario y hablemos!
Verdad que la geografía nuestra es un poquito complicada, ¿no? Entre las placas de Cocos y Caribe chocándose constantemente, pues ahí tenemos nuestro brete sísmico anual. No es que nos queramos terremotos, claro que no, pero vamos, ya estamos acostumbrados a sentirnos un poquito mareaditos de vez en cuando. Y ahora esto, justo cuando todos estábamos pensando en la cena, ¿quién necesita estrés?
Algunos dicen que fue un jalón rápido, otros aseguran que primero hubo un estruendo raro, cosa que pasa cuando el temblor es chiquito y cerca de la costa. En fin, cada quien lo vivió a su manera. Lo importante es que, aparentemente, todo quedó en susto. No hubo daños mayores ni nada grave que reportar, gracias a Dios, porque sino íbamos a estar todos hablando diferente, imagínate.
Pero ojo, que aunque no haya habido consecuencias esta vez, eso no significa que debamos bajar la guardia. Nuestros padres y abuelos nos decían: 'preparado el muerto, no le pegará'. Y tienen toda la razón. Tener listo el kit de emergencia, saber dónde es el punto seguro en la casa, conocer el plan familiar… cosas básicas que a veces olvidamos en la onda del día a día. Mejor prevenir que lamentar, ¿verdad?
Y hablando de preparativos, me acordé de mi tía Doña Lilia, que tiene el botiquín más completo que he visto en mi vida. Con vendas, gasas, alcohol, repelente, agua potable... ¡hasta linterna con manija! Dice que si llega el caso, ella va a estar lista para salvar a todo el vecindario. Bueno, quizás exagerando un poquito, pero su intención es buena, y eso es lo que cuenta. Además, alguien tiene que estar preparado, ¿no?
En la radio estaban dando entrevistas a funcionarios del gobierno recalcando la importancia de estar informados y seguir las indicaciones de las autoridades. Como que ya saben que nosotros los ticos somos un poco testarudos a veces y no hacemos caso hasta que el río rebosa. Pero bueno, mientras más gente esté consciente de los riesgos, mejor. Al final, todos queremos vivir tranquilos en este pedacito de paraíso, ¿no es cierto?
Esto, sumado a los temblores anteriores, nos recuerda que vivimos en una zona activa sísmicamente. No es precisamente lo ideal, pero tampoco podemos cambiarlo. Así que toca aceptar que los terremotos forman parte de nuestra realidad y aprender a convivir con ellos. Aunque eso no quiere decir que dejemos de asustarnos como niños pequeños cuando sentimos que la tierra se mueve, ¡claro que no!
Ahora, cuéntame, ¿tú cómo viviste el temblor? ¿Te agarraste de algo? ¿Tienes tu plan de emergencia listo? ¿Crees que deberíamos tomar más medidas preventivas ante estos eventos, o simplemente esperar a que pase lo peor? ¡Déjame tu comentario y hablemos!
