¡Pero qué chivataza, raza! Cinco estudiantes del Lincoln School nos han puesto a Costa Rica en el mapa mundial de la ciencia. Resulta que se ganaron el primer lugar en el NASA Space Apps Challenge Costa Rica 2025, ¡y vaya brete que se rifaron! Imagínatelo, competir contra equipos de todo el país y salir avante. Puro talento nacional, diay.
Este certamen, como bien sabrán los más techies, es un desafío anual donde equipos proponen soluciones innovadoras a problemas relacionados con la exploración espacial. Este año, el tema era grande: ciencia e innovación para el futuro. Y nuestras chicas, el equipo Girls for Space CR – Marianne Fonseca, Elena Carrillo, Alexandra Kuhn, Kendall Matthews y Alanna Music –, decidieron atacar el problema de alimentar a los astronautas en misiones largas. Un tema serio, porque llevar comida desde acá hasta Marte no es precisamente barato ni práctico.
El proyecto Astroflora, así le pusieron, propone construir un laboratorio orbital de bajo costo, básicamente una casita en el espacio, para experimentar con el cultivo de plantas en condiciones extremas. Piensa microgravedad, radiación solar a toda máquina y ciclos de luz rarísimos. Las nenas diseñaron un prototipo digital bien pulcro, un modelo de negocio sólido y hasta una página web funcional. Se dejaron el alma, vamos.
Marianne Fonseca, quien parece que lideró el proyecto, explicó muy bien la jugada: “Transportar comida desde nuestro planeta es costoso e insostenible, y aunque las comidas preempaquetadas son una opción temporal, no representan una solución duradera”. Tiene toda la razón, la lata de atún en el espacio no va a alimentar a nadie por mucho tiempo. Necesitamos producir alimentos frescos ahí arriba, y eso requiere investigación seria.
Lo que más me sorprendió es que este esfuerzo no solo les valió el primer lugar a nivel local, sino también el reconocimiento de la NASA como Global Nominees. Eso significa que tienen acceso a mentores y apoyo técnico para seguir desarrollando Astroflora. ¡Una oportunidad única para estas jóvenes científicas ticas! Ya imagino las presentaciones internacionales, las entrevistas… ¡pura magia!
Carolyn Hernández, vocera del Lincoln School, estaba emocionadísima: “Participar en el NASA Space Apps Challenge permite a nuestros estudiantes aplicar sus conocimientos en ciencia y tecnología, desarrollar liderazgo, creatividad y trabajo en equipo, además de conectarse con un entorno internacional de innovación”. Totalmente cierto. Estos proyectos no solo enseñan ciencia, sino también a trabajar en equipo y a pensar fuera de la caja.
Y claro, el Lincoln School se siente orgullosisimo de sus alumnas. Reafirmaron que “su entusiasmo, creatividad y disciplina reflejan el espíritu que cultivamos día a día: educar para impactar positivamente en Costa Rica y en el mundo”. Ya ven, raza, invertir en educación siempre da frutos. Esto demuestra que tenemos cerebritos capaces de competir a nivel global, y eso es motivo de celebración.
Ahora sí, la gran pregunta para ustedes: ¿creen que este tipo de proyectos espaciales agrícolas podrían tener aplicaciones prácticas aquí en Costa Rica, incluso en zonas rurales con recursos limitados? ¿Podríamos estar cultivando lechugas en el espacio y mandándolas a zonas remotas de nuestro país? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan!
Este certamen, como bien sabrán los más techies, es un desafío anual donde equipos proponen soluciones innovadoras a problemas relacionados con la exploración espacial. Este año, el tema era grande: ciencia e innovación para el futuro. Y nuestras chicas, el equipo Girls for Space CR – Marianne Fonseca, Elena Carrillo, Alexandra Kuhn, Kendall Matthews y Alanna Music –, decidieron atacar el problema de alimentar a los astronautas en misiones largas. Un tema serio, porque llevar comida desde acá hasta Marte no es precisamente barato ni práctico.
El proyecto Astroflora, así le pusieron, propone construir un laboratorio orbital de bajo costo, básicamente una casita en el espacio, para experimentar con el cultivo de plantas en condiciones extremas. Piensa microgravedad, radiación solar a toda máquina y ciclos de luz rarísimos. Las nenas diseñaron un prototipo digital bien pulcro, un modelo de negocio sólido y hasta una página web funcional. Se dejaron el alma, vamos.
Marianne Fonseca, quien parece que lideró el proyecto, explicó muy bien la jugada: “Transportar comida desde nuestro planeta es costoso e insostenible, y aunque las comidas preempaquetadas son una opción temporal, no representan una solución duradera”. Tiene toda la razón, la lata de atún en el espacio no va a alimentar a nadie por mucho tiempo. Necesitamos producir alimentos frescos ahí arriba, y eso requiere investigación seria.
Lo que más me sorprendió es que este esfuerzo no solo les valió el primer lugar a nivel local, sino también el reconocimiento de la NASA como Global Nominees. Eso significa que tienen acceso a mentores y apoyo técnico para seguir desarrollando Astroflora. ¡Una oportunidad única para estas jóvenes científicas ticas! Ya imagino las presentaciones internacionales, las entrevistas… ¡pura magia!
Carolyn Hernández, vocera del Lincoln School, estaba emocionadísima: “Participar en el NASA Space Apps Challenge permite a nuestros estudiantes aplicar sus conocimientos en ciencia y tecnología, desarrollar liderazgo, creatividad y trabajo en equipo, además de conectarse con un entorno internacional de innovación”. Totalmente cierto. Estos proyectos no solo enseñan ciencia, sino también a trabajar en equipo y a pensar fuera de la caja.
Y claro, el Lincoln School se siente orgullosisimo de sus alumnas. Reafirmaron que “su entusiasmo, creatividad y disciplina reflejan el espíritu que cultivamos día a día: educar para impactar positivamente en Costa Rica y en el mundo”. Ya ven, raza, invertir en educación siempre da frutos. Esto demuestra que tenemos cerebritos capaces de competir a nivel global, y eso es motivo de celebración.
Ahora sí, la gran pregunta para ustedes: ¿creen que este tipo de proyectos espaciales agrícolas podrían tener aplicaciones prácticas aquí en Costa Rica, incluso en zonas rurales con recursos limitados? ¿Podríamos estar cultivando lechugas en el espacio y mandándolas a zonas remotas de nuestro país? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan!