¡Ay, Dios mío, qué sorpresota nos cayó del Banco Central anoche! El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), ese que andamos monitoreando como si fuera el partido final, salió disparado con un crecimiento de 4,8% en agosto. ¡Un buen chayazo!, vaya. Esto significa que la economía va caminando a paso firme, dejando atrás los temblores que tuvimos el año pasado. Según el BCCR, esto representa medio punto porcentual más alto que hace un año, ¡una diferencia considerable!
Para ponerle pausa al cafecito, estos números son la mayor aceleración interanual en casi dos años – 21 meses pa’ ser exactos. Desde diciembre del 2022 que no veíamos este tipo de ritmos, así que te digo, la cosa pinta animada. De hecho, promediando desde que empezó el año, el crecimiento se mantiene bastante decente: 4,4% mensual. No estamos hablando de milagros, pero sí de una recuperación constante.
Pero espérate un chunche, porque no todo es miel sobre hojuelas. Lo que realmente le dio el empujón a este IMAE fue el sector de los regímenes especiales (RE), que creció un impresionante 18,1%. ¡Eso sí es subir el nivel! Este sector aportó casi la mitad (54,5%) del crecimiento general. En cambio, el régimen definitivo (RD), que es donde se mueven muchas de las empresas tradicionales, apenas avanzó un 2,8%. Un ritmo más tranquilo, dirían algunos, pero a mí me huele a que hay algo raro ahí.
Y es que precisamente aquí viene el brete. El crecimiento más lento del RD se atribuye a varias cosas: primero, algunas actividades como hoteles, restaurantes y telecomunicaciones se están frenando; segundo, la agricultura sigue sufriendo por el clima, esos aguaceros y sequías que nos han complicado la vida últimamente; y tercero, la producción de alimentos y artículos de papel y vidrio también ha bajado el ritmo. ¡Qué sal! Justo cuando necesitábamos que ese sector diera la cara.
Ahora bien, volviendo a lo bueno, el RE brilló gracias a la industria manufacturera, que contribuyó con un 92,3% al crecimiento del índice. Además de los reconocidos implementos médicos, ahora también vemos que la fabricación de metales, maquinaria y artículos de pesca y fiesta están dando resultados. Eso sí, ahí hay que echarles unas palmaditas, porque esos mae se están esforzando a pesar de todo.
El panorama, aunque positivo en términos generales, nos muestra una clara diferenciación entre sectores. Mientras que el RE está rugiendo como un motor V8, el RD parece ir a paso de tortuga. Esto podría indicar que la recuperación económica no es homogénea y que hay sectores que necesitan más apoyo para ponerse al día. Expertos consultados sugieren que se necesita revisar las políticas públicas y ofrecer incentivos específicos para reactivar el RD, especialmente en áreas como la agricultura y la manufactura tradicional.
Algunos economistas señalan que este comportamiento podría estar relacionado con factores externos, como la fluctuación de los precios internacionales de los commodities y la demanda global. Otros apuntan a problemas internos, como la burocracia excesiva y la falta de inversión en infraestructura. La verdad, es un cóctel de factores que hacen que la situación sea compleja. Pero lo cierto es que tenemos que seguir trabajando duro y buscando soluciones creativas para impulsar el crecimiento económico sostenible y equitativo en Costa Rica.
En fin, el IMAE de agosto nos da motivos para celebrar, pero también nos plantea interrogantes importantes sobre el futuro de nuestra economía. ¿Será suficiente el impulso del sector RE para mantener la senda ascendente, o necesitamos tomar medidas urgentes para revitalizar el RD y asegurar un crecimiento inclusivo para todos los costarricenses? ¡Dime tú, qué opinas al respecto?
Para ponerle pausa al cafecito, estos números son la mayor aceleración interanual en casi dos años – 21 meses pa’ ser exactos. Desde diciembre del 2022 que no veíamos este tipo de ritmos, así que te digo, la cosa pinta animada. De hecho, promediando desde que empezó el año, el crecimiento se mantiene bastante decente: 4,4% mensual. No estamos hablando de milagros, pero sí de una recuperación constante.
Pero espérate un chunche, porque no todo es miel sobre hojuelas. Lo que realmente le dio el empujón a este IMAE fue el sector de los regímenes especiales (RE), que creció un impresionante 18,1%. ¡Eso sí es subir el nivel! Este sector aportó casi la mitad (54,5%) del crecimiento general. En cambio, el régimen definitivo (RD), que es donde se mueven muchas de las empresas tradicionales, apenas avanzó un 2,8%. Un ritmo más tranquilo, dirían algunos, pero a mí me huele a que hay algo raro ahí.
Y es que precisamente aquí viene el brete. El crecimiento más lento del RD se atribuye a varias cosas: primero, algunas actividades como hoteles, restaurantes y telecomunicaciones se están frenando; segundo, la agricultura sigue sufriendo por el clima, esos aguaceros y sequías que nos han complicado la vida últimamente; y tercero, la producción de alimentos y artículos de papel y vidrio también ha bajado el ritmo. ¡Qué sal! Justo cuando necesitábamos que ese sector diera la cara.
Ahora bien, volviendo a lo bueno, el RE brilló gracias a la industria manufacturera, que contribuyó con un 92,3% al crecimiento del índice. Además de los reconocidos implementos médicos, ahora también vemos que la fabricación de metales, maquinaria y artículos de pesca y fiesta están dando resultados. Eso sí, ahí hay que echarles unas palmaditas, porque esos mae se están esforzando a pesar de todo.
El panorama, aunque positivo en términos generales, nos muestra una clara diferenciación entre sectores. Mientras que el RE está rugiendo como un motor V8, el RD parece ir a paso de tortuga. Esto podría indicar que la recuperación económica no es homogénea y que hay sectores que necesitan más apoyo para ponerse al día. Expertos consultados sugieren que se necesita revisar las políticas públicas y ofrecer incentivos específicos para reactivar el RD, especialmente en áreas como la agricultura y la manufactura tradicional.
Algunos economistas señalan que este comportamiento podría estar relacionado con factores externos, como la fluctuación de los precios internacionales de los commodities y la demanda global. Otros apuntan a problemas internos, como la burocracia excesiva y la falta de inversión en infraestructura. La verdad, es un cóctel de factores que hacen que la situación sea compleja. Pero lo cierto es que tenemos que seguir trabajando duro y buscando soluciones creativas para impulsar el crecimiento económico sostenible y equitativo en Costa Rica.
En fin, el IMAE de agosto nos da motivos para celebrar, pero también nos plantea interrogantes importantes sobre el futuro de nuestra economía. ¿Será suficiente el impulso del sector RE para mantener la senda ascendente, o necesitamos tomar medidas urgentes para revitalizar el RD y asegurar un crecimiento inclusivo para todos los costarricenses? ¡Dime tú, qué opinas al respecto?
