¡Ay, Dios mío! Así nos agarró la noticia: parece que si nadie logra el 40% en febrero de 2026, nos vamos a tener que poner los chinelos para ir a votar en Domingo de Resurrección. Sí, así como lo leo, justo cuando estamos buscando el pan de chorizo y los tamales navideños ya nos toca pensar en si vamos a estar pegándole duro al papeleo entre cantos de alabanza. ¡Imagínate qué chimba o qué sal, dependiendo cómo mires las cosas!
La Constitución, en su sabiduría, dice que las elecciones son siempre el primer domingo de febrero, pero si hay que ir a balotaje, pues ahí se complica un poquito. Y resulta que el calendario litúrgico, con sus cositas de Semana Santa, nos pone un escenario bastante particular: el Domingo de Resurrección caería justo el día de la segunda vuelta. De verdad, la vida siempre encuentra la manera de ponernos a prueba, ¿verdad?
Nosotros ya vivimos esto hace unos añitos, en 2018, cuando Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado tuvieron que volver a competir. En aquel momento, el TSE tuvo que ponerse las pilas y pedirle a la Iglesia Católica que regulara las procesiones para que la gente pudiera llegar tranquilamente a sus juntas receptoras de voto. Ya saben, evitar que los señores cargadores de andas bloqueen el paso, que eso es pura torta.
Y ahora, según las encuestas, parece que la cosa va por ese lado otra vez. Laura Fernández, de Pueblo Soberano, anda liderando la carrera, pero ni cerca del 40%. Detrás van apareciendo Álvaro Ramos, Claudia Dobles y Ariel Robles, todos peleándose por ese espacio. Pero lo que realmente preocupa es el tema de los indecisos: entre el 40% y el 45% de la gente todavía no sabe ni quién quiere ir a votar, ¡qué nivel!
Esta no es la primera vez que Costa Rica enfrenta un balotaje, claro. Tenemos varias vueltas históricas a la espalda: Abel Pacheco contra Rolando Araya en 2002, Luis Guillermo Solís contra Johnny Araya en 2014, Carlos Alvarado contra Fabricio Alvarado en 2018 y Rodrigo Chaves contra José María Figueres en 2022. Parece que el pueblo tico le gusta darle morcilla al asunto y dejarlo todo para el final. Ya se sabe, la emoción de la competencia al máximo, para que no falte nada.
El Tribunal Supremo de Elecciones, con toda la calma del mundo, dice que todavía no han decidido qué harán si el Domingo de Resurrección coincide con la segunda vuelta. Dicen que están esperando a enero, cuando usualmente toman alguna determinación sobre las actividades de Semana Santa. Andrei Cambronero, el vocero del TSE, asegura que aún no se les ha acercado nadie de la Iglesia para hablar del tema. ¡Qué tranquilidad!
Lo cierto es que esto plantea un dilema interesante. ¿Cómo combinar la tradición religiosa con el derecho al voto? ¿Debería el TSE buscar alternativas para reprogramar la segunda vuelta, aunque eso implique modificar la ley? O ¿será mejor adaptarse a la realidad y permitir que la gente vote mientras las procesiones avanzan lentamente por las calles? Además, ¿cómo afectará esto a la participación ciudadana? Muchos podrían verse tentados a quedarse en casa, argumentando compromisos religiosos. Esto, mis amigos, es un brete que tendremos que resolver con inteligencia y respeto.
Así que, digámoslo así: si te gusta echarte unas risas viendo cómo se complica la vida, prepárate porque 2026 promete. Mientras tanto, yo me pregunto: ¿crees que el TSE debería reconsiderar la fecha del balotaje o deberíamos aceptar un Domingo de Resurrección en las urnas? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!
La Constitución, en su sabiduría, dice que las elecciones son siempre el primer domingo de febrero, pero si hay que ir a balotaje, pues ahí se complica un poquito. Y resulta que el calendario litúrgico, con sus cositas de Semana Santa, nos pone un escenario bastante particular: el Domingo de Resurrección caería justo el día de la segunda vuelta. De verdad, la vida siempre encuentra la manera de ponernos a prueba, ¿verdad?
Nosotros ya vivimos esto hace unos añitos, en 2018, cuando Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado tuvieron que volver a competir. En aquel momento, el TSE tuvo que ponerse las pilas y pedirle a la Iglesia Católica que regulara las procesiones para que la gente pudiera llegar tranquilamente a sus juntas receptoras de voto. Ya saben, evitar que los señores cargadores de andas bloqueen el paso, que eso es pura torta.
Y ahora, según las encuestas, parece que la cosa va por ese lado otra vez. Laura Fernández, de Pueblo Soberano, anda liderando la carrera, pero ni cerca del 40%. Detrás van apareciendo Álvaro Ramos, Claudia Dobles y Ariel Robles, todos peleándose por ese espacio. Pero lo que realmente preocupa es el tema de los indecisos: entre el 40% y el 45% de la gente todavía no sabe ni quién quiere ir a votar, ¡qué nivel!
Esta no es la primera vez que Costa Rica enfrenta un balotaje, claro. Tenemos varias vueltas históricas a la espalda: Abel Pacheco contra Rolando Araya en 2002, Luis Guillermo Solís contra Johnny Araya en 2014, Carlos Alvarado contra Fabricio Alvarado en 2018 y Rodrigo Chaves contra José María Figueres en 2022. Parece que el pueblo tico le gusta darle morcilla al asunto y dejarlo todo para el final. Ya se sabe, la emoción de la competencia al máximo, para que no falte nada.
El Tribunal Supremo de Elecciones, con toda la calma del mundo, dice que todavía no han decidido qué harán si el Domingo de Resurrección coincide con la segunda vuelta. Dicen que están esperando a enero, cuando usualmente toman alguna determinación sobre las actividades de Semana Santa. Andrei Cambronero, el vocero del TSE, asegura que aún no se les ha acercado nadie de la Iglesia para hablar del tema. ¡Qué tranquilidad!
Lo cierto es que esto plantea un dilema interesante. ¿Cómo combinar la tradición religiosa con el derecho al voto? ¿Debería el TSE buscar alternativas para reprogramar la segunda vuelta, aunque eso implique modificar la ley? O ¿será mejor adaptarse a la realidad y permitir que la gente vote mientras las procesiones avanzan lentamente por las calles? Además, ¿cómo afectará esto a la participación ciudadana? Muchos podrían verse tentados a quedarse en casa, argumentando compromisos religiosos. Esto, mis amigos, es un brete que tendremos que resolver con inteligencia y respeto.
Así que, digámoslo así: si te gusta echarte unas risas viendo cómo se complica la vida, prepárate porque 2026 promete. Mientras tanto, yo me pregunto: ¿crees que el TSE debería reconsiderar la fecha del balotaje o deberíamos aceptar un Domingo de Resurrección en las urnas? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!
