¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde con estos temas de semiconductores. Parece que estamos en una encrucijada bien pesada, mi pana. Después del cierre de unas filiales gringas por acá, toca replantearnos cómo nos movemos en este brete global. No es ningún secreto que Costa Rica le había apostado duro a esto, pero ahora la competencia está más candela que nunca.
Verás, hace unos años, nos creímos que estábamos agarrándole el hilo, atrayendo inversionistas, generando empleo… ¡Un buen chunche de cosas! Más de cinco mil trabajos directos y unas seiscientas varas de proveedores locales se habían metido en esto. Pero ahora, la cosa cambió. Las grandes compañías están moviendo sus fichas a otros lados, buscando donde les convenga más y nosotros tenemos que ver cómo no nos quedamos atrás.
Según la UNED, y pa’ que no digan que no les avisamos, esto no es un palo en la rueda, sino un empujón para cambiar el chip, literalmente. Federico Quesada, el profe de la ECA, dice que necesitamos pasar de ser solo un lugar donde montan sus fábricas a estar integrados en toda la cadena de producción. Que ya no basta con recibir las piezas, sino que hay que empezar a hacerlas nosotros también. ¡Imagínate la diferencia!
El gobierno ya lanzó una Hoja de Ruta de Semiconductores, tratando de impulsar el talento, quitarle obstáculos burocráticos y ofrecerle incentives a los inversionistas. Pero, dígame usted, ¿con eso alcanza? Porque parece que los tiempos han cambiado y las reglas del juego son otras. Hay nuevos actores en la mesa, potencias que están invirtiendo miles de millones en desarrollar sus propias tecnologías. Nos vamos a tener que poner las pilas, diay.
Y ahí está el meollo del asunto: encadenamientos productivos reales, transferencia tecnológica efectiva, formación de talento especializado y adaptabilidad estratégica. Cuatro pilares fundamentales, según los expertos, si queremos mantenernos a flote en este negocio. No es fácil, claro. Requiere inversión, compromiso político y, sobre todo, una visión a largo plazo. Porque esto no se soluciona con decretos ni promesas vacías.
Pero ojo, no todo está perdido. Costa Rica tiene ventajas competitivas que no podemos ignorar. Nuestra estabilidad política, nuestra mano de obra calificada (aunque siempre hay que seguir capacitándola), nuestro clima… Todo eso cuenta. Lo importante es saber aprovecharlas y convertirlas en oportunidades para crecer y desarrollarnos. No podemos andar lamentándonos, sino buscar soluciones creativas e innovadoras.
Además, hay que pensar en sostenibilidad e inclusión. No sirve de mucho atraer inversiones si luego terminamos con problemas sociales y ambientales. Tenemos que asegurarnos de que todos nos beneficiemos de este crecimiento, no solo unos pocos privilegiados. La educación y la investigación pública tienen que jugar un papel central en esto, porque son la base de cualquier sociedad próspera. Así que, a invertir en nuestros jóvenes y a apoyar a nuestras universidades, porque ellos serán quienes saquen adelante este país.
En fin, queda clarito que el panorama no es fácil, pero tampoco imposible. Tenemos que dejar de dar rodeos y ponernos las pilas de una vez por todas. Ahora me pregunto, mi gente: ¿cree usted que Costa Rica realmente tiene lo que se necesita para competir en la industria de semiconductores, o nos vamos a quedar viendo como pasan las olas?
	
		
			
		
		
	
				
			Verás, hace unos años, nos creímos que estábamos agarrándole el hilo, atrayendo inversionistas, generando empleo… ¡Un buen chunche de cosas! Más de cinco mil trabajos directos y unas seiscientas varas de proveedores locales se habían metido en esto. Pero ahora, la cosa cambió. Las grandes compañías están moviendo sus fichas a otros lados, buscando donde les convenga más y nosotros tenemos que ver cómo no nos quedamos atrás.
Según la UNED, y pa’ que no digan que no les avisamos, esto no es un palo en la rueda, sino un empujón para cambiar el chip, literalmente. Federico Quesada, el profe de la ECA, dice que necesitamos pasar de ser solo un lugar donde montan sus fábricas a estar integrados en toda la cadena de producción. Que ya no basta con recibir las piezas, sino que hay que empezar a hacerlas nosotros también. ¡Imagínate la diferencia!
El gobierno ya lanzó una Hoja de Ruta de Semiconductores, tratando de impulsar el talento, quitarle obstáculos burocráticos y ofrecerle incentives a los inversionistas. Pero, dígame usted, ¿con eso alcanza? Porque parece que los tiempos han cambiado y las reglas del juego son otras. Hay nuevos actores en la mesa, potencias que están invirtiendo miles de millones en desarrollar sus propias tecnologías. Nos vamos a tener que poner las pilas, diay.
Y ahí está el meollo del asunto: encadenamientos productivos reales, transferencia tecnológica efectiva, formación de talento especializado y adaptabilidad estratégica. Cuatro pilares fundamentales, según los expertos, si queremos mantenernos a flote en este negocio. No es fácil, claro. Requiere inversión, compromiso político y, sobre todo, una visión a largo plazo. Porque esto no se soluciona con decretos ni promesas vacías.
Pero ojo, no todo está perdido. Costa Rica tiene ventajas competitivas que no podemos ignorar. Nuestra estabilidad política, nuestra mano de obra calificada (aunque siempre hay que seguir capacitándola), nuestro clima… Todo eso cuenta. Lo importante es saber aprovecharlas y convertirlas en oportunidades para crecer y desarrollarnos. No podemos andar lamentándonos, sino buscar soluciones creativas e innovadoras.
Además, hay que pensar en sostenibilidad e inclusión. No sirve de mucho atraer inversiones si luego terminamos con problemas sociales y ambientales. Tenemos que asegurarnos de que todos nos beneficiemos de este crecimiento, no solo unos pocos privilegiados. La educación y la investigación pública tienen que jugar un papel central en esto, porque son la base de cualquier sociedad próspera. Así que, a invertir en nuestros jóvenes y a apoyar a nuestras universidades, porque ellos serán quienes saquen adelante este país.
En fin, queda clarito que el panorama no es fácil, pero tampoco imposible. Tenemos que dejar de dar rodeos y ponernos las pilas de una vez por todas. Ahora me pregunto, mi gente: ¿cree usted que Costa Rica realmente tiene lo que se necesita para competir en la industria de semiconductores, o nos vamos a quedar viendo como pasan las olas?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		