¡Ay, Dios mío! Resulta que la Setena, esa vaina que debería cuidarnos el ambiente, casi nos mete en un lío bueno. Parece que relajaron mucho las cosas con las inspecciones antes de aprobar proyectos, tanto así que la Contraloría pitó con fuerza, acusándolos de poner en riesgo la transparencia y evitar posibles trabas a la corrupción. ¡Qué torta! Pero bueno, parece que escucharon, porque ya van buscando cómo arreglar el maje.
Para refrescarles la memoria a algunos, desde el 2021 se aprobó un decreto que le quitó peso a las evaluaciones de impacto ambiental, especialmente en lo que respecta a la consulta con el SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación). Antes, si un proyecto amenazaba la fauna, las zonas protegidas o cualquier cosita delicada, la Setena tenía que pedirle opinión al SINAC antes de decir sí. Ahora, parecía que lo más importante era lo que decía el consultor contratado por el mismo proyecto, ¡tremendo caldo de cultivo para que pasen cosas raras!
La forma en que simplificaron todo era que primero te fiabas del consultor, si algo no cuadraba, hacías una visita rápida al sitio y, si seguía dando problemas, ahí sí preguntabas al SINAC. Pero si el SINAC tardaba más de diez días en contestar, ¡bam!, se aprobaba el proyecto igual, bajo la “responsabilidad profesional” del consultor. ¡Un papelón! Imagínate, dejando todo en manos de quien tiene interés directo en que el proyecto salga adelante…”, comentó Don José, vecino de Turrialba, preocupado por un proyecto minero cerca de sus tierras.
Ahora, el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), pa’ calmar las aguas y quitarse una espina de encima, anunció que la Setena va a fortalecer esas inspecciones. Dicen que van a implementar “medidas necesarias” y buscarán reducir el riesgo de corrupción, pero aún no dan muchos detalles de cómo piensan hacerlo. ¡Lo único seguro es que las inspecciones previas van a ser obligatorias otra vez!”, añadió el Ministro Limón en conferencia de prensa.
La verdad, suena bien la idea de volver al modo antiguo, pero a muchos nos queda la duda de qué tan rápido harán los cambios reales. Porque a veces estas promesas quedan en el aire, como los globos en la feria. El informe de la Contraloría fue bastante contundente: encontraron muchísimas fallas en el manejo de riesgos de corrupción dentro de la Setena. Según ellos, los controles para verificar que la información técnica sea correcta no funcionan muy bien, y no toman en cuenta a todas las personas ni a todas las etapas del proceso.
Según la Contraloría, el 74% de las evaluaciones de impacto ambiental tienen fallas de control, el 90% se aprueban sin siquiera ir a echar un vistazo al terreno, y el 60% de las visitas de seguimiento que deberían hacerse nunca ocurren. Además, ¡imaginen qué barbaridad!, apenas una cuarta parte de esos estudios se publican en la página web de la Setena. ¡Una verdadera lástima, eh! Esto demuestra que hay margen de mejora, y mucho, para garantizar que los proyectos sean realmente buenos para el país y no solo para unos cuantos bolsillos.
Esto me recuerda a la novela de mi tía Rosa, donde al final siempre sale a relucir la corrupción. Espero que esta vez la historia tenga un final diferente. ¡Que la Setena se ponga las pilas de una vez por todas y empiece a cumplir su rol de proteger nuestro patrimonio natural! Ya estamos viendo los efectos del cambio climático y necesitamos instituciones fuertes que hagan su trabajo bien. Este retroceso, aunque temporal, es alarmante. Muchos agricultores y comunidades indígenas han expresado su preocupación ante la posibilidad de que proyectos perjudiciales para el medio ambiente puedan pasar desapercibidos con estas modificaciones. ¡Necesitamos estar alertas, mae!
Entonces, ¿creemos que con estos cambios la Setena logrará realmente mejorar su desempeño y evitar la corrupción, o esto será solo una solución superficial para quedar bien con la Contraloría? ¿Deberían cambiar también al personal clave involucrado en la toma de decisiones?
Para refrescarles la memoria a algunos, desde el 2021 se aprobó un decreto que le quitó peso a las evaluaciones de impacto ambiental, especialmente en lo que respecta a la consulta con el SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación). Antes, si un proyecto amenazaba la fauna, las zonas protegidas o cualquier cosita delicada, la Setena tenía que pedirle opinión al SINAC antes de decir sí. Ahora, parecía que lo más importante era lo que decía el consultor contratado por el mismo proyecto, ¡tremendo caldo de cultivo para que pasen cosas raras!
La forma en que simplificaron todo era que primero te fiabas del consultor, si algo no cuadraba, hacías una visita rápida al sitio y, si seguía dando problemas, ahí sí preguntabas al SINAC. Pero si el SINAC tardaba más de diez días en contestar, ¡bam!, se aprobaba el proyecto igual, bajo la “responsabilidad profesional” del consultor. ¡Un papelón! Imagínate, dejando todo en manos de quien tiene interés directo en que el proyecto salga adelante…”, comentó Don José, vecino de Turrialba, preocupado por un proyecto minero cerca de sus tierras.
Ahora, el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), pa’ calmar las aguas y quitarse una espina de encima, anunció que la Setena va a fortalecer esas inspecciones. Dicen que van a implementar “medidas necesarias” y buscarán reducir el riesgo de corrupción, pero aún no dan muchos detalles de cómo piensan hacerlo. ¡Lo único seguro es que las inspecciones previas van a ser obligatorias otra vez!”, añadió el Ministro Limón en conferencia de prensa.
La verdad, suena bien la idea de volver al modo antiguo, pero a muchos nos queda la duda de qué tan rápido harán los cambios reales. Porque a veces estas promesas quedan en el aire, como los globos en la feria. El informe de la Contraloría fue bastante contundente: encontraron muchísimas fallas en el manejo de riesgos de corrupción dentro de la Setena. Según ellos, los controles para verificar que la información técnica sea correcta no funcionan muy bien, y no toman en cuenta a todas las personas ni a todas las etapas del proceso.
Según la Contraloría, el 74% de las evaluaciones de impacto ambiental tienen fallas de control, el 90% se aprueban sin siquiera ir a echar un vistazo al terreno, y el 60% de las visitas de seguimiento que deberían hacerse nunca ocurren. Además, ¡imaginen qué barbaridad!, apenas una cuarta parte de esos estudios se publican en la página web de la Setena. ¡Una verdadera lástima, eh! Esto demuestra que hay margen de mejora, y mucho, para garantizar que los proyectos sean realmente buenos para el país y no solo para unos cuantos bolsillos.
Esto me recuerda a la novela de mi tía Rosa, donde al final siempre sale a relucir la corrupción. Espero que esta vez la historia tenga un final diferente. ¡Que la Setena se ponga las pilas de una vez por todas y empiece a cumplir su rol de proteger nuestro patrimonio natural! Ya estamos viendo los efectos del cambio climático y necesitamos instituciones fuertes que hagan su trabajo bien. Este retroceso, aunque temporal, es alarmante. Muchos agricultores y comunidades indígenas han expresado su preocupación ante la posibilidad de que proyectos perjudiciales para el medio ambiente puedan pasar desapercibidos con estas modificaciones. ¡Necesitamos estar alertas, mae!
Entonces, ¿creemos que con estos cambios la Setena logrará realmente mejorar su desempeño y evitar la corrupción, o esto será solo una solución superficial para quedar bien con la Contraloría? ¿Deberían cambiar también al personal clave involucrado en la toma de decisiones?
