¡Ay, comadre! Con toda la pachanga de Navidad ya superada, seguro todavía tienes morralla deliciosa guardada en el refri. El problema es: ¿te has animado a recalentarla y darle otra vuelta? Pues apéchate, porque podría salir tejemelete si no le echas ojo a algunos detallitos importantes. La verdad, después de tanta comilona, nadie quiere terminar vomitando encima de la mesa, ¿verdad?
Verás, la tradición navideña es consumir hasta el último bocado, y eso implica guardar sobras para disfrutar días después. Pero recálentarlas sin cuidado puede convertir ese festín en un dolor de estómago monumental. La explicación científica es sencilla: al recalentar ciertos alimentos, se pierden nutrientes esenciales. Vitaminas como la C, esas del grupo B y el ácido fólico, que son pura vida para nuestro cuerpo, se evaporan con el calor. Imagínate, vas a comer pensando que estás nutriéndote bien y resulta que estás tragándote aire.
Pero la cosa no termina ahí, mae. Además de perder vitaminas, al someter los alimentos a altas temperaturas se crean compuestos que podrían hacerle daño al organismo. Especialmente los aceites… ¡puuum!, generan sustancias tóxicas que ni qué decir. Y las proteínas, que son fundamentales para construir músculo y sentirnos fuertes, cambian su estructura, haciéndose más difíciles de digerir. Ahora entiendes por qué a veces te sientes hinchado después de comer sobras recalentadas, ¿no?
Y no olvidemos el peligro de la contaminación bacteriana, ¡el peor de todos! Como nos explica el Dr. Fabián Núñez, experto en nutrición, “lo crucial es controlar la temperatura. Dependiendo de cómo esté almacenado el alimento –si está frío o caliente–, determinarás cuánto tiempo puede quedarse fuera del refrigerador antes de que empiecen a multiplicarse las bacterias”. Por eso, si sacas algo del refri, ¡no le des rodeo!”, así que asegúrate de consumirlo relativamente pronto.
Entonces, ¿cuáles son las reglas básicas para recalentar la comida sin correr riesgos? Pues, primero, los alimentos fríos deben mantenerse por debajo de los cinco grados Celsius. Lo ideal es meterlos en el refri lo más rápido posible después de la comida. Y los alimentos calientes, bueno, mantenlos entre 57 y 60 grados Celsius, dependiendo del plato. Si usas el microondas, asegúrate de que alcance los 74 grados Celsius, para matar cualquier bichito travieso que quiera montar guardia en tu comida.
Otro consejillo: utiliza utensilios adecuados para recalentar los alimentos. Olvídate de recalentar comida en plásticos o recipientes que puedan liberar químicos dañinos al calor. Mejor busca ollas o fuentes de vidrio o cerámica. Y, por favor, ¡no recalientes la comida varias veces! Cada vez que la calientas, aumentas el riesgo de contaminación. Recuerda, el Dr. Núñez nos advierte que si los alimentos exceden las temperaturas seguras o permanecen demasiado tiempo en la llamada ‘zona de riesgo’, ¡estás invitando a las bacterias a hacer una fiesta en tu sistema digestivo!
Si vas a llevar comida a algún lado, usa una lonchera térmica que mantenga la comida fría o caliente, especialmente si es de origen animal. Y presta atención a los síntomas: si te empieza a doler el estómago, tienes diarrea, vómitos o hasta dolor de cabeza, ¡corre al médico! Podría tratarse de una intoxicación alimentaria causada por bacterias como el *Bacillus cereus*, que produce una toxina súper resistente que ni siquiera el calor mata fácilmente. Así que no juegues con fuego, mi pana.
Ahora dime, ¿tú sigues recalentando las sobras de Navidad sin preocuparte? ¿Cuáles son tus trucos para evitar intoxicaciones alimentarias y seguir disfrutando de esos platillos deliciosos? ¡Comparte tus experiencias y consejos en el foro! ¡Queremos saber qué haces tú para que la comida rica no te haga pasar un mal rato!
Verás, la tradición navideña es consumir hasta el último bocado, y eso implica guardar sobras para disfrutar días después. Pero recálentarlas sin cuidado puede convertir ese festín en un dolor de estómago monumental. La explicación científica es sencilla: al recalentar ciertos alimentos, se pierden nutrientes esenciales. Vitaminas como la C, esas del grupo B y el ácido fólico, que son pura vida para nuestro cuerpo, se evaporan con el calor. Imagínate, vas a comer pensando que estás nutriéndote bien y resulta que estás tragándote aire.
Pero la cosa no termina ahí, mae. Además de perder vitaminas, al someter los alimentos a altas temperaturas se crean compuestos que podrían hacerle daño al organismo. Especialmente los aceites… ¡puuum!, generan sustancias tóxicas que ni qué decir. Y las proteínas, que son fundamentales para construir músculo y sentirnos fuertes, cambian su estructura, haciéndose más difíciles de digerir. Ahora entiendes por qué a veces te sientes hinchado después de comer sobras recalentadas, ¿no?
Y no olvidemos el peligro de la contaminación bacteriana, ¡el peor de todos! Como nos explica el Dr. Fabián Núñez, experto en nutrición, “lo crucial es controlar la temperatura. Dependiendo de cómo esté almacenado el alimento –si está frío o caliente–, determinarás cuánto tiempo puede quedarse fuera del refrigerador antes de que empiecen a multiplicarse las bacterias”. Por eso, si sacas algo del refri, ¡no le des rodeo!”, así que asegúrate de consumirlo relativamente pronto.
Entonces, ¿cuáles son las reglas básicas para recalentar la comida sin correr riesgos? Pues, primero, los alimentos fríos deben mantenerse por debajo de los cinco grados Celsius. Lo ideal es meterlos en el refri lo más rápido posible después de la comida. Y los alimentos calientes, bueno, mantenlos entre 57 y 60 grados Celsius, dependiendo del plato. Si usas el microondas, asegúrate de que alcance los 74 grados Celsius, para matar cualquier bichito travieso que quiera montar guardia en tu comida.
Otro consejillo: utiliza utensilios adecuados para recalentar los alimentos. Olvídate de recalentar comida en plásticos o recipientes que puedan liberar químicos dañinos al calor. Mejor busca ollas o fuentes de vidrio o cerámica. Y, por favor, ¡no recalientes la comida varias veces! Cada vez que la calientas, aumentas el riesgo de contaminación. Recuerda, el Dr. Núñez nos advierte que si los alimentos exceden las temperaturas seguras o permanecen demasiado tiempo en la llamada ‘zona de riesgo’, ¡estás invitando a las bacterias a hacer una fiesta en tu sistema digestivo!
Si vas a llevar comida a algún lado, usa una lonchera térmica que mantenga la comida fría o caliente, especialmente si es de origen animal. Y presta atención a los síntomas: si te empieza a doler el estómago, tienes diarrea, vómitos o hasta dolor de cabeza, ¡corre al médico! Podría tratarse de una intoxicación alimentaria causada por bacterias como el *Bacillus cereus*, que produce una toxina súper resistente que ni siquiera el calor mata fácilmente. Así que no juegues con fuego, mi pana.
Ahora dime, ¿tú sigues recalentando las sobras de Navidad sin preocuparte? ¿Cuáles son tus trucos para evitar intoxicaciones alimentarias y seguir disfrutando de esos platillos deliciosos? ¡Comparte tus experiencias y consejos en el foro! ¡Queremos saber qué haces tú para que la comida rica no te haga pasar un mal rato!
