¡Ay, Dios mío! La cosa se puso caliente aquí en Costa Rica con este negocio del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Israel. Resulta que Francesca Albanese, la relatora de la ONU para los territorios palestinos, soltó unas verdades que dieron vuelta a la mesa, literalmente. La mina salió con un mensaje en redes sociales donde insta a pausar la ratificación, diciendo que podríamos estar contribuyendo o siendo cómplices de una “economía de genocidio”. ¡Qué torta!
Para ponerla en contexto, Albanese no es precisamente amiga de Israel; ha sido sancionada por Estados Unidos por sus críticas contundentes al Estado hebreo. Esto le añade peso a sus declaraciones y, claro, ha encendido todas las alarmas en el gobierno y en algunos sectores de la oposición. La relatora cuestiona el timing del TLC, argumentando que se firma en pleno conflicto, con acusaciones de apartheid y violaciones al derecho internacional. ¡Parece que nos metimos en un brete bien complicado!
El TLC, recordemos, se firmó a principios de mes en Jerusalén, una elección de lugar que ya de por sí levantó algunas cejas aquí en casa. Ahora, el documento pasa por el tamiz de la Asamblea Legislativa, donde se espera un debate intenso. El presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales, Luis Fernando Mendoza, explicó el papeleo: presentación formal, publicación en La Gaceta, análisis legislativo... Un proceso largo y lleno de posibles sorpresas. Ya se pueden sentir los ánimos calientes, diay.
Pero ¿qué significa esto realmente para nosotros, los ticos? Según Comex, el TLC abre puertas a mercados clave para nuestra piña fresca, café oro, azúcar… hasta para nuestros servicios y tecnología. También hay interés en semiconductores, un sector que, si se potencia, podría darle un empujón a nuestra economía. De hecho, la inversión extranjera directa de Israel ha dado un salto impresionante, pasando de un millón de dólares a veinte millones en apenas un año. Parece que había interés antes, pero este TLC lo confirma.
En cuanto a qué intercambiamos, somos proveedores de productos agroindustriales –café, piña, azúcar, frutas, jugos– y dispositivos médicos. Desde Israel, recibimos herbicidas, insecticidas, fungicidas, aparatos electrónicos y materiales como aluminio y plástico. Un intercambio interesante, sí, pero también con implicaciones geopolíticas que no podemos ignorar. Costa Rica siempre ha buscado diversificar sus mercados, y Medio Oriente es un área estratégica. Pero, ¿a qué costo?
El Observador informó hace unos meses que las negociaciones ya estaban zafadas, después de varios parones debido al conflicto interno en Israel. Se esperaba una aprobación fácil, pero con estas declaraciones de Albanese, parece que la cosa se va a poner más difícil. Algunos diputados ya han expresado su preocupación y piden una revisión exhaustiva del tratado, considerando los aspectos humanitarios y diplomáticos involucrados. Parece que la presión internacional va en aumento.
Y ahí radica la verdadera pregunta: ¿Estamos dispuestos a sacrificar principios éticos y consideraciones humanitarias por un posible beneficio económico? ¿Es correcto hacer negocios con un país que enfrenta acusaciones tan graves de violaciones a los derechos humanos? Muchos se preguntan si este TLC no es un error de cálculo que podría empañar la imagen de Costa Rica en el escenario mundial. Este brete nos obliga a reflexionar profundamente sobre nuestros valores y prioridades.
Entonces, les pregunto a ustedes, mi gente del Foro: ¿Debería Costa Rica pausar la ratificación del TLC con Israel a pesar de las potenciales pérdidas económicas, o deberíamos seguir adelante con el acuerdo, esperando que contribuya al desarrollo del país, asumiendo los riesgos políticos y éticos que implica?
Para ponerla en contexto, Albanese no es precisamente amiga de Israel; ha sido sancionada por Estados Unidos por sus críticas contundentes al Estado hebreo. Esto le añade peso a sus declaraciones y, claro, ha encendido todas las alarmas en el gobierno y en algunos sectores de la oposición. La relatora cuestiona el timing del TLC, argumentando que se firma en pleno conflicto, con acusaciones de apartheid y violaciones al derecho internacional. ¡Parece que nos metimos en un brete bien complicado!
El TLC, recordemos, se firmó a principios de mes en Jerusalén, una elección de lugar que ya de por sí levantó algunas cejas aquí en casa. Ahora, el documento pasa por el tamiz de la Asamblea Legislativa, donde se espera un debate intenso. El presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales, Luis Fernando Mendoza, explicó el papeleo: presentación formal, publicación en La Gaceta, análisis legislativo... Un proceso largo y lleno de posibles sorpresas. Ya se pueden sentir los ánimos calientes, diay.
Pero ¿qué significa esto realmente para nosotros, los ticos? Según Comex, el TLC abre puertas a mercados clave para nuestra piña fresca, café oro, azúcar… hasta para nuestros servicios y tecnología. También hay interés en semiconductores, un sector que, si se potencia, podría darle un empujón a nuestra economía. De hecho, la inversión extranjera directa de Israel ha dado un salto impresionante, pasando de un millón de dólares a veinte millones en apenas un año. Parece que había interés antes, pero este TLC lo confirma.
En cuanto a qué intercambiamos, somos proveedores de productos agroindustriales –café, piña, azúcar, frutas, jugos– y dispositivos médicos. Desde Israel, recibimos herbicidas, insecticidas, fungicidas, aparatos electrónicos y materiales como aluminio y plástico. Un intercambio interesante, sí, pero también con implicaciones geopolíticas que no podemos ignorar. Costa Rica siempre ha buscado diversificar sus mercados, y Medio Oriente es un área estratégica. Pero, ¿a qué costo?
El Observador informó hace unos meses que las negociaciones ya estaban zafadas, después de varios parones debido al conflicto interno en Israel. Se esperaba una aprobación fácil, pero con estas declaraciones de Albanese, parece que la cosa se va a poner más difícil. Algunos diputados ya han expresado su preocupación y piden una revisión exhaustiva del tratado, considerando los aspectos humanitarios y diplomáticos involucrados. Parece que la presión internacional va en aumento.
Y ahí radica la verdadera pregunta: ¿Estamos dispuestos a sacrificar principios éticos y consideraciones humanitarias por un posible beneficio económico? ¿Es correcto hacer negocios con un país que enfrenta acusaciones tan graves de violaciones a los derechos humanos? Muchos se preguntan si este TLC no es un error de cálculo que podría empañar la imagen de Costa Rica en el escenario mundial. Este brete nos obliga a reflexionar profundamente sobre nuestros valores y prioridades.
Entonces, les pregunto a ustedes, mi gente del Foro: ¿Debería Costa Rica pausar la ratificación del TLC con Israel a pesar de las potenciales pérdidas económicas, o deberíamos seguir adelante con el acuerdo, esperando que contribuya al desarrollo del país, asumiendo los riesgos políticos y éticos que implica?
