¡Ay, Dios mío, qué despiche!
Un tipo, identificado como José Jarquín, decidió que era buena idea hacerse pasar por su hermano para evitar andar con tobillera, pero los oficiales de la Fuerza Pública no andan jugando. Resulta que este señor estaba bajo medidas cautelares, incluyendo la dichosa tobillera electrónica, y pensó que podía zafarse así. Pero bueno, ahí le dice el dicho: ‘Lo barato sale caro’.
La movida ocurrió en la finca Vivoyet de Cutris, San Carlos, donde los oficiales estaban realizando patrullaje de rutina. Al parecer, el mae intentó engañarlos con el nombre de su familiar, creyendo que así se libraría de cualquier problema. ¡Imaginen la cara de vergüenza cuando descubrieron la jugada!
Pero eso no es todo, ¡aguante! Al revisar sus antecedentes, los oficiales se dieron cuenta que, además de no estar usando la tobillera, el señor también llevaba consigo una suma considerable de dinero en efectivo: ¡más de un millón de colones y unos cuantos córdobas! Todo esto, claro, levantando sospechas de dónde sacó tanto chunche, ya que la procedencia del dinero era más que cuestionable. Además, para rematar, la moto que conducía tenía placas y números alterados, agregando otra vara a su lista de problemas.
Ahora bien, la ley es la ley, ¿verdad? Así que, con toda la evidencia en mano, tanto Jarquín como la motocicleta fueron llevados directamente a la Fiscalía para enfrentar los cargos correspondientes. Alteración de señas, posesión de dinero de origen dudoso y evasión de medidas cautelares... ¡Se armó la chincha, mae!
Este caso nos recuerda que intentar trucos para burlar la justicia nunca termina bien. Las autoridades están cada vez más capacitadas y utilizan tecnología avanzada para detectar estas artimañas. Como dicen por ahí, “el que intenta fastidiar, se fastidia”. Y este Jarquín lo comprobó fehacientemente.
Y hablando de medidas cautelares y sistemas de vigilancia, ¿creen ustedes que la tobillera electrónica es realmente efectiva para controlar a personas bajo investigación o es simplemente una ilusión de seguridad? Muchos argumentan que estas tecnologías pueden ser vulnerables y que los delincuentes siempre encuentran formas de manipularlas. Otros sostienen que, aunque imperfecta, es una herramienta valiosa para monitorear a personas consideradas de alto riesgo.
En fin, este caso de Jarquín es otro ejemplo de cómo la delincuencia se reinventa constantemente, buscando atajos y soluciones fáciles que terminan saliendo muy costosas. Esperemos que sirva de advertencia para aquellos que piensen en tomar caminos irregulares. Ahora, díganme, ¿ustedes confían en los sistemas de control electrónico o creen que hay mejores alternativas para garantizar la seguridad ciudadana?
Un tipo, identificado como José Jarquín, decidió que era buena idea hacerse pasar por su hermano para evitar andar con tobillera, pero los oficiales de la Fuerza Pública no andan jugando. Resulta que este señor estaba bajo medidas cautelares, incluyendo la dichosa tobillera electrónica, y pensó que podía zafarse así. Pero bueno, ahí le dice el dicho: ‘Lo barato sale caro’.
La movida ocurrió en la finca Vivoyet de Cutris, San Carlos, donde los oficiales estaban realizando patrullaje de rutina. Al parecer, el mae intentó engañarlos con el nombre de su familiar, creyendo que así se libraría de cualquier problema. ¡Imaginen la cara de vergüenza cuando descubrieron la jugada!
Pero eso no es todo, ¡aguante! Al revisar sus antecedentes, los oficiales se dieron cuenta que, además de no estar usando la tobillera, el señor también llevaba consigo una suma considerable de dinero en efectivo: ¡más de un millón de colones y unos cuantos córdobas! Todo esto, claro, levantando sospechas de dónde sacó tanto chunche, ya que la procedencia del dinero era más que cuestionable. Además, para rematar, la moto que conducía tenía placas y números alterados, agregando otra vara a su lista de problemas.
Ahora bien, la ley es la ley, ¿verdad? Así que, con toda la evidencia en mano, tanto Jarquín como la motocicleta fueron llevados directamente a la Fiscalía para enfrentar los cargos correspondientes. Alteración de señas, posesión de dinero de origen dudoso y evasión de medidas cautelares... ¡Se armó la chincha, mae!
Este caso nos recuerda que intentar trucos para burlar la justicia nunca termina bien. Las autoridades están cada vez más capacitadas y utilizan tecnología avanzada para detectar estas artimañas. Como dicen por ahí, “el que intenta fastidiar, se fastidia”. Y este Jarquín lo comprobó fehacientemente.
Y hablando de medidas cautelares y sistemas de vigilancia, ¿creen ustedes que la tobillera electrónica es realmente efectiva para controlar a personas bajo investigación o es simplemente una ilusión de seguridad? Muchos argumentan que estas tecnologías pueden ser vulnerables y que los delincuentes siempre encuentran formas de manipularlas. Otros sostienen que, aunque imperfecta, es una herramienta valiosa para monitorear a personas consideradas de alto riesgo.
En fin, este caso de Jarquín es otro ejemplo de cómo la delincuencia se reinventa constantemente, buscando atajos y soluciones fáciles que terminan saliendo muy costosas. Esperemos que sirva de advertencia para aquellos que piensen en tomar caminos irregulares. Ahora, díganme, ¿ustedes confían en los sistemas de control electrónico o creen que hay mejores alternativas para garantizar la seguridad ciudadana?
