¡Ay, Dios mío! Qué pena tan grande la que nos cayó encima. Una niña de apenas siete añitos se fue perdiendo, y todo por culpa de unas decisiones de la Dirección General de Aviación Civil. La cosa es así: una nena necesitaba salir corriendo del hospital de Liberia rumbo al Hospital de Niños en San José, pero la burocracia se comió toda la esperanza.
Según cuentan, la pequeña estaba presentando una hemorragia cerebral, una situación de vida o muerte, ¿me entienden? Era urgente llegar rápido a la capital, donde tienen mejores recursos para atenderla. Pero ahí entraron los nuevos lineamientos de la DGAC, esos que pusieron en marcha el 3 de octubre, prohibiendo vuelos nocturnos en varios aeródromos del país. ¡Un despiche!
Imagínense la escena: la niña ya estaba lista para abordar el avión ambulancia, ¡lista pa’l viaje!, pero luego tuvieron que bajarla y regresarla al hospital. Dos veces la subieron, esperando que mágicamente cambie la normativa. Fue una tortura, pura angustia para los papás y los médicos. Al final, tuvieron que esperar 14 largas horas, ¡casi un día entero!, para poder emprender el traslado.
Ricardo Hernández, del operador de vuelos ambulancia, me contó que el aeropuerto de Pavas (el Tobías Bolaños) estaba perfecto para despegar, pero no les dieron permiso. El Aeropuerto Juan Santamaría era la otra opción, pero estaba clausurado por la nubosidad. Un verdadero lío, una maraña de requisitos y regulaciones que terminaron costándole la vida a la criatura.
Hernández no se anda con rodeos: dice que quizás la niña no se hubiera salvado de todas formas, pero la tardanza de 14 horas dejó un sabor amargo, una duda terrible en el corazón de todos. Te quedas pensando qué habría pasado si hubieran podido actuar más rápido, si la burocracia no se hubiera puesto en medio. ¡Una carga!
Contactamos al director del Hospital de Liberia, Marvin Palma, pero todavía no nos ha dado su versión de la historia. También intentamos conseguir declaraciones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), pero parece que andan escondidos. La DGAC, por su parte, ni siquiera se dignó a respondernos por correo electrónico. ¿Será que acaso les da vergüenza lo que pasó?
Ahora resulta que, según las nuevas circulares de la DGAC (AIC Serie C 24 y 25), todos los vuelos nocturnos tienen que ser bajo reglas de vuelo por instrumentos (IFR) y solo pueden salir y entrar a los aeropuertos internacionales Juan Santamaría, Daniel Oduber y Tobías Bolaños. ¡Qué nivel de restricción! Y si quieres volar desde un aeropuerto pequeño, olvídate, te apañas. Eso significa que miles de personas en zonas rurales quedan prácticamente aisladas en caso de emergencia.
Cada año, en Costa Rica, se realizan unos 700 vuelos ambulancia, y la mitad se dan de noche. ¿Se imaginan el impacto de estas medidas? Ya enviaron un oficio al director de Aviación Civil alertándolo de esto, incluso contándole el caso de la niña. Pero parece que nadie escucha... ¿Ustedes creen que la DGAC debería reconsiderar estas regulaciones, aunque sea temporalmente, mientras no tengan un plan más eficiente para garantizar la atención médica en situaciones de emergencia? ¿Deberían priorizar la vida de los ciudadanos por encima de cualquier papeleo?
Según cuentan, la pequeña estaba presentando una hemorragia cerebral, una situación de vida o muerte, ¿me entienden? Era urgente llegar rápido a la capital, donde tienen mejores recursos para atenderla. Pero ahí entraron los nuevos lineamientos de la DGAC, esos que pusieron en marcha el 3 de octubre, prohibiendo vuelos nocturnos en varios aeródromos del país. ¡Un despiche!
Imagínense la escena: la niña ya estaba lista para abordar el avión ambulancia, ¡lista pa’l viaje!, pero luego tuvieron que bajarla y regresarla al hospital. Dos veces la subieron, esperando que mágicamente cambie la normativa. Fue una tortura, pura angustia para los papás y los médicos. Al final, tuvieron que esperar 14 largas horas, ¡casi un día entero!, para poder emprender el traslado.
Ricardo Hernández, del operador de vuelos ambulancia, me contó que el aeropuerto de Pavas (el Tobías Bolaños) estaba perfecto para despegar, pero no les dieron permiso. El Aeropuerto Juan Santamaría era la otra opción, pero estaba clausurado por la nubosidad. Un verdadero lío, una maraña de requisitos y regulaciones que terminaron costándole la vida a la criatura.
Hernández no se anda con rodeos: dice que quizás la niña no se hubiera salvado de todas formas, pero la tardanza de 14 horas dejó un sabor amargo, una duda terrible en el corazón de todos. Te quedas pensando qué habría pasado si hubieran podido actuar más rápido, si la burocracia no se hubiera puesto en medio. ¡Una carga!
Contactamos al director del Hospital de Liberia, Marvin Palma, pero todavía no nos ha dado su versión de la historia. También intentamos conseguir declaraciones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), pero parece que andan escondidos. La DGAC, por su parte, ni siquiera se dignó a respondernos por correo electrónico. ¿Será que acaso les da vergüenza lo que pasó?
Ahora resulta que, según las nuevas circulares de la DGAC (AIC Serie C 24 y 25), todos los vuelos nocturnos tienen que ser bajo reglas de vuelo por instrumentos (IFR) y solo pueden salir y entrar a los aeropuertos internacionales Juan Santamaría, Daniel Oduber y Tobías Bolaños. ¡Qué nivel de restricción! Y si quieres volar desde un aeropuerto pequeño, olvídate, te apañas. Eso significa que miles de personas en zonas rurales quedan prácticamente aisladas en caso de emergencia.
Cada año, en Costa Rica, se realizan unos 700 vuelos ambulancia, y la mitad se dan de noche. ¿Se imaginan el impacto de estas medidas? Ya enviaron un oficio al director de Aviación Civil alertándolo de esto, incluso contándole el caso de la niña. Pero parece que nadie escucha... ¿Ustedes creen que la DGAC debería reconsiderar estas regulaciones, aunque sea temporalmente, mientras no tengan un plan más eficiente para garantizar la atención médica en situaciones de emergencia? ¿Deberían priorizar la vida de los ciudadanos por encima de cualquier papeleo?