¡Ay, mae! Esto sí que cayó duro por estos lados. La comunidad de San Felipe de Alajuelita amaneció sacudida con la terrible noticia del hallazgo de un menor sin vida la madrugada de hoy, martes. Según nos cuentan, la bronca empezó con unas balas perdidas que hicieron temblar a los vecinos y ahora estamos todos tratando de entender qué pasó realmente.
Pues resulta que alrededor de las dos y media de la mañana, varios vecinos empezaron a escuchar unos disparos fuertes, eso sí que te hacen erizar la piel. Un buenazo que pasaba en moto por la calle encontró al muchacho tirado ahí, a medio camino, y rápidamente llamó al 9-1-1. Imagínate la impresión que le debió quedar, eso no es fácil de digerir, ni siquiera viendo las noticias.
Los paramédicos llegaron corriendo, pero ya era demasiado tarde. Le dieron el visto bueno a las dos y cuarenta y seis, declarándolo fallecido en el sitio. Se trata de un chaval, dicen que aparentaba tener entre quince y diecisiete años, pero lo más triste es que no tenía documentos, así que todavía no saben quién es. El OIJ anda buscando a ver si lo pueden identificar, revisando bases de datos, preguntándole a la gente del barrio… ¡todo para darle nombre y rostro a esta tragedia!
Ahora, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) tiene el caso en sus manos. Mandaron a toda la banda del Siori – Sección de Inspecciones Oculares y Recolección de Indicios – para recoger todas las pruebas posibles. Pero la cosa se complica porque nadie vio nada, solo el motoconductor que andaba de noche. ¡Imagínate! Una bala perdida, justo donde él estaba... muy mala suerte.
Están investigando a fondo, tratando de averiguar quién pudo haber sido el responsable y, sobre todo, cuál fue el motivo detrás de esto. ¿Una venganza? ¿Un ajuste de cuentas? ¿Simplemente un acto aleatorio de violencia? Eso es lo que quieren descubrir. El brete se pone complicado cuando no hay testigos, porque depender mucho de lo que se pueda recabar en la escena y de información que vaya surgiendo con la investigación.
Esto ha generado mucha preocupación en el vecindario. San Felipe siempre había sido un lugar tranquilo, donde la gente se conocía y se cuidaba. Ahora, con este incidente, siento que el ambiente cambió, hay miedo, incertidumbre... uno ya no sabe qué esperar. La mamá del chamo, diay, la pena no se la imagino; perder a un hijo así, sin saber qué pasó… eso duele hasta en el corazón.
Además, esto pinta feo para la seguridad en general. Si pasa esto en un barrio residencial como San Felipe, ¿dónde no va a pasar?, se preguntan muchos. La comunidad pide a gritos más patrullaje policial, mejores condiciones de iluminación en las calles y, sobre todo, que se haga justicia para este muchacho. Que encuentren al responsable y que pague por su delito, eso es lo que claman todos.
En fin, una tragedia que deja un sabor amargo en la boca y muchas preguntas sin respuesta. Esta bronca me hace pensar, ¿qué podemos hacer nosotros como sociedad para evitar que estas cosas sigan pasando? ¿Deberíamos enfocarnos más en programas sociales para jóvenes en riesgo, fortalecer la presencia policial en nuestras comunidades o promover una cultura de paz desde las escuelas? ¡Dime tú, qué opinas?
Pues resulta que alrededor de las dos y media de la mañana, varios vecinos empezaron a escuchar unos disparos fuertes, eso sí que te hacen erizar la piel. Un buenazo que pasaba en moto por la calle encontró al muchacho tirado ahí, a medio camino, y rápidamente llamó al 9-1-1. Imagínate la impresión que le debió quedar, eso no es fácil de digerir, ni siquiera viendo las noticias.
Los paramédicos llegaron corriendo, pero ya era demasiado tarde. Le dieron el visto bueno a las dos y cuarenta y seis, declarándolo fallecido en el sitio. Se trata de un chaval, dicen que aparentaba tener entre quince y diecisiete años, pero lo más triste es que no tenía documentos, así que todavía no saben quién es. El OIJ anda buscando a ver si lo pueden identificar, revisando bases de datos, preguntándole a la gente del barrio… ¡todo para darle nombre y rostro a esta tragedia!
Ahora, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) tiene el caso en sus manos. Mandaron a toda la banda del Siori – Sección de Inspecciones Oculares y Recolección de Indicios – para recoger todas las pruebas posibles. Pero la cosa se complica porque nadie vio nada, solo el motoconductor que andaba de noche. ¡Imagínate! Una bala perdida, justo donde él estaba... muy mala suerte.
Están investigando a fondo, tratando de averiguar quién pudo haber sido el responsable y, sobre todo, cuál fue el motivo detrás de esto. ¿Una venganza? ¿Un ajuste de cuentas? ¿Simplemente un acto aleatorio de violencia? Eso es lo que quieren descubrir. El brete se pone complicado cuando no hay testigos, porque depender mucho de lo que se pueda recabar en la escena y de información que vaya surgiendo con la investigación.
Esto ha generado mucha preocupación en el vecindario. San Felipe siempre había sido un lugar tranquilo, donde la gente se conocía y se cuidaba. Ahora, con este incidente, siento que el ambiente cambió, hay miedo, incertidumbre... uno ya no sabe qué esperar. La mamá del chamo, diay, la pena no se la imagino; perder a un hijo así, sin saber qué pasó… eso duele hasta en el corazón.
Además, esto pinta feo para la seguridad en general. Si pasa esto en un barrio residencial como San Felipe, ¿dónde no va a pasar?, se preguntan muchos. La comunidad pide a gritos más patrullaje policial, mejores condiciones de iluminación en las calles y, sobre todo, que se haga justicia para este muchacho. Que encuentren al responsable y que pague por su delito, eso es lo que claman todos.
En fin, una tragedia que deja un sabor amargo en la boca y muchas preguntas sin respuesta. Esta bronca me hace pensar, ¿qué podemos hacer nosotros como sociedad para evitar que estas cosas sigan pasando? ¿Deberíamos enfocarnos más en programas sociales para jóvenes en riesgo, fortalecer la presencia policial en nuestras comunidades o promover una cultura de paz desde las escuelas? ¡Dime tú, qué opinas?
