¡Ay, mi gente! Ya cayó el telón de Zapote 2023 y vaya que nos dejamos venir. Más que una feria, es un choque cultural, un crisol de emociones, un brete que te absorbe por completo. Este año, como siempre, hubo de todo: desde el mae que se fajó unos churros hasta el que andaba buscando la adrenalina en el redondel.
Miren, Zapote no empieza cuando prenden las luces, sino mucho antes. Empieza cuando ves esas camionetas cargadas con chinelos y gente emocionada rumbo al campo ferial. Ves las familias llegando sin prisa, con los niños saltando de alegría, esperando probar el primer elote del año. Es una energía contagiosa, ¿cachai?
Y luego, bam!, te envuelves en un mundo de luces neón, música a todo volumen y olores a fritura que te hacen agua la boca. Los juegos mecánicos son como una especie de circo loco; te dejan mareao, pero con una sonrisa bien grande en la cara. Te sientes como niño chiquito de nuevo, sin pensar en facturas ni en responsabilidades. Ese es el verdadero espíritu de Zapote, ¡pura picardía!
Hablamos de chinamos... ¡ufff! Que variedad. Desde el clásico chop suey, que nunca falla, hasta el vigorón, que es pura sabrosura. Yo me fajé un plato de arroz con pollo que me dejó satisfecho hasta la próxima semana. Y claro, no podía faltar el jugo de naranja fresco, para bajar toda esa comida pesada. Porque, seamos sinceros, en Zapote uno se da vuelo y se olvida de la dieta, ¿quién iba a decir que no?
Pero lo que realmente le pone el toque especial a Zapote son los toros. Ver a esos improvisados, corriendo como alma que lamenta para esquivar a la bestia, es algo único. Te entra el corazón en la garganta, te ríes, te preocupas… Es una mezcla de sensaciones intensas. Uno respeta la valentía de esos mae que se arriesgan a subir al redondel, aunque a veces se vean un poco locos, jajaja. ¡A darle con todo!
Este año hubo algunos despistes, como siempre. Vimos a un par de mae que se jalaron una torta tratando de agarrarle el pelo a un vendedor ambulante por un aumento en el precio del algodón de azúcar. ¡Qué pena ajena! Pero bueno, en medio del bullicio y la emoción, estas cosas pasan. Lo importante es mantener la calma y no dejarse llevar por los impulsos.
Y hablando de impulsos, no podemos olvidarnos de los dulces. Esas manzanas acarameladas que brillan bajo las luces, el algodón de azúcar gigante, las palomitas de todos los colores… ¡Una tentación irresistible! Son pequeños placeres que te transportan a la infancia, a esos recuerdos felices de Navidad con la familia. Es como un abrazo nostálgico, ¿me entienden?
En resumen, Zapote 2023 fue otro capítulo más de esta tradición costarricense que nos une a pesar de nuestras diferencias. Fue un festival de sabores, sonidos, colores y emociones. Un espacio donde nos encontramos como país, donde celebramos la vida y nos preparamos para recibir el nuevo año con esperanza. Ahora, mi pana, dime tú: ¿Cuál fue el momento más "chiva" que viviste este Zapote y crees que qué cambios harían que la experiencia fuera aún mejor para los visitantes?
Miren, Zapote no empieza cuando prenden las luces, sino mucho antes. Empieza cuando ves esas camionetas cargadas con chinelos y gente emocionada rumbo al campo ferial. Ves las familias llegando sin prisa, con los niños saltando de alegría, esperando probar el primer elote del año. Es una energía contagiosa, ¿cachai?
Y luego, bam!, te envuelves en un mundo de luces neón, música a todo volumen y olores a fritura que te hacen agua la boca. Los juegos mecánicos son como una especie de circo loco; te dejan mareao, pero con una sonrisa bien grande en la cara. Te sientes como niño chiquito de nuevo, sin pensar en facturas ni en responsabilidades. Ese es el verdadero espíritu de Zapote, ¡pura picardía!
Hablamos de chinamos... ¡ufff! Que variedad. Desde el clásico chop suey, que nunca falla, hasta el vigorón, que es pura sabrosura. Yo me fajé un plato de arroz con pollo que me dejó satisfecho hasta la próxima semana. Y claro, no podía faltar el jugo de naranja fresco, para bajar toda esa comida pesada. Porque, seamos sinceros, en Zapote uno se da vuelo y se olvida de la dieta, ¿quién iba a decir que no?
Pero lo que realmente le pone el toque especial a Zapote son los toros. Ver a esos improvisados, corriendo como alma que lamenta para esquivar a la bestia, es algo único. Te entra el corazón en la garganta, te ríes, te preocupas… Es una mezcla de sensaciones intensas. Uno respeta la valentía de esos mae que se arriesgan a subir al redondel, aunque a veces se vean un poco locos, jajaja. ¡A darle con todo!
Este año hubo algunos despistes, como siempre. Vimos a un par de mae que se jalaron una torta tratando de agarrarle el pelo a un vendedor ambulante por un aumento en el precio del algodón de azúcar. ¡Qué pena ajena! Pero bueno, en medio del bullicio y la emoción, estas cosas pasan. Lo importante es mantener la calma y no dejarse llevar por los impulsos.
Y hablando de impulsos, no podemos olvidarnos de los dulces. Esas manzanas acarameladas que brillan bajo las luces, el algodón de azúcar gigante, las palomitas de todos los colores… ¡Una tentación irresistible! Son pequeños placeres que te transportan a la infancia, a esos recuerdos felices de Navidad con la familia. Es como un abrazo nostálgico, ¿me entienden?
En resumen, Zapote 2023 fue otro capítulo más de esta tradición costarricense que nos une a pesar de nuestras diferencias. Fue un festival de sabores, sonidos, colores y emociones. Un espacio donde nos encontramos como país, donde celebramos la vida y nos preparamos para recibir el nuevo año con esperanza. Ahora, mi pana, dime tú: ¿Cuál fue el momento más "chiva" que viviste este Zapote y crees que qué cambios harían que la experiencia fuera aún mejor para los visitantes?