¡Ay, mae! Qué pena decirlo, pero otra tragedia sacudió a Río Segundo de Alajuela. Una jovencita, Maureen Jiménez Álvarez, de apenas 29 añitos, falleció atropellada por el tren el miércoles pasado. La noticia cayó como balde de agua fría, dejando a todos consternados y preguntándose qué diablos está pasando con la seguridad en estos puntos.
Según nos cuentan desde el OIJ, Maureen estaba cerca de las vías cuando, aparentemente, no se percató de la llegada del tren. Imagínate la escena, ahí mismo, en ese trecho angosto que muchos usamos como atajo para ir de un barrio a otro. La Cruz Roja llegó rapidito, pero ya era demasiado tarde. ¡Qué sal! Esta pérdida nos recuerda lo frágiles que somos ante situaciones inesperadas.
Y esto no es la primera vez, ¿eh? Hace unos meses, otro vecino, Allan Vargas Sánchez, sufrió el mismo destino. Parece que estamos hablando de una tendencia preocupante. Los vecinos han estado quejándose hace tiempo de la falta de señalización adecuada en esos puntos peligrosos. Dicen que es como si estuvieran esperando que alguien se lastime para actuar, y ahora tenemos dos vidas perdidas. ¿Hasta cuándo vamos a tener que esperar?
Es que verás, ese tramo es un brete, medio apretado, y la gente lo utiliza a diario. Muchos van corriendo para alcanzar el bus o simplemente porque es el camino más corto. Pero, claro, eso implica un riesgo enorme, especialmente con el tren pasando a toda velocidad. Yo creo que el problema va más allá de la falta de atención individual; hay un fallo sistémico en cómo estamos manejando la seguridad vial en zonas de alto tránsito ferroviario.
Ahora bien, los que vivimos por acá estamos pensando: ¿qué podemos hacer nosotros para evitar que esto siga ocurriendo? Algunos proponen colocar barreras físicas para impedir el acceso a las vías, otros sugieren aumentar la frecuencia de los anuncios de sonido y visuales que advierten sobre el paso del tren. También se habla de intensificar los operativos de control para sancionar a quienes se arriesguen a cruzar las vías indebidamente. Pero todas estas soluciones cuestan plata, y ahí es donde entra el gobierno, ¿verdad?
Lo que más preocupa es que parece que no le dan la importancia debida a estos accidentes. Siempre sale la misma cantaleta: “pedimos a la población que evite…” Como si eso fuera suficiente. Hay que tomar cartas en el asunto, ponerle candado a la cosa. El director del OIJ anda denunciando manipulaciones del gobierno en otros casos, pero esta vara de la seguridad ferroviaria también necesita transparencia y responsabilidad.
Entre tanto, el dolor en Río Segundo es palpable. Conocíamos a Maureen, una chica trabajadora y siempre dispuesta a echar una mano. Su partida deja un vacío inmenso en sus familiares y amigos. Ya varios vecinos han organizado una marcha pacífica para exigir mayor seguridad en la zona y honrar su memoria. Veremos si las autoridades escuchan esta vez… a veces parece que necesitamos que caigan tragedias mayores para que reaccionen, ¡qué torta!
Esta situación nos obliga a reflexionar sobre nuestras prioridades como sociedad. ¿Cuánto vale una vida humana? ¿Estamos dispuestos a seguir permitiendo que este tipo de tragedias se repitan por negligencia o falta de inversión en infraestructura segura? ¿Ustedes creen que basta con pedir a la gente que tenga cuidado, o se necesitan medidas más drásticas para proteger a nuestros ciudadanos cerca de las vías del tren? ¡Den su opinión en el foro!
	
		
			
		
		
	
				
			Según nos cuentan desde el OIJ, Maureen estaba cerca de las vías cuando, aparentemente, no se percató de la llegada del tren. Imagínate la escena, ahí mismo, en ese trecho angosto que muchos usamos como atajo para ir de un barrio a otro. La Cruz Roja llegó rapidito, pero ya era demasiado tarde. ¡Qué sal! Esta pérdida nos recuerda lo frágiles que somos ante situaciones inesperadas.
Y esto no es la primera vez, ¿eh? Hace unos meses, otro vecino, Allan Vargas Sánchez, sufrió el mismo destino. Parece que estamos hablando de una tendencia preocupante. Los vecinos han estado quejándose hace tiempo de la falta de señalización adecuada en esos puntos peligrosos. Dicen que es como si estuvieran esperando que alguien se lastime para actuar, y ahora tenemos dos vidas perdidas. ¿Hasta cuándo vamos a tener que esperar?
Es que verás, ese tramo es un brete, medio apretado, y la gente lo utiliza a diario. Muchos van corriendo para alcanzar el bus o simplemente porque es el camino más corto. Pero, claro, eso implica un riesgo enorme, especialmente con el tren pasando a toda velocidad. Yo creo que el problema va más allá de la falta de atención individual; hay un fallo sistémico en cómo estamos manejando la seguridad vial en zonas de alto tránsito ferroviario.
Ahora bien, los que vivimos por acá estamos pensando: ¿qué podemos hacer nosotros para evitar que esto siga ocurriendo? Algunos proponen colocar barreras físicas para impedir el acceso a las vías, otros sugieren aumentar la frecuencia de los anuncios de sonido y visuales que advierten sobre el paso del tren. También se habla de intensificar los operativos de control para sancionar a quienes se arriesguen a cruzar las vías indebidamente. Pero todas estas soluciones cuestan plata, y ahí es donde entra el gobierno, ¿verdad?
Lo que más preocupa es que parece que no le dan la importancia debida a estos accidentes. Siempre sale la misma cantaleta: “pedimos a la población que evite…” Como si eso fuera suficiente. Hay que tomar cartas en el asunto, ponerle candado a la cosa. El director del OIJ anda denunciando manipulaciones del gobierno en otros casos, pero esta vara de la seguridad ferroviaria también necesita transparencia y responsabilidad.
Entre tanto, el dolor en Río Segundo es palpable. Conocíamos a Maureen, una chica trabajadora y siempre dispuesta a echar una mano. Su partida deja un vacío inmenso en sus familiares y amigos. Ya varios vecinos han organizado una marcha pacífica para exigir mayor seguridad en la zona y honrar su memoria. Veremos si las autoridades escuchan esta vez… a veces parece que necesitamos que caigan tragedias mayores para que reaccionen, ¡qué torta!
Esta situación nos obliga a reflexionar sobre nuestras prioridades como sociedad. ¿Cuánto vale una vida humana? ¿Estamos dispuestos a seguir permitiendo que este tipo de tragedias se repitan por negligencia o falta de inversión en infraestructura segura? ¿Ustedes creen que basta con pedir a la gente que tenga cuidado, o se necesitan medidas más drásticas para proteger a nuestros ciudadanos cerca de las vías del tren? ¡Den su opinión en el foro!
 
	 
 
		 
  
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		