Ay, mae, quién no ha pasado por ahí, ¿verdad? Ver a tu ex gozando la vida en Instagram o encontrarte con él/ella riéndose a carcajadas por la calle... ¡qué torta! Te golpea como un balde de agua fría y te preguntas qué demonios está pasando. Esa sensación agridulce de verlo/a ‘avanzar’ mientras tú todavía andas arrastrándote por el suelo emocional es más común de lo que parece, y no estás loco/a por sentirlo.
Según la psicóloga Ana Yendry Morales, este fenómeno, que podríamos llamar cariñosamente el ‘síndrome del avance rápido’, responde a varios factores. No se trata de que tu ex sea un sociópata felizmente alejado de tus sentimientos (aunque a veces parezca), sino de un proceso psicológico normal tras una ruptura. En esencia, explica la Dra. Morales, “no duele su felicidad en sí, sino lo que tu mente interpreta: ¿por qué yo no estoy así?”. Es esa comparación constante la que desencadena la angustia.
Pero, ¿por qué algunos parecen recuperarse tan rápido y otros tardan meses o incluso años? Aquí entra en juego el concepto del ‘guion mental’. Durante una relación, construimos expectativas, sueños y planes a futuro. Al terminar, ese guion se desmorona, dejando un vacío enorme. Ver a la expareja seguir adelante simplemente reitera la pérdida de ese futuro imaginado, activando un duelo complejo que, como todo duelo, tiene sus propias etapas y ritmos. A cada quien su tiempo, claro, pero la envidia social siempre estará presente, aunque intentemos negarla.
Más allá de la envidia, existe otro factor importante: la necesidad de validación. Muchos buscamos en la aprobación externa una confirmación de nuestro valor. Si percibimos que nuestra expareja está siendo aceptada, admirada o simplemente feliz sin nosotros, podemos sentirnos inseguros y cuestionarnos nuestras propias capacidades. Este es especialmente peligroso porque alimenta el círculo vicioso de la autocrítica y la baja autoestima. ¡Ay, mamita, qué brete!
La psicóloga enfatiza que este sentimiento no implica que estás quedándote atrás ni que hay algo intrínsecamente malo en ti. “Cada persona tiene su propio ritmo de sanación,” afirma. “Compararte con los demás es una receta segura para la frustración y la infelicidad.” Lo importante, entonces, es enfocarse en uno mismo, en reconstruir tu propia vida y en perseguir tus propios objetivos, sin importar lo que esté haciendo tu ex. Es como decir: “Me voy a concentrar en mi vara, punto”.
Además, es fundamental romper con los patrones de pensamiento negativos. Pregúntate: ¿estoy idealizando el pasado? ¿estoy minimizando mis logros actuales? ¿me estoy aferrando a fantasías irreales? Ser honesto/a contigo mismo/a es el primer paso para liberarte de estas ataduras emocionales. Y ojo, bloquea a esa persona en redes sociales si es necesario; no tienes por qué estar pendiente de sus movidas. Mejor dedícale tiempo a tus amigos, a tu familia y a esas actividades que realmente te hacen vibrar.
Morales recomienda buscar apoyo profesional si sientes que el dolor es abrumador o si te impide avanzar. La terapia puede ayudarte a procesar tus emociones, a identificar patrones de comportamiento disfuncionales y a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. A veces, solo necesitas un espacio seguro donde puedas expresar tus sentimientos sin temor a ser juzgado/a. Una terapeuta te ayudará a ver lo que a veces cuesta ver: que mereces ser feliz, independientemente de lo que haga tu ex. ¡Y eso es pura verdá!
En fin, mae, la vida sigue, y es importante recordarlo. Ver a tu expareja aparentemente feliz puede doler, pero no define tu valor ni tu potencial. Reconoce tus sentimientos, permítete sanar a tu propio ritmo y recuerda que eres capaz de construir una vida plena y significativa. Ahora dime, ¿cuál crees que es la herramienta más efectiva para superar una ruptura amorosa: el apoyo familiar, la terapia individual o simplemente el tiempo?
Según la psicóloga Ana Yendry Morales, este fenómeno, que podríamos llamar cariñosamente el ‘síndrome del avance rápido’, responde a varios factores. No se trata de que tu ex sea un sociópata felizmente alejado de tus sentimientos (aunque a veces parezca), sino de un proceso psicológico normal tras una ruptura. En esencia, explica la Dra. Morales, “no duele su felicidad en sí, sino lo que tu mente interpreta: ¿por qué yo no estoy así?”. Es esa comparación constante la que desencadena la angustia.
Pero, ¿por qué algunos parecen recuperarse tan rápido y otros tardan meses o incluso años? Aquí entra en juego el concepto del ‘guion mental’. Durante una relación, construimos expectativas, sueños y planes a futuro. Al terminar, ese guion se desmorona, dejando un vacío enorme. Ver a la expareja seguir adelante simplemente reitera la pérdida de ese futuro imaginado, activando un duelo complejo que, como todo duelo, tiene sus propias etapas y ritmos. A cada quien su tiempo, claro, pero la envidia social siempre estará presente, aunque intentemos negarla.
Más allá de la envidia, existe otro factor importante: la necesidad de validación. Muchos buscamos en la aprobación externa una confirmación de nuestro valor. Si percibimos que nuestra expareja está siendo aceptada, admirada o simplemente feliz sin nosotros, podemos sentirnos inseguros y cuestionarnos nuestras propias capacidades. Este es especialmente peligroso porque alimenta el círculo vicioso de la autocrítica y la baja autoestima. ¡Ay, mamita, qué brete!
La psicóloga enfatiza que este sentimiento no implica que estás quedándote atrás ni que hay algo intrínsecamente malo en ti. “Cada persona tiene su propio ritmo de sanación,” afirma. “Compararte con los demás es una receta segura para la frustración y la infelicidad.” Lo importante, entonces, es enfocarse en uno mismo, en reconstruir tu propia vida y en perseguir tus propios objetivos, sin importar lo que esté haciendo tu ex. Es como decir: “Me voy a concentrar en mi vara, punto”.
Además, es fundamental romper con los patrones de pensamiento negativos. Pregúntate: ¿estoy idealizando el pasado? ¿estoy minimizando mis logros actuales? ¿me estoy aferrando a fantasías irreales? Ser honesto/a contigo mismo/a es el primer paso para liberarte de estas ataduras emocionales. Y ojo, bloquea a esa persona en redes sociales si es necesario; no tienes por qué estar pendiente de sus movidas. Mejor dedícale tiempo a tus amigos, a tu familia y a esas actividades que realmente te hacen vibrar.
Morales recomienda buscar apoyo profesional si sientes que el dolor es abrumador o si te impide avanzar. La terapia puede ayudarte a procesar tus emociones, a identificar patrones de comportamiento disfuncionales y a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. A veces, solo necesitas un espacio seguro donde puedas expresar tus sentimientos sin temor a ser juzgado/a. Una terapeuta te ayudará a ver lo que a veces cuesta ver: que mereces ser feliz, independientemente de lo que haga tu ex. ¡Y eso es pura verdá!
En fin, mae, la vida sigue, y es importante recordarlo. Ver a tu expareja aparentemente feliz puede doler, pero no define tu valor ni tu potencial. Reconoce tus sentimientos, permítete sanar a tu propio ritmo y recuerda que eres capaz de construir una vida plena y significativa. Ahora dime, ¿cuál crees que es la herramienta más efectiva para superar una ruptura amorosa: el apoyo familiar, la terapia individual o simplemente el tiempo?