¡Ay, corazón! La noticia cayó como un balde de agua fría ayer por la tarde. Ericka Benavides, querida abogada y política, falleció en un accidente de tránsito en Palmares, dejando un vacío enorme en su familia y en el país entero. Pero entre tanta tristeza, el mensaje que dejó su hermano Miguel ha tocado fibras sensibles en todos nosotros.
Para los que no la conocían tan bien, Ericka era la hermana de Miguel Benavides Garbanzo, pero mucho más que eso: una mujer guerrera que venció al cáncer – linfoma de Hodgkin, pa’ que sepan – y luego se dedicó con todas sus fuerzas al servicio público. Parece mentira, pero después de batallar contra esa enfermedad, se acercó aún más a Dios, como decía su hermano, y eso la impulsó a seguir adelante con proyectos que beneficiaran a la gente. Vaya fe!
Ericka tenía 56 años, una edad en la que uno ya debería estar echándose la siesta en la hamaca, pero ella seguía trabajando a marchas forzadas. Después de superar el cáncer, regresó al ruedo político, primero con el PUSC durante el tiempo del maestro Abel Pacheco y más recently con el PLP, donde compartía afinidades con Éliecer Feinzaig, otro sobreviviente de cáncer. De hecho, acababa de aprobar el examen para incorporarse al Colegio de Abogados, ¡imagínate el esfuerzo y la dedicación!
Y no se crean que esto era cualquier puesto en la lista del PLP; iba en el número 17 por San José, buscando representar a la provincia. Su sueño era aportar desde la Asamblea Legislativa, defender los derechos de los ciudadanos y hacer de Costa Rica un lugar mejor para vivir. ¡Qué buena vara!
Pero lo que realmente me llegó al alma fue el mensaje que compartió su hermano en redes sociales. “Así, bella, feliz, con las puertas del cielo abiertas y en las manos del Señor. Te amo hermanita, nos vemos en la presencia de nuestro Dios”. ¡Uff, qué sentidor! Uno se pone la piel de gallina leyendo esas palabras, demostrando el cariño inmenso que se tenían.
Miguel también contó que apenas unos días antes del accidente, estaban hablando sobre pintar el nicho donde descansaba su papá. Imagínense, incluso en esos momentos difíciles, pensaba en cosas sencillas de la vida. Además, siempre le encantaba el mar y la montaña, y había expresado su deseo de que, al final de sus días, sus cenizas fueran arrojadas al océano. Una forma muy peculiar y hermosa de querer volver a la naturaleza, ¿no les parece?
Según cuenta su hermano, Ericka era de esas personas alegres y serviciales, aunque prefiere pasar desapercibida. Trabajaba como asesora legislativa, pero nadie podía negar su entrega al servicio público y a las causas sociales. Era una verdadera ’chiva’, una persona ejemplar que dejaba huella allá donde pasaba. Ya saben, esas personas que te dan ganas de imitar.
En fin, Ericka Benavides nos deja un legado invaluable: una vida marcada por la fe, la resiliencia y el servicio público. Un ejemplo a seguir para todos nosotros, que nos recuerda que hay que aprovechar cada momento y dejar una buena impresión en el camino. Ahora me pregunto, ¿cree usted que el recuerdo de Ericka inspirará a más jóvenes a involucrarse en la política y buscar un cambio positivo en nuestro país?
Para los que no la conocían tan bien, Ericka era la hermana de Miguel Benavides Garbanzo, pero mucho más que eso: una mujer guerrera que venció al cáncer – linfoma de Hodgkin, pa’ que sepan – y luego se dedicó con todas sus fuerzas al servicio público. Parece mentira, pero después de batallar contra esa enfermedad, se acercó aún más a Dios, como decía su hermano, y eso la impulsó a seguir adelante con proyectos que beneficiaran a la gente. Vaya fe!
Ericka tenía 56 años, una edad en la que uno ya debería estar echándose la siesta en la hamaca, pero ella seguía trabajando a marchas forzadas. Después de superar el cáncer, regresó al ruedo político, primero con el PUSC durante el tiempo del maestro Abel Pacheco y más recently con el PLP, donde compartía afinidades con Éliecer Feinzaig, otro sobreviviente de cáncer. De hecho, acababa de aprobar el examen para incorporarse al Colegio de Abogados, ¡imagínate el esfuerzo y la dedicación!
Y no se crean que esto era cualquier puesto en la lista del PLP; iba en el número 17 por San José, buscando representar a la provincia. Su sueño era aportar desde la Asamblea Legislativa, defender los derechos de los ciudadanos y hacer de Costa Rica un lugar mejor para vivir. ¡Qué buena vara!
Pero lo que realmente me llegó al alma fue el mensaje que compartió su hermano en redes sociales. “Así, bella, feliz, con las puertas del cielo abiertas y en las manos del Señor. Te amo hermanita, nos vemos en la presencia de nuestro Dios”. ¡Uff, qué sentidor! Uno se pone la piel de gallina leyendo esas palabras, demostrando el cariño inmenso que se tenían.
Miguel también contó que apenas unos días antes del accidente, estaban hablando sobre pintar el nicho donde descansaba su papá. Imagínense, incluso en esos momentos difíciles, pensaba en cosas sencillas de la vida. Además, siempre le encantaba el mar y la montaña, y había expresado su deseo de que, al final de sus días, sus cenizas fueran arrojadas al océano. Una forma muy peculiar y hermosa de querer volver a la naturaleza, ¿no les parece?
Según cuenta su hermano, Ericka era de esas personas alegres y serviciales, aunque prefiere pasar desapercibida. Trabajaba como asesora legislativa, pero nadie podía negar su entrega al servicio público y a las causas sociales. Era una verdadera ’chiva’, una persona ejemplar que dejaba huella allá donde pasaba. Ya saben, esas personas que te dan ganas de imitar.
En fin, Ericka Benavides nos deja un legado invaluable: una vida marcada por la fe, la resiliencia y el servicio público. Un ejemplo a seguir para todos nosotros, que nos recuerda que hay que aprovechar cada momento y dejar una buena impresión en el camino. Ahora me pregunto, ¿cree usted que el recuerdo de Ericka inspirará a más jóvenes a involucrarse en la política y buscar un cambio positivo en nuestro país?