¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez hablando del mismo rollo. Desde el lunes pasado, Uvita y alrededores andan temblando como gelatina en concierto. Y claro, esto ha levantado más polvo que un gallito en día de pelea: ¿será que por fin le llega el turno al temido 'Terremoto de Osa'? Varios se pusieron colorados pensando en lo peor, pero como dice mi abu, hay que mantener la calma y agarrarle la onda a la situación.
Para refrescarles la memoria, el asunto es así: la falla geológica de la Península de Osa lleva, ojo, ¡más de 42 años acumulando energía! Según el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (OVSICORI), esa falla tiene el potencial de sacudirnos con un temblor de magnitud 7.4. Esteban Chaves, el jefe del OVSICORI, nos explica que esta serie de temblores recientes podrían estar interactuando con otras fallas cercanas, lo cual, ni les cuento, pone a cualquiera mosqueado. No es broma, chicos, la naturaleza nos está mandando señales claras.
Y no solo eso, resulta que estamos 'pasados por dos años' respecto al tiempo promedio para que ocurra un sismo de estas características. ¡Qué contratiempo! Esto significa que la probabilidad de un temblor considerable aumenta, y ahí es donde entra el nerviosismo. La comunidad científica está pegada al monitor, analizando los datos y tratando de predecir qué va a pasar. Pero bueno, ¿quién necesita un cristalino para saber que la tierra está rugiendo?
Esta semana hemos sentido varios sismos más grandes que uno respira. El de el sábado, que llegó a 5.6, se sintió hasta acá en San José. Imagínense cómo estará la gente en Osa, que allá lo sintieron con toda la fuerza. Dicen que los vecinos estaban corriendo por las calles como pollo sin cabeza, buscando dónde refugiarse. Menos mal que no hubo heridos ni daños graves, porque sino, íbamos todos a estar medio salados.
Lo que me preocupa –y seguramente a ustedes también– es la posibilidad de que estos movimientos sísmicos se desplacen hacia el sur. Según Chaves, si empezamos a sentir temblores más intensos en esa dirección, podríamos estar cerca de la 'ruptura', es decir, del temblor grande. ¡Pero ojo!, recalca él, hay que analizar bien los datos antes de sacar conclusiones precipitadas. Que no se nos vaya a ir todo al traste por alarmarnos de más.
Ahora, para ponerle contexto a todo esto, vale la pena recordar algunos de los terremotos más fuertes que ha sacudido Costa Rica en la historia. Limón tuvo un buenazo de 7.7 en 1991, Nicoya sufrió uno similar en 2012, y el Golfo Dulce también ya sintió sus espantos. Estos eventos nos demuestran que somos un país sísmicamente activo, y que tenemos que estar preparados para cualquier eventualidad. Ni modo, estamos construidos sobre placas tectónicas, y eso trae sus consecuencias.
Y aunque la situación pueda parecer agobiante, hay que darle crédito a los científicos del OVSICORI, que están haciendo un esfuerzo tremendo para monitorear la actividad sísmica y mantenerlos informados. Ellos están procesando datos en tiempo real, prácticamente cada hora, para entender cómo se está comportando la tierra. Así que, la recomendación es clara: manténganse al tanto de los reportes oficiales, eviten difundir rumores y prepárense mentalmente para lo que pueda venir. Porque, como dicen por ahí, ‘el que no recuerda, olvida’… y en temas de terremotos, mejor prevenir que lamentar.
En fin, mientras esperamos a ver si este enjambre sísmico desemboca en el 'Terremoto de Osa', me pregunto: ¿Cómo creen que deberíamos prepararnos como sociedad para enfrentar un evento de esta magnitud? ¿Es suficiente lo que hemos hecho hasta ahora en términos de educación y preparación ante emergencias, o necesitamos hacer mucho más para proteger a nuestra gente? ¡Díganme qué piensan!
Para refrescarles la memoria, el asunto es así: la falla geológica de la Península de Osa lleva, ojo, ¡más de 42 años acumulando energía! Según el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (OVSICORI), esa falla tiene el potencial de sacudirnos con un temblor de magnitud 7.4. Esteban Chaves, el jefe del OVSICORI, nos explica que esta serie de temblores recientes podrían estar interactuando con otras fallas cercanas, lo cual, ni les cuento, pone a cualquiera mosqueado. No es broma, chicos, la naturaleza nos está mandando señales claras.
Y no solo eso, resulta que estamos 'pasados por dos años' respecto al tiempo promedio para que ocurra un sismo de estas características. ¡Qué contratiempo! Esto significa que la probabilidad de un temblor considerable aumenta, y ahí es donde entra el nerviosismo. La comunidad científica está pegada al monitor, analizando los datos y tratando de predecir qué va a pasar. Pero bueno, ¿quién necesita un cristalino para saber que la tierra está rugiendo?
Esta semana hemos sentido varios sismos más grandes que uno respira. El de el sábado, que llegó a 5.6, se sintió hasta acá en San José. Imagínense cómo estará la gente en Osa, que allá lo sintieron con toda la fuerza. Dicen que los vecinos estaban corriendo por las calles como pollo sin cabeza, buscando dónde refugiarse. Menos mal que no hubo heridos ni daños graves, porque sino, íbamos todos a estar medio salados.
Lo que me preocupa –y seguramente a ustedes también– es la posibilidad de que estos movimientos sísmicos se desplacen hacia el sur. Según Chaves, si empezamos a sentir temblores más intensos en esa dirección, podríamos estar cerca de la 'ruptura', es decir, del temblor grande. ¡Pero ojo!, recalca él, hay que analizar bien los datos antes de sacar conclusiones precipitadas. Que no se nos vaya a ir todo al traste por alarmarnos de más.
Ahora, para ponerle contexto a todo esto, vale la pena recordar algunos de los terremotos más fuertes que ha sacudido Costa Rica en la historia. Limón tuvo un buenazo de 7.7 en 1991, Nicoya sufrió uno similar en 2012, y el Golfo Dulce también ya sintió sus espantos. Estos eventos nos demuestran que somos un país sísmicamente activo, y que tenemos que estar preparados para cualquier eventualidad. Ni modo, estamos construidos sobre placas tectónicas, y eso trae sus consecuencias.
Y aunque la situación pueda parecer agobiante, hay que darle crédito a los científicos del OVSICORI, que están haciendo un esfuerzo tremendo para monitorear la actividad sísmica y mantenerlos informados. Ellos están procesando datos en tiempo real, prácticamente cada hora, para entender cómo se está comportando la tierra. Así que, la recomendación es clara: manténganse al tanto de los reportes oficiales, eviten difundir rumores y prepárense mentalmente para lo que pueda venir. Porque, como dicen por ahí, ‘el que no recuerda, olvida’… y en temas de terremotos, mejor prevenir que lamentar.
En fin, mientras esperamos a ver si este enjambre sísmico desemboca en el 'Terremoto de Osa', me pregunto: ¿Cómo creen que deberíamos prepararnos como sociedad para enfrentar un evento de esta magnitud? ¿Es suficiente lo que hemos hecho hasta ahora en términos de educación y preparación ante emergencias, o necesitamos hacer mucho más para proteger a nuestra gente? ¡Díganme qué piensan!