¡Ay, mi gente! Aquí vamos otra vez con el dólar dando tumbos y nosotros sudando la gota gorda. Resulta que los americanos de Bank of America (BofA), esos que sí saben de estas cosas, hicieron unos cálculos que me dejaron pensando… y a ustedes también deberían dejarles pensando, porque no es pinta bonita.
Según BofA, si el tipo de cambio del dólar se mueve solo un 10%, eso le puede pegar un susto de casi 200 puntos base a nuestra inflación en un año. ¡Imagínate!, casi duplicando el problema. Y si hablamos de la inflación subyacente, que es la que realmente nos duele en el bolsillo, el impacto sería de 179 puntos base. ¡Qué lata!
Lo que más me preocupa, y creo que debería preocuparnos a todos, es que parece que las fluctuaciones del dólar afectan más los productos que compramos –los bienes– que los servicios, como ir al restaurante o cortarse el pelo. Dicen que esto es porque muchos de los bienes que usamos aquí son importados, y claro, si el dólar sube, todo se encarece. Esto sí que es darle una patada al árbol cuando ya andamos raspando coco.
Y hablando de importar, BofA nos recuerda que alrededor del 24% de nuestro famoso PIB viene de ahí. Eso significa que somos bastante dependientes de lo que pasa afuera, y que cualquier movimiento en el dólar puede sentirnos como una descarga eléctrica. Además, tenemos ese tema de la dolarización, donde todavía muchos negocios aceptan dólares y hasta pagan salarios en esa moneda, ¡más de un 35% de las empresas en zona franca!, lo cual nos hace aún más vulnerables a los vaivenes del tipo de cambio.
Ahora, sé que algunos dirán “¿Para qué complicarnos la vida?” Pero la realidad es que estamos viviendo en una economía semi-dolarizada, como dicen ellos, aunque ya no tanto como en los buenos tiempos de los ’90, cuando casi la mitad de los depósitos estaban en dólares. Hoy en día, rondamos el 40%, pero basta para que la cosa se sienta. Y ni hablar de que muchos seguimos pagando en billetes verdes, así que cualquier cambio se siente directo en el bolsillo.
Según BofA, si el tipo de cambio del dólar se mueve solo un 10%, eso le puede pegar un susto de casi 200 puntos base a nuestra inflación en un año. ¡Imagínate!, casi duplicando el problema. Y si hablamos de la inflación subyacente, que es la que realmente nos duele en el bolsillo, el impacto sería de 179 puntos base. ¡Qué lata!
Lo que más me preocupa, y creo que debería preocuparnos a todos, es que parece que las fluctuaciones del dólar afectan más los productos que compramos –los bienes– que los servicios, como ir al restaurante o cortarse el pelo. Dicen que esto es porque muchos de los bienes que usamos aquí son importados, y claro, si el dólar sube, todo se encarece. Esto sí que es darle una patada al árbol cuando ya andamos raspando coco.
Y hablando de importar, BofA nos recuerda que alrededor del 24% de nuestro famoso PIB viene de ahí. Eso significa que somos bastante dependientes de lo que pasa afuera, y que cualquier movimiento en el dólar puede sentirnos como una descarga eléctrica. Además, tenemos ese tema de la dolarización, donde todavía muchos negocios aceptan dólares y hasta pagan salarios en esa moneda, ¡más de un 35% de las empresas en zona franca!, lo cual nos hace aún más vulnerables a los vaivenes del tipo de cambio.
Ahora, sé que algunos dirán “¿Para qué complicarnos la vida?” Pero la realidad es que estamos viviendo en una economía semi-dolarizada, como dicen ellos, aunque ya no tanto como en los buenos tiempos de los ’90, cuando casi la mitad de los depósitos estaban en dólares. Hoy en día, rondamos el 40%, pero basta para que la cosa se sienta. Y ni hablar de que muchos seguimos pagando en billetes verdes, así que cualquier cambio se siente directo en el bolsillo.