¡Ay, Dios mío! Lo que pasó en Zapote el jueves pasado dejó a más de uno boquiabierto. Entre tanta alegría y luces, la fiesta se le metió a unos cuantos y terminaron armando un berrinche monumental justo frente al campo ferial. Un verdadero despiche, la verdad, porque nadie espera eso en medio de las celebraciones decembrinas.
Según testigos y videos que circularon como reguero de pólvora en las redes sociales, la bronca empezó por cosas menores – algunos dicen por un chunche, otros por un empujón – pero se fue de las manos rapidísimo. Varios tipos empezaron a intercambiar cachetazos y patadas a cielo abierto, con gente corriendo pa’ todos lados buscando refugio. Parecía película de acción, diay.
La Fuerza Pública tuvo que intervenir con toda la maquinaria para calmar la situación. Llevaron al orden a los vándalos y detuvieron a algunos, aunque todavía no hay información oficial sobre cuántos exactamente ni qué cargos les van a caer. Pero sí se sabe que hubo refuerzo policial por todas partes, patrullando y vigilando para que no se volviera a presentar nada parecido. Qué carga, tener que lidiar con esas cosas en Navidad.
Y no es la primera vez que pasa algo así, claro. Todos los años en Zapote, con la mezcla de alcohol, la multitud y la poca paciencia de algunos, siempre hay riesgo de que alguien se le vaya encima. Han dicho especialistas en seguridad que hace tiempo que necesitamos mejores controles y más prevención, pero parece que seguimos llegando tarde cuando las cosas se ponen feas. Este brete ya lleva años atormentándonos.
La gente está que fulminando, hablando de aumentar la seguridad, de poner más policías, de hacer pruebas sorpresa de sobriedad... Pero también hay quienes dicen que el problema va más allá de eso, que es cuestión de educación y de respeto mutuo. Que si todos nos portamos bien, las cosas salen mejor para todos. Ahí está el detalle, ¿no?
Por supuesto, las autoridades lanzaron el clásico llamado a la responsabilidad: “Disfruten las fiestas con precaución”, “Eviten confrontaciones”, “Acaten las indicaciones policiales”. Suena bonito, pero a veces parece que se los olvidan ellos mismos cuando tienen que tomar decisiones importantes. Hay que recordarles que el comportamiento de cada quien influye en la seguridad colectiva, y eso no es ninguna novedad.
Ahora, mientras las fiestas continúan y la gente sigue buscando diversión, la policía tiene el reto de mantener el orden sin arruinar el ambiente festivo. No es tarea fácil, te digo. Tienen que estar atentos a cualquier señal de peligro, pero también permitir que la gente se divierta y celebre estas fechas tan especiales. Una verdadera cuerda floja, vamos.
Después de todo esto, me pregunto… ¿Es realista esperar que las fiestas de Zapote sean libres de violencia y problemas? ¿Deberíamos considerar medidas más drásticas, como restringir el acceso a ciertas zonas o limitar la venta de alcohol, aunque esto afecte la tradición y la economía de los comerciantes? ¿O creen que el problema se soluciona educando a la gente y apelando a su sentido común?
Según testigos y videos que circularon como reguero de pólvora en las redes sociales, la bronca empezó por cosas menores – algunos dicen por un chunche, otros por un empujón – pero se fue de las manos rapidísimo. Varios tipos empezaron a intercambiar cachetazos y patadas a cielo abierto, con gente corriendo pa’ todos lados buscando refugio. Parecía película de acción, diay.
La Fuerza Pública tuvo que intervenir con toda la maquinaria para calmar la situación. Llevaron al orden a los vándalos y detuvieron a algunos, aunque todavía no hay información oficial sobre cuántos exactamente ni qué cargos les van a caer. Pero sí se sabe que hubo refuerzo policial por todas partes, patrullando y vigilando para que no se volviera a presentar nada parecido. Qué carga, tener que lidiar con esas cosas en Navidad.
Y no es la primera vez que pasa algo así, claro. Todos los años en Zapote, con la mezcla de alcohol, la multitud y la poca paciencia de algunos, siempre hay riesgo de que alguien se le vaya encima. Han dicho especialistas en seguridad que hace tiempo que necesitamos mejores controles y más prevención, pero parece que seguimos llegando tarde cuando las cosas se ponen feas. Este brete ya lleva años atormentándonos.
La gente está que fulminando, hablando de aumentar la seguridad, de poner más policías, de hacer pruebas sorpresa de sobriedad... Pero también hay quienes dicen que el problema va más allá de eso, que es cuestión de educación y de respeto mutuo. Que si todos nos portamos bien, las cosas salen mejor para todos. Ahí está el detalle, ¿no?
Por supuesto, las autoridades lanzaron el clásico llamado a la responsabilidad: “Disfruten las fiestas con precaución”, “Eviten confrontaciones”, “Acaten las indicaciones policiales”. Suena bonito, pero a veces parece que se los olvidan ellos mismos cuando tienen que tomar decisiones importantes. Hay que recordarles que el comportamiento de cada quien influye en la seguridad colectiva, y eso no es ninguna novedad.
Ahora, mientras las fiestas continúan y la gente sigue buscando diversión, la policía tiene el reto de mantener el orden sin arruinar el ambiente festivo. No es tarea fácil, te digo. Tienen que estar atentos a cualquier señal de peligro, pero también permitir que la gente se divierta y celebre estas fechas tan especiales. Una verdadera cuerda floja, vamos.
Después de todo esto, me pregunto… ¿Es realista esperar que las fiestas de Zapote sean libres de violencia y problemas? ¿Deberíamos considerar medidas más drásticas, como restringir el acceso a ciertas zonas o limitar la venta de alcohol, aunque esto afecte la tradición y la economía de los comerciantes? ¿O creen que el problema se soluciona educando a la gente y apelando a su sentido común?
