o una pastilla.. quien sabe qué, pero lo hicieron.
Viernes por la noche… Todo transcurre normalmente. Ella, una joven que recién cumplió los 19 se reúne con sus ex compañeros y ex compañeras de colegio en un bar que aparentemente es tranquilo y normal, en los alrededores del segundo circuito judicial de Goicoechea. El punto de reunión se llama Van Gogh.
La alegría de encontrarse y saludarse por fin al cabo de más de un año, merece un brindis. Ahora, todas (os) son estudiantes de diferentes universidades de San José y por supuesto desean contarse sus nuevos retos y anécdotas y disfrutar de un rato de esparcimiento y diversión. Era noche de barra libre y pese a que se veían escenas de gente un poco pasadilla de tragos todo era tranquilo.
Al cabo de una hora de haber departido con su gente, ella se siente mal, y aunque se tomó una cerveza y un tequila, no era para sentirse así. Se le veía débil, pero no era por no haber comido pues durante la tarde y antes de salir de su casa, ella se alimentó como lo hace normalmente. Era extraño como caminaba, pues se veía adormecida, inestable y tambaleante. Sus amigas muy asustadas, la llevan al baño y pese a sus esfuerzos por reponerse de su malestar, no lo logra. Ella sale del baño después de unos minutos pero aún se le vé pálida pero ahora desorientada, no sabe dónde se encuentra.
En ese momento, uno de sus compañeros pide ayuda al resto del grupo para sacarla del lugar y prestarle auxilio, pero entre la multitud, aparece un buen samaritano que dice ser bartender (no parecía estar trabajando en ese lugar por su vestimenta) y trata de tomarla por el cuello como queriendo levantarla en brazos y llevarla hacia afuera, pero inmediatamente sus compañeros de mesa se oponen. El tipo se disgusta y amenaza con pelear con quien se oponga a sus pretensiones, dejando clara evidencia de una “especial intención” por llevarse a la muchacha del lugar.
Obviamente, debió enfrentarse al “USTED NO SE META” que al unísono del grupo lo detuvo y retrocedió pues eran cinco jóvenes fuertes que se levantaron de sus sillas para tomar cartas en el asunto.
La llevaron al médico inmediatamente, en donde le colocaron una vía y de ahí la conectaron a una dosis de suero. Al llegar los padres de la joven, conversaron con el médico que atendió el caso y les informó que más que la posibilidad de una indigestión por consumo de licor, la joven presentaba todos los síntomas de consumo de drogas. Esa noticia les cae como un balde de agua fría, pues se sabe que la muchacha no tiene acceso a drogas y no lo haría por principios. Tiene un respaldo moral de su familia fuerte y su arraigo a la vida y a las cosas de Dios es tal que jamás haría una cosa de esas. Está convencida de que las drogas le impedirían su proyecto de vida y su carrera que tanto esfuerzo le demanda. O sea, no es posible creer que haya consumido drogas con su consentimiento. Sin embargo, urge sacarla del shock en el que se encuentra, pues ha sido difícil y pese a que ella no recuerda haber visto a nadie cerca de ella o haber compartido con nadie extraño, ella no puede creer que haya gente tan mal intencionada que sea capaz de echarle un veneno o una droga en la bebida o quién sabe qué otra maldad con tal de hacerle daño.
Cuando me enteré del caso, me remití de inmediato a preguntar por el tipo que se ofreció voluntariamente a sacarla del lugar. Obtuve datos de su aspecto físico pero no de su nombre.
Consciente del peligro que corren los y las jóvenes en esas conejeras, antros de pachucos y gente solitaria y rodeada de maleantes y vicios, buscando plata fácil y viendo a quién le hacen daño para satisfacer sus bajos instintos, de inmediato encendí la luz roja de alerta para denunciar el caso. No es el primero ni va a ser el último. Recordemos lo que ocurrió en Santa Ana , con una muchacha que fue violada en un vehículo por 3 hijos de puta maricones que por no reconocer el género de la que los vió nacer, no tienen ni el valor de hablarle a una mujer para ser aceptados y salir del rechazo que la sociedad justamente les receta. Para suerte de la joven del caso que les relaté, habían amigos y amigas que le prestaron auxilio. Sólo me imagino qué hubiese ocurrido si ella hubiese estado con una amiga, igual que ella de inexperta, creyendo que está rodeada de gente agradable.
Alerta entonces, foreros y foreras, y sobre todo los que tienen hermanas, hermanos o hijos e hijas en edad de visitar esos sitios. NO LES PERMITAN INGRESAR A VAN GOGH, por lo menos mientras se investiga y se aclara el caso que ya les describí y que está en manos de las autoridades, gracias a la denuncia que de seguro, va a interponer la familia en contra del bar Van Gogh de Guadalupe.
Viernes por la noche… Todo transcurre normalmente. Ella, una joven que recién cumplió los 19 se reúne con sus ex compañeros y ex compañeras de colegio en un bar que aparentemente es tranquilo y normal, en los alrededores del segundo circuito judicial de Goicoechea. El punto de reunión se llama Van Gogh.
La alegría de encontrarse y saludarse por fin al cabo de más de un año, merece un brindis. Ahora, todas (os) son estudiantes de diferentes universidades de San José y por supuesto desean contarse sus nuevos retos y anécdotas y disfrutar de un rato de esparcimiento y diversión. Era noche de barra libre y pese a que se veían escenas de gente un poco pasadilla de tragos todo era tranquilo.
Al cabo de una hora de haber departido con su gente, ella se siente mal, y aunque se tomó una cerveza y un tequila, no era para sentirse así. Se le veía débil, pero no era por no haber comido pues durante la tarde y antes de salir de su casa, ella se alimentó como lo hace normalmente. Era extraño como caminaba, pues se veía adormecida, inestable y tambaleante. Sus amigas muy asustadas, la llevan al baño y pese a sus esfuerzos por reponerse de su malestar, no lo logra. Ella sale del baño después de unos minutos pero aún se le vé pálida pero ahora desorientada, no sabe dónde se encuentra.
En ese momento, uno de sus compañeros pide ayuda al resto del grupo para sacarla del lugar y prestarle auxilio, pero entre la multitud, aparece un buen samaritano que dice ser bartender (no parecía estar trabajando en ese lugar por su vestimenta) y trata de tomarla por el cuello como queriendo levantarla en brazos y llevarla hacia afuera, pero inmediatamente sus compañeros de mesa se oponen. El tipo se disgusta y amenaza con pelear con quien se oponga a sus pretensiones, dejando clara evidencia de una “especial intención” por llevarse a la muchacha del lugar.
Obviamente, debió enfrentarse al “USTED NO SE META” que al unísono del grupo lo detuvo y retrocedió pues eran cinco jóvenes fuertes que se levantaron de sus sillas para tomar cartas en el asunto.
La llevaron al médico inmediatamente, en donde le colocaron una vía y de ahí la conectaron a una dosis de suero. Al llegar los padres de la joven, conversaron con el médico que atendió el caso y les informó que más que la posibilidad de una indigestión por consumo de licor, la joven presentaba todos los síntomas de consumo de drogas. Esa noticia les cae como un balde de agua fría, pues se sabe que la muchacha no tiene acceso a drogas y no lo haría por principios. Tiene un respaldo moral de su familia fuerte y su arraigo a la vida y a las cosas de Dios es tal que jamás haría una cosa de esas. Está convencida de que las drogas le impedirían su proyecto de vida y su carrera que tanto esfuerzo le demanda. O sea, no es posible creer que haya consumido drogas con su consentimiento. Sin embargo, urge sacarla del shock en el que se encuentra, pues ha sido difícil y pese a que ella no recuerda haber visto a nadie cerca de ella o haber compartido con nadie extraño, ella no puede creer que haya gente tan mal intencionada que sea capaz de echarle un veneno o una droga en la bebida o quién sabe qué otra maldad con tal de hacerle daño.
Cuando me enteré del caso, me remití de inmediato a preguntar por el tipo que se ofreció voluntariamente a sacarla del lugar. Obtuve datos de su aspecto físico pero no de su nombre.
Consciente del peligro que corren los y las jóvenes en esas conejeras, antros de pachucos y gente solitaria y rodeada de maleantes y vicios, buscando plata fácil y viendo a quién le hacen daño para satisfacer sus bajos instintos, de inmediato encendí la luz roja de alerta para denunciar el caso. No es el primero ni va a ser el último. Recordemos lo que ocurrió en Santa Ana , con una muchacha que fue violada en un vehículo por 3 hijos de puta maricones que por no reconocer el género de la que los vió nacer, no tienen ni el valor de hablarle a una mujer para ser aceptados y salir del rechazo que la sociedad justamente les receta. Para suerte de la joven del caso que les relaté, habían amigos y amigas que le prestaron auxilio. Sólo me imagino qué hubiese ocurrido si ella hubiese estado con una amiga, igual que ella de inexperta, creyendo que está rodeada de gente agradable.
Alerta entonces, foreros y foreras, y sobre todo los que tienen hermanas, hermanos o hijos e hijas en edad de visitar esos sitios. NO LES PERMITAN INGRESAR A VAN GOGH, por lo menos mientras se investiga y se aclara el caso que ya les describí y que está en manos de las autoridades, gracias a la denuncia que de seguro, va a interponer la familia en contra del bar Van Gogh de Guadalupe.