¡Qué despiche, pura vida! Resulta que mientras nos vendemos al mundo como un oasis de sostenibilidad y agua cristalina, la realidad es otra, y no precisamente chiva. Según el Programa Estado de la Nación (PEN), casi el 10% de los hogares en Costa Rica, unos nueve de cada cien, no tienen acceso al agua potable. Imagínate, en pleno siglo XXI y con toda la tecnología, todavía hay gente batallando para tener un vaso de agua limpia. ¡Una torta!
La explicación, según el investigador Leonardo Merino, es que aunque Costa Rica tiene una cobertura promedio del 91% en acceso al agua, las desigualdades son gritonas. No es lo mismo vivir en Escazú que en alguna quebrada lejana en Talamanca, mi pana. Las áreas más afectadas, aparte de la región de Talamanca, son zonas costeras, el Caribe Sur y algunos cantones fronterizos. Parece que la famosa 'pura vida' no llega igual a todos los rincones del país. Da que pensar, ¿verdad?
Y eso no es todo, porque parece que cuando se trata de infraestructura, aquí nos vamos al traste. Merino señaló que no solamente falta agua, sino que tampoco hemos hecho las cuentas para saber qué hacer con las aguas residuales. Construimos los acueductos, sí, pero olvidamos los sistemas de alcantarillado. El resultado: contaminación de ríos y lagos, y una deuda histórica que seguimos arrastrando. ¿En serio, señores? ¿Así queremos cuidar nuestro medio ambiente?
Las Asadas, esas pequeñas organizaciones comunitarias que luchan día a día por llevar agua a sus vecinos, son heroínas anónimas, responsables de garantizar el suministro de agua a casi un tercio del país. Son ellas las que, con esfuerzo y cariño, mantienen encendida la llama de la esperanza en muchas comunidades remotas. Pero, claro, también necesitan apoyo y recursos para poder seguir adelante. Sin ellas, la situación sería aún peor, imagínate.
Ante este panorama desalentador, la Confederación Nacional de Federaciones, Ligas y Uniones de Acueductos (Conaflu) ha lanzado un ultimátum a los aspirantes a la presidencia y diputados para las próximas elecciones del 2026. Un documento con propuestas claras y contundentes para reformar el sistema hídrico nacional, incluyendo subsidios para las comunidades, un fondo nacional para proyectos y la participación tanto del sector público como del privado. ¡Más vale tarde que nunca, diay!
Algunos candidatos ya han salido a dar su opinión sobre el tema. Ana Virginia Calzada de Centro Democrático y Social advierte sobre los peligros de la crisis climática y la contaminación. Claudia Dobles de Agenda Ciudadana enfatiza que hablar de agua es hablar de vida, de desarrollo y de desigualdad. Mientras que Juan Manuel Quesada de Pueblo Soberano reconoce que el problema lleva más de 30 años sin resolverse. Parece que todos están conscientes de la gravedad de la situación, pero queda por ver si realmente estarán dispuestos a tomar medidas efectivas.
Para ponerle números a la cosa, miren estos datos del Programa Estado de la Nación: casi el 25% de los acueductos comunales no están evaluados, otro 25% sí lo están, y las Asadas presentan cifras similares. La ESPH (Empresa de Servicios Públicos de Heredia) va rajon con un 0%, las municipalidades apenas alcanzan el 5.9% y el AyA, la institución encargada del servicio a nivel nacional, se queda con un magro 3.9%. Las estadísticas hablan por sí solas: hay muchísimo por hacer.
Estamos ante una coyuntura crítica, una oportunidad para exigir a nuestros representantes que prioricen el acceso al agua como un derecho fundamental para todos los costarricenses. ¿Será posible lograr un cambio real en el rumbo del sistema hídrico nacional, o seguiremos viendo cómo se agrava esta problemática? Compas, díganme ustedes, ¿qué medidas creen que deberían tomarse urgentemente para garantizar el acceso al agua potable a todos los hogares costarricenses?
La explicación, según el investigador Leonardo Merino, es que aunque Costa Rica tiene una cobertura promedio del 91% en acceso al agua, las desigualdades son gritonas. No es lo mismo vivir en Escazú que en alguna quebrada lejana en Talamanca, mi pana. Las áreas más afectadas, aparte de la región de Talamanca, son zonas costeras, el Caribe Sur y algunos cantones fronterizos. Parece que la famosa 'pura vida' no llega igual a todos los rincones del país. Da que pensar, ¿verdad?
Y eso no es todo, porque parece que cuando se trata de infraestructura, aquí nos vamos al traste. Merino señaló que no solamente falta agua, sino que tampoco hemos hecho las cuentas para saber qué hacer con las aguas residuales. Construimos los acueductos, sí, pero olvidamos los sistemas de alcantarillado. El resultado: contaminación de ríos y lagos, y una deuda histórica que seguimos arrastrando. ¿En serio, señores? ¿Así queremos cuidar nuestro medio ambiente?
Las Asadas, esas pequeñas organizaciones comunitarias que luchan día a día por llevar agua a sus vecinos, son heroínas anónimas, responsables de garantizar el suministro de agua a casi un tercio del país. Son ellas las que, con esfuerzo y cariño, mantienen encendida la llama de la esperanza en muchas comunidades remotas. Pero, claro, también necesitan apoyo y recursos para poder seguir adelante. Sin ellas, la situación sería aún peor, imagínate.
Ante este panorama desalentador, la Confederación Nacional de Federaciones, Ligas y Uniones de Acueductos (Conaflu) ha lanzado un ultimátum a los aspirantes a la presidencia y diputados para las próximas elecciones del 2026. Un documento con propuestas claras y contundentes para reformar el sistema hídrico nacional, incluyendo subsidios para las comunidades, un fondo nacional para proyectos y la participación tanto del sector público como del privado. ¡Más vale tarde que nunca, diay!
Algunos candidatos ya han salido a dar su opinión sobre el tema. Ana Virginia Calzada de Centro Democrático y Social advierte sobre los peligros de la crisis climática y la contaminación. Claudia Dobles de Agenda Ciudadana enfatiza que hablar de agua es hablar de vida, de desarrollo y de desigualdad. Mientras que Juan Manuel Quesada de Pueblo Soberano reconoce que el problema lleva más de 30 años sin resolverse. Parece que todos están conscientes de la gravedad de la situación, pero queda por ver si realmente estarán dispuestos a tomar medidas efectivas.
Para ponerle números a la cosa, miren estos datos del Programa Estado de la Nación: casi el 25% de los acueductos comunales no están evaluados, otro 25% sí lo están, y las Asadas presentan cifras similares. La ESPH (Empresa de Servicios Públicos de Heredia) va rajon con un 0%, las municipalidades apenas alcanzan el 5.9% y el AyA, la institución encargada del servicio a nivel nacional, se queda con un magro 3.9%. Las estadísticas hablan por sí solas: hay muchísimo por hacer.
Estamos ante una coyuntura crítica, una oportunidad para exigir a nuestros representantes que prioricen el acceso al agua como un derecho fundamental para todos los costarricenses. ¿Será posible lograr un cambio real en el rumbo del sistema hídrico nacional, o seguiremos viendo cómo se agrava esta problemática? Compas, díganme ustedes, ¿qué medidas creen que deberían tomarse urgentemente para garantizar el acceso al agua potable a todos los hogares costarricenses?
