¡Ay, Dios mío! Resulta que los Colegios Académicos con Orientación Ambiental (COAO) han estado funcionando como si nada por ¡más de dos décadas! Sí, así como lo escuchan, desde 2003 estos centros educativos han operado sin programas de estudio aprobados por el Consejo Superior de Educación (CSE). Una auditoría del Ministerio de Educación Pública (MEP) destapó este maje, y vaya que es un escándalo, pura torta.
Imagínense, tres colegios: el Colegio Ambientalista de Pejibaye, el Liceo Ambientalista de Llano Bonito y el Liceo Ambientalista de Horquetas, con más de mil estudiantes, todos estudiando a ciegas, sin saber si lo que aprendían valía siquiera la pena. Según el informe AI-MEP-16-2025, la cartera de educación no hizo ni caso, ni seguimiento, ni nada. ¡Qué sal!
La idea original era formar gente capacitada, bilingüe y consciente del medio ambiente, lista para enfrentar cualquier brete. Pero, ¿qué realidad tenemos? Un sistema educativo que no cumple sus propias promesas, dejando a los estudiantes en la estaca reguladora. El informe señala que el CSE aprobó la oferta educativa sin los programas necesarios, creando una base sólida para el desastre.
Y no es solo eso. La malla curricular es un churrisgo, diferente a la que se usa ahora, generando confusión y errores en la asignación de profesores. Según la auditoría, el 73% de los maestros utilizan programas de otras materias, el 16% improvisa con contenidos no oficiales, ¡y el 11% simplemente no tiene programa alguno! Parece sacado de una novela, pura comedia triste.
Lo peor es que el Departamento de Tercer Ciclo y Educación Diversificada (DTCED), parte del Ministerio, no hizo nada durante esos 20 años. ¡Nada! El decreto 38170 le daba claro cuál era su función: diseñar y evaluar los programas de estudio. Pero parece que ahí nadie le prestó atención. Vaya despiste, mami.
En 2012, nueve años después de que se crearon los COAO, el CSE incluso pidió un análisis de las debilidades, pero ni eso se hizo. A esto súmenle que en 2003 se intentó mezclar la orientación ambiental con carreras técnicas como contabilidad y turismo, sin explicar el por qué. ¡Un lío completo! Y ni hablar de las solicitudes de ayuda de los directores de los colegios, que quedaron dando vueltas.
Después de tantos años de negligencia, finalmente, en mayo de 2023, empezaron a revisar la situación, buscando una ruta para arreglar el desastre. Ahora hablan de rediseñar la malla curricular, pero ¿será suficiente para recuperar el tiempo perdido y darle a estos estudiantes la educación que merecen? Uno se pregunta…
Con todo este panorama, me pregunto: ¿Quién va a asumir la responsabilidad por este grave descuido que ha afectado la vida de miles de jóvenes costarricenses? ¿Será que el MEP necesita una limpieza profunda, o estamos ante un problema sistémico que requiere cambios radicales en la forma en que gestionamos la educación ambiental en nuestro país? ¡Compas del foro, den su opinión!
Imagínense, tres colegios: el Colegio Ambientalista de Pejibaye, el Liceo Ambientalista de Llano Bonito y el Liceo Ambientalista de Horquetas, con más de mil estudiantes, todos estudiando a ciegas, sin saber si lo que aprendían valía siquiera la pena. Según el informe AI-MEP-16-2025, la cartera de educación no hizo ni caso, ni seguimiento, ni nada. ¡Qué sal!
La idea original era formar gente capacitada, bilingüe y consciente del medio ambiente, lista para enfrentar cualquier brete. Pero, ¿qué realidad tenemos? Un sistema educativo que no cumple sus propias promesas, dejando a los estudiantes en la estaca reguladora. El informe señala que el CSE aprobó la oferta educativa sin los programas necesarios, creando una base sólida para el desastre.
Y no es solo eso. La malla curricular es un churrisgo, diferente a la que se usa ahora, generando confusión y errores en la asignación de profesores. Según la auditoría, el 73% de los maestros utilizan programas de otras materias, el 16% improvisa con contenidos no oficiales, ¡y el 11% simplemente no tiene programa alguno! Parece sacado de una novela, pura comedia triste.
Lo peor es que el Departamento de Tercer Ciclo y Educación Diversificada (DTCED), parte del Ministerio, no hizo nada durante esos 20 años. ¡Nada! El decreto 38170 le daba claro cuál era su función: diseñar y evaluar los programas de estudio. Pero parece que ahí nadie le prestó atención. Vaya despiste, mami.
En 2012, nueve años después de que se crearon los COAO, el CSE incluso pidió un análisis de las debilidades, pero ni eso se hizo. A esto súmenle que en 2003 se intentó mezclar la orientación ambiental con carreras técnicas como contabilidad y turismo, sin explicar el por qué. ¡Un lío completo! Y ni hablar de las solicitudes de ayuda de los directores de los colegios, que quedaron dando vueltas.
Después de tantos años de negligencia, finalmente, en mayo de 2023, empezaron a revisar la situación, buscando una ruta para arreglar el desastre. Ahora hablan de rediseñar la malla curricular, pero ¿será suficiente para recuperar el tiempo perdido y darle a estos estudiantes la educación que merecen? Uno se pregunta…
Con todo este panorama, me pregunto: ¿Quién va a asumir la responsabilidad por este grave descuido que ha afectado la vida de miles de jóvenes costarricenses? ¿Será que el MEP necesita una limpieza profunda, o estamos ante un problema sistémico que requiere cambios radicales en la forma en que gestionamos la educación ambiental en nuestro país? ¡Compas del foro, den su opinión!